Crónica de Juchitán

Carlos Monsiváis

Carlos Monsiváis
Crónica de Juchitán

I

SIETE DE AGOSTO DE 1983 EN JUCHITÁN DE ZARAGOZA, OAXACA

Los grupos van llegando y se agregan a una multitud que de veras quiere serlo, tiene conocimiento de si en tanto fuerza colectiva, se alegra de su acrecentamiento, se emociona ante las sensaciones visuales de expansión. La gente aplaude a la gente, los barrios festejan a los barrios, el entusiasmo saluda al entusiasmo. Todo como por espejo, la conciencia política se refleja en cada uno de los pequeños o grandes contingentes, se expresa sólidamente en consignas o movimientos corporales, en los gritos (POLIN, POLIN) o en la altivez concentrada de quien sostiene una manta.

La Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI) convoca a un referéndum para exponerle sus razones a la nación entera. Juchitán es comunidad unida en torno a un programa histórico y político y, por lo mismo, los juchitecos no permitirán que, desde afuera, otros (un gobernador, un sistema caciquil, una red de instituciones para las cuales la soberanía nunca radica en los demás) sigan conduciendo su destino. Ellos eligieron en marzo de 1981, a Leopoldo de Gyves, a Polín, como presidente municipal y deponerlo o mantenerlo es su atribución exclusiva. A la irresponsable “desaparición de poderes” cocinada en Oaxaca, se contesta movilizando lo que se tiene, cuerpos y voluntades obviamente, expresiones alborozadas y gritos de cólera, sentimientos comunitarios y pasiones cívicas largamente pospuestas.

La plaza de Juchitán es típica y con esa palabra, hoy tan acaparada por el turismo, se quiere indicar un palacio municipal afanosamente reconstruido, un mercado, una biblioteca que lleva el nombre de un mártir, edificios que indican que a falta de una arquitectura suntuosa tampoco hay una arquitectura funcional. A la tipicidad de la plaza la desmiente la vivacidad de lo que, en otro momento, hubiéramos llamado “estampas costumbristas”, señas de que México todavía es, en partes, pluricultural o pre-gringo, pero que hoy son, llana-mente, mujeres coceistas, lo mas notorio y numeroso en la concentración, tehuanas radicalizadas ajenas por entero a las fantasías del “asombro civilizado” o del desfile de modas regionales (puestas al día) que patrocina la Secretaria de Turismo. Como entender la amalgama de un pasado arraigadísimo y de un presente volátil de tradiciones útiles y de tradiciones opresivas? Quizás un ejercicio de claridad sea contemplar a estas mujeres ya no “típicas” ejerciendo su albedrio, agregándole dimensiones insólitas a la reunión. Ahora, los atavíos tradicionales son en ellas algo distinto de una encomienda ornamental; llevados con ese desenfado, marcan el nuevo pacto de las mujeres todavía no verbalizado, su desprendimiento gradual de la cadena de sujeciones, su lealtad voluntaria a este punto enraizado en la historia y la leyenda, que ha resistido y se ha sumergido y ha vuelto a la superficie.

Al mirarlas participando de manera tan integra, uno vislumbra su poder más verdadero: a través de ellas, al margen de la atribución legendaria (y controvertible) del matriarcado, fluye la tenacidad cotidiana de un pueblo, el deseo de persistir, de continuar siendo esa rareza, una comunidad. Victimas ancestrales del patriarcado, saben sin embargo distinguir entre obediencias y compromisos, y su aceptación de la COCEI es un compromiso. De allí su indiferencia a las iniquidades del tiempo y la pobreza, a la ausencia de los trajes bellísimos, los adornos suntuosos, las arracadas, los collares de oro, el garbo y la prestancia ensayados. Hoy, en la concentración, como es habitual en las reuniones istmeñas, atraen la solicitud de los fotógrafos, pero esta vez no representan la belleza en estado de languidez paradisiaca, o el contentamiento en medio del despojo, o las profundidades epidérmicas del alma primitiva, o cual-quiera de los lugares comunes de una región santificada turísticamente por sus semejanzas visuales con la idea Kodak y la idea Reader’s Digest del Paraíso Perdido; ahora representan la arrogante intromisión de las mujeres en un medio que sigue siendo tajantemente machista.

II

El domingo 31 de julio, en el cierre de campana para elegir diputados locales, la provocación priista culmino en un enfrentamiento y dos muertos. El PRI nacional y el PRI oaxaqueño contabilizaron deudos y vocearon la alarma general: “En Juchitán hay sedición y manipulación de elementos extraños”. Acudió presuroso el Procurador de Justicia de la entidad, escucho selectivamente, emitió frases bañadas en sed de justicia y se devolvió a Oaxaca a presentar su informe.

Tragicomedia de ocasión. Miércoles 3 de agosto. Congreso local de Oaxaca. Irrumpe en escena el dirigente priista de la Cámara, Raúl Bolaños Cacho, y los pequeños y medianos caciques que hacen las veces de Representantes Populares. Debate rápido, lectura de los informes del gobernador de Oaxaca, Pedro Vázquez Colmenares, y del procurador Miguel Ángel Guzmán. Conclusión arrasadora: de los acontecimientos del 31 de julio, de la acción pistoleril del grupo comandado por Teodoro el Rojo Altamirano, de lo habido y lo por haber tiene la culpa la COCEI, cuyos dirigentes municipales “han abusado de su autoridad y han roto el orden legal y la paz social.. . Son verdaderos delincuentes, y se les acusa de robo, despojo y posesión de armas de alto poder, violación de los derechos individuales y las garantías constitucionales”.

Se convoca ―tomo estos datos de un excelente reportaje del semanario Hora Cero, fenómeno insólito de la prensa oaxaqueña― al procurador a que amplíe el contenido de su informe. El señor licenciado afirma: “ya se procedió al libramiento de las ordenes de aprehensión y la policía judicial investiga. Quiere dejar constancia de que se han cometido una serie de delitos por las propias autoridades municipales”.

Más intervenciones protocolarias. La celeridad es contagiosa. Dispensa de trámites. Habla un emisario del stalinismo-para-servir-a-Dios-y-a-su-merced, el diputado del Partido Popular Socialista. Don Mario Vázquez es convincente como un regano al poderoso por ser tan lucido: “Desde hace varios anos el PPS dio a conocer que la COCEI era un organismo de la reacción, un organismo antinacional. Lo creo el exgobernador Víctor Bravo Ahuja, quien trajo a Héctor Sánchez y a López Nelio quienes fueron colocados en escuelas de Juchitán e Ixtepec. Estos pronto cobraron fuerza política por el apoyo económico de quienes los trajeron. Con su actuación fácilmente se resolvían los problemas que planteaban. El objeto: evitar que el PPS creciera en el Istmo de Tehuantepec”.

La Historia de México: una trampa para evitar la estatua de Vicente Lombardo Toledano en la Plaza de la Constitución. Tiene la palabra el diputado Molina Sosa, exdirigente de un membrete maravillosamente intitulado Fusión Cívica de Organizaciones Populares. El diputado condena los malos manejos económicos de la COCEI y del Ayuntamiento Popular y enumera pródigamente sus delitos: asesinatos, chantajes, falta de garantías, falta de respeto a los derechos políticos, posesión de armas de alto poder que son enviadas a Centroamérica, asalto de una radiodifusora, emisiones clandestinas con propósitos que no excluyen el cambio de la bandera nacional por una rojinegra con escudo bordado en otras tierras. Concluye devolviéndole sus oídos a los compañeros de la Cámara: “Por tanto, para salvaguardar el orden y la paz es necesaria la desaparición de poderes”.

A votación la propuesta. Aprobada por mayoría. Han triunfado ―por orden de ingreso al escenario― la Ley, el Orden Constitucional, el Estado de Derecho, el Respeto a la Vida y la Tranquilidad Publica. Se declaran desaparecidos los poderes del Ayuntamiento de Juchitán y se faculta al Ejecutivo para nombrar una Junta de Administración Civil. En esos días, el candidato priista el Rojo Altamirano en entrevista por Isaac Olmedo (El Diario Joven de Oaxaca, 8 de agosto):

“―.Cual seria su primer acto si usted fuera Presidente Municipal?

― !Colgaría a los coceistas de los postes del alumbrado publico!… Yo ya los hubiera metido a la cárcel por todos los delitos que han cometido, ya los hubiera sacado del palacio municipal y ya los hubiera ahorcado por criminales”.

Generosamente, añade el reportero: “Después de la masacre del 31 de julio, los coceistas son para el pueblo oaxaqueño unos salvajes, unos asesinos, unas bestias y unos enfermos mentales sedientos de sangre”.

III

Que es la COCEI? En ultima instancia, un resumen, no el único posible pero si el mas vehemente, de la historia regional y local, de la lucha por extirpar el autoritarismo priista y, muy centralmente, por cancelar el despojo de tierras comunales. A la empresa la anima una meta inmediata que en si misma enlaza la actividad política con las tradiciones: la recuperación del control municipal, la restauración de los poderes del pueblo divididos en presidencia, jueces, cárceles, tribunales, policía, administración y ampliación de los servicios públicos, arbitraje en los conflictos. El municipio es la primera fuente de legitimidad en la región, y cada alcalde priista ha ratificado la sensación de desposeimiento, de colectividad usurpada. En ruinas, ligado a los caprichos del gobierno de Oaxaca y a las disposiciones ciegas del Centro, el poder municipal le es imprescindible sin embargo a cualquier proyecto independiente en Juchitán.

Los cuarenta años del partido oficial han sido una experiencia dramática, desarticuladora. Alcaldes al servicio directo de caciques y comerciantes; impunidad en el asesinato de opositores; venta al mejor postor de prebendas y concesiones; procesos lamentables que se inician en un joven fogoso y puro y terminan en un acaparador de tierras y recursos pesqueros que se refiere con cinismo a sus primeros ideales; visitas fugaces de los gobernadores seguidas siempre de incumplimiento de promesas; campanas de elección presidencial en donde el aura del mando enmudece a los disidentes; pistoleros cuya puntería es recompensada por el abrazo legitimador del representante del PRI en el estado; políticos que usan el zapoteco en sus discursos de petición del voto para relegar todo lo dicho a la nostalgia del pasado heroico; fraudes en la votación que se justifican por el bien de una colectividad que no sabría que hacer con su autonomía.

Traiciones, rencores, frustraciones, rebeldías esporádicas acalladas con sana. En 1971, el Partido Popular Socialista juega brevemente a la oposición y, junto con el Frente Único Democrático Juchiteco, gana las elecciones, protesta contra el fraude inevitable, consigue la anulación del “fallo electoral” y participa en la Junta de Administración Civil que resulta de este proceso. No pasa nada no previsto ya en una mala novela indigenista: el PPS se alía con los priistas y el brote independentista se consume entre desidias y acatamientos del caciquismo.

La movilización no es en vano. Lo habitual ha sido considerar a la imposición y al fraude electoral, al robo de tierras comunitarias y el saqueo de recursos naturales como parte del orden natural de las cosas. Así es. Así ha sido. Así seguirá siendo. Pero la bárbara y forzada democratización desde abajo quebranta en Juchitán y en muchas otras partes el fatalismo y su cauda de resignaciones. En 1972 ―informa Roberto J. Gutiérrez en su ensayo “Juchitán, municipio comunista”― un grupo de estudiantes juchitecos se organizan para ganar la Asociación de Estudiantes Juchitecos, “controlada hasta entonces por estudiantes acomodados y deseosos de realizar una carrera política a través del partido oficial”. Estos disidentes, la mayor parte de los cuales perseverara en el empeño, triunfan en las elecciones de la Asociación en 1973. Allí se inicia la COCEI en reuniones febriles en casas de asistencia, en las interminables discusiones, en el seguimiento paroxístico de los sucesos del pueblo natal, en el esfuerzo por ayudar a Juchitán en cuestiones de salud, cultura y deportes. En diciembre de 1973, la Asociación de Estudiantes Juchitecos se enfrenta a la corrupción “que imperaba en la clínica de salud, dependiente de la Secretaria de Salubridad y Asistencia. La realización de diversos mítines con fuerte apoyo popular y la toma de la institución, hacen posible la destitución del director de la clínica, que cobraba cuotas elevadas por servicios que deberían ser gratuitos” (Roberto J. Gutiérrez). Poco después, se crea la Coalición Campesina Estudiantil de Juchitán (CCEJ), cuyo primer objetivo es recuperar el Comisariado de Bienes Comunales de Juchitán y cuya participación ubicua responde a la necesidad de constituir un poder alternativo. Por eso, la CCEJ… lucha igualmente por la libertad de un estudiante preso, que por la indemnización a familiares de muertos en accidentes camioneros; denuncia la corrupción de bancos rurales y en dependencias de gobierno; logra aumentos de salarios de obreros, así como reinstalaciones e indemnizaciones.

La intensificación de las demandas obreras origina un cambio de nombre. En octubre de 1974 se crea la Coalición Obrera Campesina Estudiantil de Juchitán, que se convertirá en la COCEI. En el impulso creciente de la COCEI concurren varios factores:

· La atención puesta en la solución de los problemas campesinos que, en Juchitán, conjunta la sobrevivencia del pueblo con la garantía de continuidad de las tradiciones, el destino de los núcleos indígenas con el sentido de la historia.

·Las características de lealtad a su pasado de una población bilingüe que al idioma zapoteco le confía las vivencias mas entrañables (“Ay, zapoteco, zapoteco ―escribió Gabriel López Chiflas― lengua que me das la vida/ yo se que morirás/ el día que muera el sol”). La modernización daña a este afán obstinado pero no lo desbarata.

·La presencia de un grupo, en donde intervienen destacadamente el pintor Francisco Toledo y los escritores Víctor de la Cruz y Macario Matus, que intenta con rigor reconstruir el legado histórico y cultural de Juchitán. Ellos, al coincidir con el deseo de rescatar la dignidad política, vigorizan la doble ampliación de perspectivas.

·El descredito generalizado del PRI en Oaxaca, y de las falsas alternativas como el PPS. El PRI prescinde apresuradamente de disfraces legalistas, pierde fuerza y se deja ocupar en el Istmo por los caciques y sus bandas.

·La experiencia del 68, que vitaliza a una generación estudiantil y a diversos jóvenes que en todo el país regresan a su lugar de origen, con posiciones políticas e históricas distintas.

·Las grandes migraciones de juchitecos a las zonas petroleras, el exigir reacomodos en la orientación de la familia, favorecen un cambio enorme y comparativamente rápido. De modo paulatino y así aparezca todavía como resultante de la generosidad masculina, al “matriarcado” de Juchitán ―presencia y leyenda múltiples y escasa o nula participación en las decisiones comunitarias― lo va remplazando un notable esfuerzo político de mujeres desprovistas de formación y de estimulo. Aunque el proceso parezca incipiente, ya es irreversible.

IV

En 1974, el PRI local esta seguro. Por mas que hagan los de la Coalición su dominio es eterno (literalmente eterno, a juzgar por su conducta). En las elecciones municipales, en donde la Coalición participa por vez primera, la planilla priista resulta “vencedora” (Apotegma: habrá democracia cuando no haya oposición). Contra la protesta, las amenazas y los ahogos en sangre. El 20 de noviembre, al pasar una marcha de repudio al fraude priista ante la casa del alcalde hay insultos y balazos. Muere Lorenza Santiago, miembro de la Coalición.

Eso desde el principio. A las exigencias de respeto a la voluntad popular se responde con agresiones, calumnias, demagogia servil, asesinatos, inculpaciones de homicidio, persecución económica. De 1974 a 1983, son 22 los miembros de la COCEI asesinados. Los gobernadores sucesivos de Oaxaca no se dan por enterados. Mientras el PRI mande todo esta bien. En 1975, en el mitin que conmemora la muerte de Lorenza Santiago, un grupo de pistoleros, malamente disfrazados de “guerrilla urbana”, dispersa a la multitud y asesina a ocho campesinos y un estudiante.

A la COCEI no la consolida únicamente la represión, pero en su desarrollo interno y externo influyen las represalias salvajes a su intento organizativo. Casas ametralladas, provocaciones armadas, policías judiciales que disparan sobre la multitud, otro fraude electoral en 1977, expulsión de la entidad de algunos lideres, constantes amenazas de muerte. Los dirigentes no se amedrentan, se preparan en el exilio de la ciudad de México, mantienen vínculos estrechos con Juchitán, preparan a sus relevos y, a fines de los setentas, son ya cuadros políticos importantes, movilizan con celeridad una ciudad y una región, conocen a fondo las debilidades y torpezas de sus enemigos.

A fines de 1980, el Partido Comunista Mexicano se alfa con la COCEI y registra al candidato de la Coalición en las elecciones municipales. El PRI reacciona con simplicidad inconfundible, queriendo acobardar, puntualizando el infierno socialista que separara a los niños de sus padres y extirpara de raíz la propiedad privada. El PPS, con su apego stalinista a la verdad, califica a la COCEI de grupo extremista y aventurero, “que le hace el juego a la reacción y al imperialismo”. Se condimenta el fraude, el PRI recupera en las ánforas lo que perdió en el voto directo, los juchitecos se apoderan del palacio municipal para garantizar el respeto al sufragio y la COCEI solicita la anulación de las elecciones.

Al cabo de 34 días de retención del palacio, se acuerda convocar a nuevos comicios, con medidas precautorias que aseguren el respeto al voto. El primero de marzo de 1981 gana la alcaldía el candidato de la COCEI Leopoldo de Gyves hijo, en una votación muy apretada: 3,538 votos para PCM-COCEI y 3 300 para el PRI. Roberto J. Gutiérrez reproduce algunas declaraciones significativas. Pedro Vázquez Colmenares, gobernador de Oaxaca, es ecuménico: “como priista, lamento sinceramente los resultados… pero como gobernante los juchitecos han vivido una jornada cívica que es ejemplar por muchos motivos… aquí no hubo vencidos ni vencedores, el que triunfo fue el pueblo de Juchitán y la Reforma Política”. El secretario general del PPS, Jorge Cruickshank, asegura que la COCEI recluto “sus cuadros principales entre los profesionales fracasados, elementos desclasados, renegados y aventureros y el lumpen proletariado… han contado con el abierto patrocinio de las fuerzas del imperialismo estadounidense”. El 10 de marzo de 1981, Leopoldo de Gyves, ex-estudiante de Medicina que regresó de México para incorporarse a la lucha de la COCEI, es el nuevo alcalde de Juchitán.

V

Era pedir demasiado. El PRI local y el estatal no aceptan la derrota, y no se resignan a dejar una ciudad importante en manos de la oposición (una creencia histórica del PRI: si el poder no es absoluto, deja de serlo). Para rebajar las consecuencias de una votación inaceptable, acúdase a maniobras administrativas, dilaciones telefónicas, aletargamiento presupuestal. Nada negamos, dice el gobierno de Oaxaca, solo que… y el poco dinero que legalmente le corresponde al Ayuntamiento Popular se entrega con retraso, los tramites se anquilosan, los tres millones de pesos mensuales se evaporan, hable mañana, no es culpa nuestra, no se exalte, así es la burocracia del Centro… El complemento: las agresiones físicas. Reproduzco una cronología que da suficiente idea de la atmosfera de acoso, linchamientos verbales y asalto homicida en torno del primer ayuntamiento de la COCEI.

1981

9 de octubre. Es secuestrado Rodrigo Carrasco López, regidor suplente del Ayuntamiento, al día siguiente es hallado muerto rumbo a la carretera a Ciudad Ixtepec.

1982

16 de enero. Los priistas Víctor Jiménez (a) “Víctor Moro”, Ricardo Dorantes Montero, Germán Matus Vera y Vidal Candelaria agreden en Cheguigo a un grupo de niños, hiriendo al estudiante de secundaria Armando Nicolás Cruz.

18 de enero. Son ametralladas las casas del Presidente Municipal Leopoldo de Gyves y del síndico municipal, Desiderio de Gyves.

Muere la comerciante María Torres Urbieta por bala calibre 45 en un ataque al Palacio Municipal. Los autores de las agresiones son Víctor “Moro” Jiménez, Ricardo Dorantes Mortero y Germán Matus Vera.

11 de marzo. En clara provocación al Ayuntamiento, la policía judicial dispara sobre el edificio del Palacio Municipal.

10 de junio. Hugo Balderas, priista, secretario del ministerio público en Juchitán, dirige a un grupo de priistas en Xadani en el asalto a las oficinas de la COCEI. Un herido de bala y golpeados.

29 de agosto. En la agencia municipal de Chicapa de Castro, el Presidente Municipal de Juchitán, Leopoldo de Gyves de la Cruz, se dirige a inaugurar un centro de salud, y es recibido a balazos por los priistas. El saldo de la agresión: dos campesinos muertos y 7 heridos.

Los autores: Luis Sánchez López, Manuel Feria Orozco, Teodoro “Rojo” Altamirano, Armando López, Vidal Candelaria, Juan Aquino, entre otros.

20 de noviembre. En San Miguel Chimalapa los priistas caciquiles asaltan el palacio municipal, y es asesinado el policía del Ayuntamiento Democrático, Feliciano Gutiérrez Morales.

1983

18 de enero. Se inaugura en Juchitán la estación de radio XEAP Radio Ayuntamiento Popular. Se le ataca y se le calumnia sin cesar, y oficialmente se le niegan sus transmisiones.

De inmediato su frecuencia es interferida por la SCT.

5 de febrero. Se organiza una marcha por el Ayuntamiento rumbo a la ciudad de Oaxaca protestando por las agresiones y exigiendo los derechos que se confieren a todos los municipios. La policía cerca y hostiga la marcha coceista, instalando operativos antiguerrilleros en Portillo de Nejapa, donde la denuncia publica evita la matanza.

Febrero-marzo. Una serie de ataques contra la Casa de la Cultura de Juchitán llevados a cabo por el Comité Central de Lucha del Pueblo Juchiteco, dirigido por Teodoro “el Rojo” Altamirano, pretextando la simpatía del director por el Ayuntamiento coceista.

7 de mayo. La policía judicial del estado agrede en operación de desalojo a 400 personas posesionadas de un terreno del IVO, destinado a priistas de la población. Hay 23 detenidos.

13 de mayo. Los priistas de la CROC, CTM, CROM, CNOP, se unen en apoyo al paro empresarial de la CANACO en el estado en contra de la COCEI y el Ayuntamiento Popular. Denuncian la existencia de 3000 guerrilleros centroamericanos en Juchitán y exigen al Gobierno Federal y estatal garantías y libertad para trabajar.

31 de mayo. Intelectuales juchitecos toman la Casa de la Cultura de Juchitán, en protesta por la destitución de su director, Macario Matus, periodista y poeta. La presión nacional de intelectuales y artistas cancela este intento priista de apoderarse de una institución ya vital en la zona.

21 de junio. El diputado priista Raúl Enríquez Palomar pide la intervención del ejercito para desalojar al Ayuntamiento.

2 de junio. En la apertura de su campana como candidato a diputado por la COCEI-PSUM, Desiderio de Gyves es agredido en San Francisco del Mar por los priistas. Incendian una camioneta de redilas, propiedad del Ayuntamiento y hay golpeados.

17 de julio. Agresión en La Ventosa a los miembros de la COCEI por parte de priistas encabezados por Teodoro el Rojo Altamirano, Javier Fuentes, Porfirio Montero, Armando Castillejos “La Cotorra”. Son heridos con arma de fuego el presidente municipal Leopoldo de Gyves, Alfredo Valdivieso y varias personas mas. Según el gobierno, la policía no dio ni cobertura ni protección a los priistas. Es desalojado el predio de 280 hectáreas, propiedad del cacique y terrateniente Pedro Gutiérrez Roncaglia.

17 de julio. En la carretera internacional, cerca de La Ventosa, son agredidos por un grupo de priistas (ante la indiferencia de los policías presentes) el pintor Francisco Toledo, el fotógrafo Rafael Doniz y el escritor Víctor de la Cruz.

2 de agosto. Se dicta orden de aprehensión contra Leopoldo de Gyves, como autor intelectual de los siguientes cargos tumultuarios: agresión, despojo, actuación ilegal, portación de armas, etcétera, y como responsable mayor de toda la violencia generada en el

Istmo de Tehuantepec.

3 de agosto. El Congreso local acuerda la “desaparición de poderes en Juchitán”.

4 de agosto. Toma posesión de su cargo el licenciado Cesar Augusto Carrasco Gómez en el centro escolar Juchitán. La policía patrulla las calles de Juchitán, y más de 200 militantes de la COCEI esperan el desalojo en protesta pacifica. Según el PRI, el palacio municipal es ya arsenal de armas. El enviado de Excélsior, Rafael Medina, desmiente tal pregón apocalíptico. “No presentaremos resistencia”, aseguran los ocupantes del palacio de gobierno.

VI

Toda la información, leída a saltos y del modo discontinuo a que nos acostumbra la “prensa nacional”, no previene para el chisporroteo fulgurante de un pueblo volcado en la adhesión, en la personificación de lemas, rechazos y aceptaciones. Se inicia el mitin y se pasa lista a los miembros del presídium; el escritor Fernando Benítez, la señora Rosario Ibarra de Piedra, del Frente Nacional contra la Represión, el rector de la Universidad Autónoma de Guerrero Enrique González Ruiz, el antropólogo Arturo Warman, los pintores Francisco Toledo y Felipe Ehrenberg, el poeta Oscar Oliva. Por primera vez en mucho tiempo, se oye gritar en una plaza publica “!Vivan los intelectuales! !Vivan los artistas!” En prolongado y conmovedor aplauso para Toledo, “un gran artista y uno de los hijos distinguidos de este lugar”. Se propone suspender el mitin y marchar a través de la población.

Hay situaciones que no admiten el “método Rashomon”. Las noticias urdidas por un periodismo impreso, radial y televisivo, hacen de Juchitán centro del desorden y la anarquía, la Babilonia rural infestada de metralletas y degenerados, el escenario donde turbas de maleantes persiguen y asaltan a los ciudadanos amantes de la tranquilidad hogareña. Hasta donde es posible ver la realidad es muy distinta. Existe sin duda un sector harto de la COCEI, deseoso de volver a la matriz segurísima del PRI; son los comerciantes y los profesionistas amedrentados, los conservadores por convicción o por rabia financiera, los jóvenes que quieren hacer “carrera política”, los empleados y parientes de caciques y caciquillos, los enemigos ideológicos o personales de la COCEI, los señores feudales desplazados, los antisocialistas y antiautoritarios sinceros. Pero en tanto comunidad y esta marcha lo refrenda, Juchitán es la COCEI. No es teatral (aunque contenga numerosas posibilidades escénicas) el animo de causa enarbolada que va de las miradas a los brazos entrelazados a los puños en alto, la risa de la anciana que al gritar se sabe existente y cobrada de su larga invisibilidad, el ademan desafiante de las jóvenes que hacen de su adhesión política la modernización a su alcance, el afecto que rodea a la madre de un joven desaparecido por las fuerzas represivas, y cuya presencia se demanda innumerables veces: “Y eso no es todo/ falta Víctor Yodo”, la espontaneidad que reitera sin culto posible a la espontaneidad: “!’Polín, amigo, el pueblo esta contigo!”, los jóvenes con vestido de mujer y máscaras que bailan en un agitado presentimiento de carnaval.

Uno, necesariamente, debe recelar de su propio sentimentalismo, y prevenirse para no colorear a mano un Paraíso Recobrado con los juchitecos en el papel de las criaturas plenamente adánicas. Pero no hace falta idealizar a la COCEI que, como todo organismo independiente en esta etapa de México, es seguramente responsable de errores, sectarismos y precipitaciones. Porque este pueblo (y el testimonio de la marcha es irrefutable, por lo menos desde el punto de vista cuantitativo), confía en sus lideres, sabe que ―para bien o para mal, como se decía en el idioma cauto de los escépticos― la COCEI es una de las corporeizaciones de Juchitán, con sus muertos y sus logros, su vislumbramiento del poder político como extensión de la vida cotidiana.

En 1974, los priistas atacaron la Casa de la Cultura acusándola de ser “nido de homosexuales y drogadictos”. Ahora le toca a la COCEI reiterar su lealtad a los hábitos sexistas y homófobos del Istmo (al homosexual, en esta región, se le tolera si admite desde su facha que es algo menos que un ser humano, que es un joto, alguien preso en la zona ambigua de los modales dulzones y las debilidades) . La gritería de la marcha arrecia frente a la escuela donde despacha la Princesa Caramelo, es decir, el priista que preside (un tanto inútilmente) el consejo municipal nombrado por el gobierno de Oaxaca, y a quien se atribuyen “sentimientos equívocos”.

―!LOCA, LOCA, JA, JA!, gritan los manifestantes haciendo voz de mujer (las mujeres también fingen voz de mujer).

La marcha dura cerca de una hora. En las casas se obsequia agua de coco, de chía, de sandia. En el recorrido, se hace patente la involuntaria testarudez de Juchitán, el carácter de pueblo clásico en su abandono, sostenido por un orgullo interno que impide el total abandono a la depredación física, a la rapiña de latifundistas, políticos y comerciantes. Por lo demás, todo pueblo campesino es un olvido programado. Aquí, las preguntas sustituyen a los hostigamientos. .Como se urbaniza un poblado sin ser urbano, como se “tractoriza” y tecnifica, como se eleva y diversifica la calidad de la producción, como se obtiene financiamiento, como se extirpa el intermediarismo, como se pasa de la economía de autoconsumo a un sistema de rendimiento industrial?. De que modo persisten las mentalidades localistas en un país cada vez mas integrado? La COCEI proporciona los datos que complementan a las interrogantes: Juchitán, uno de los 571 municipios de Oaxaca, setenta mil habitantes en la cabecera municipal, con seis comunidades indígenas: Chiapa de Castro, Unión Hidalgo, La Venta, Espinal, Xadani y Juchitán. En total, 200 mil habitantes, de los cuales el 60% de las personas en edad laboral son campesinos, sin contar a los que se emplean como trabajadores agrícolas.

La marcha, y lo que la marcha expresa y contiene, vivifican al lugar y a sus habitantes, los convierten (en este tiempo político, por lo menos) en instancias alejadas de la disyuntiva entre lo Contemporáneo y lo Anacrónico, esa conversión del Cambio Social en espejismo que envejece a quienes lo sacralizan. Se desfila con la seguridad de que si la nación entera no atiende, por lo menos, y esto es lo esencial, los vecinos nos contemplan y nosotros nos vemos desfilando y es menester caminar despaciosamente para que nos mire quien se le antoje, para divertirse, saludar, observar los tumultos de niños en cada esquina, notificarle a la nación que no será una legislatura local la que modifique el rumbo de Juchitán.

VII

Etnia y clase. Etnia y comunidad indígena y mestiza. Etnia y modernización. Es posible salvar las tradiciones? .Se aplica aquí un verbo religioso como “salvar”?. Sobrevivirán o continuaran deformadas las identidades zapotecas, tojolabales, otomíes, tarahumaras, triquis, mixes? .Resistirán sin inmutarse a la devastación industrial, a las migraciones por hambre y represión, al aprendizaje-del-exterior de quienes al volver a sus pueblos “saben otras cosas”? Pese al romanticismo profesado, la mayoría de los ideólogos y dirigentes de estos grupos, no se ilusionan. Las comunidades persistirán, muchas tradiciones (feliz e infelizmente) se disolverán o refuncionalizarán, las mujeres (felizmente) dejaran de ser el paisaje de la voluntad patriarcal, los viejos de la tribu no se reconocerán en sus descendientes.

Pero, y eso lo aseguran los asistentes al mitin, habrá zapotecos en el ano 2000. No en balde ―y para atestiguarlo, convoco a La flor de la palabra, la antología de literatura zapoteca de Víctor de la Cruz― algunos tecos de Juchitán han preservado y recreado su cultura en este siglo laboriosamente, con un tesón intelectual al margen de toda recompensa, pleno de compromiso con una lengua y un pueblo. Imagínense por ejemplo, una escena de los anos veintes, un juchiteco de posición desahogada se conmueve recordando su proceso y su memoria dividida y se aferra a sus depósitos vivenciales, anhela defenderlos contra la amnesia urbana y contra su propia indiferencia. El juchiteco pudiente ayuda a jóvenes ambiciosos que, como el lo hizo, estudian en la capital de la República y han convertido a su niñez en la otra patria, y se apasionan hasta la madrugada en casas de asistencia y cafés de chinos y se entusiasman con proyectos siempre realizados parcialmente, siempre frustrados: una revista literaria, una Sociedad Nueva de Estudiantes Juchitecos, el regreso a Juchitán.

El paisanaje es la clave del encuentro y del dialogo y el paisanaje es certidumbre política, social cultural, y adicción que es también espacio cotidiano, confundido muy fácilmente con la mera evocación y así contemplado a la larga por los propios adictos. Dice Enrique

Lickens en el poema Nostalgia:

!Juchitán, Juchitán, mi Juchitán!

!Tierra mía que adora tanto mi corazón!

!Que opulenta y grandiosa te contemplo!

Do los pristinos zaes cimentaron su hogar.

!Juchitán, Juchitán, mi Juchitán!

Eres bello cual bello firmamento,

como es linda la linda Huaxyacac

do nacieron los zaes, la semilla fecunda.

!Mirifico solar, te extraño tanto!

Extraño mi heredad como a mi gente

Y cuando oigo tocar un son cualquiera

y perfuma el jazmín que se desgrana,

siento morir al escuchar tu nombre,

el nombre de madre, que es tu nombre.

A simple vista, otra efusión lirica de provincia, y uno avizora a cualquier sinaloense, jalisciense o michoacano en los anos cuarentas o cincuentas levantándose, bañado en lágrimas, para brindar: “!Mirifico solar, te extraño tanto!” Pero el poema de Lickens escrito en primer termino en zapoteco, es ya, por el hecho mismo de su existencia, acto de resistencia cultural, que por el tiempo en que se escribe solo consigue tomar la forma del recuerdo emocionado, sin practicas adyacentes. Pero en esto difieren los juchitecos de otros provincianos: al mantener el bilingüismo, al escindirse tan dolorosa e inevitablemente, sostienen una causa general, comentan, clasifican y honran valores esenciales de su comunidad. Contemplada desde la capital de un país que en su conjunto se modifica vertiginosamente, Juchitán es una realidad que el mito explica; es un mito que es, en el fondo, su idea de realidad. Lo lejano y lo entrañable, lo que permanece al cabo de barnices y revestimientos y segundas pieles.

Ignoro en que consiste exactamente la radicalidad de la experiencia juchiteca, pero la supongo vinculada a los componentes duros y amargos de lo que, desde fuera, advertimos como chovinismo o localismo a ultranza. Juchitán ha luchado contra todos, se ha visto sojuzgada y aplastada, ha contemplado el sacrificio de sus lideres, el saqueo de sus recursos naturales, la traición de algunos de sus hijos, los amagos corrosivos de una homogeneización que los afecta pero no amagos incluye. Y su anhelo de persistencia, con mucho de acto heroico y mucho de conducta inevitable, se presenta solo como tradicionalismo, siendo también otras cosas: autodefensa, aspiración agrícola, utopía campesina, amor a una lengua y sus contornos literarios y artísticos. La perspectiva integral no se percibe desde el resentimiento por la perdida. Antes de la década del setenta, Juchitán es para algunos de sus emigrados y de sus sedentarios leales, el sueno a reconstruir, al cual allegarle la seguridad lingüística y el tributo de vidas obsesionadas (ya entonces se ven muy amenazadas las tradiciones nacionales y locales, no todavía por el industrialismo voraz que solo respeta lo rentable, sino por la falta de prestigio evidente y la simple acumulación de olvidos).

La experiencia de Lickens, Andrés Henestrosa y Gabriel López Chiflas, la herencia de compositores y cantantes, influye y se transforma en las obras personales y en la recuperación histórica y cultural conjunta de Francisco Toledo, Víctor de la Cruz, Macario Matus y los más jóvenes.

VIII

Se regresa a la plaza. La marcha ha extendido el mitin, lo ha llevado a las puertas de simpatizantes y enemigos, ha probado que la COCEI es una organización y un estilo de vida… y un emblema de la autonomía municipal. De los cientos de comunidades que en todo el país se rebelan, ganan o toman alcaldías, movilizan a sus mujeres, concentran en el palacio municipal sus poderes físicos de decisión, es Juchitán la que, a lo largo de una década, ha sostenido mas continuadamente la atención nacional. No solo por razones políticas. También están en juego nociones tan inasibles y tan concretas como identidad local y regional, tradición, singularidad, cultura indígena, arte oaxaqueño. Hay solidaridad genuina en ese seguimiento de los sucesos de Juchitán; hay algo del viejo paternalismo revestido de curiosidad antropológica o democrática. .Sobrevivirán los estilos de vida de los pueblos esencialmente indígenas? .Sera la COCEI el puente entre una tradición inmovilizada por la miseria y una modernización impuesta por las migraciones rurales, el crecimiento demográfico, el influjo de la tecnología, la imposibilidad de hurtarse de la solida uniformización nacional? .Sera sustituido el tequio por el club? Los fotógrafos son ubicuos, acechan los rostros que por si mismos sean proclamas de dignidad, intentan hacerse inteligible el lenguaje de esas facciones todavía de pueblo y no de público, anteriores al carisma cronometrado del locutor. El corresponsal de Time le pregunta a un pintor sobre la originalidad del movimiento. Rafael Doniz y Lourdes Grobet toman fotos. De Gyves alude a su destitución: “sesenta minutos para decidir el destino de un pueblo de cien mil habitantes… Se ha violado la Constitución. Al cerrarse el camino de la legalidad, el pueblo juchiteco decidió el pasado miércoles tomar de nuevo el palacio municipal”. -!El pueblo consciente ni se rinde, ni se vende!

De Gyves da cuenta de su gestión. Se remodelo el palacio de gobierno, se fundaron bibliotecas publicas, una escuela secundaria y la Normal Superior del Istmo, se arreglan calles, se instalaron agencias municipales, se han construido aulas de primaria y secundaria y casas de la salud, se compraron camiones de volteo y patrullas, se instalo ya alumbrado público en secciones marginadas, funciona Radio Ayuntamiento Popular, se edita la revista Guchachi Reza. Y pregunta: “.Se va a entregar todo lo que hemos hecho?”.

Grandes aplausos para De Gyves, Rosario Ibarra de Piedra y Arnoldo Martínez Verdugo. El discurso de Rosario es tajante y feminista a su manera. En estos anos, ha perfeccionado su eficacia oratoria, agita, sacude, conmueve en unos cuantos minutos. Su mensaje es muy escueto, las mujeres allí reunidas conforman una nueva versión del poder popular todavía no autónomo, pero ya no silenciosa y apartada. “Un compañero del presídium me decía que le extrañaba que las mujeres juchitecas no tuvieran joyas ni collares. Yo le decía que no las necesitan. Que sus joyas son sus hijos revolucionarios…”

Las docenas de fotógrafos acechan a los grupos de tehuanas. El calor no disminuye el alborozo. Las mujeres ríen abiertamente, desmienten con visajes dinámicos las fantasías sobre la impasibilidad de los zapotecos ( Ah, Benemérito!). Los jóvenes activistas se ven cansados. Llevan una semana de guardia en el palacio municipal, día y noche, acelerados por los rumores de invasión, con el aire de fatiga que surten las conversaciones circulares, que pasara si llegan, la consigna es no oponer resistencia, no tendría caso, una breve arenga y eso es todo. En la espera, han gastado sus poses monumentales y se han dejado ganar por un “humor de campana” inaccesible al recién llegado. Se ríen del chiste que ya no necesitan emitir, de gestos que les recuerdan miedos infundados, de sus propias características, de las debilidades del enemigo.

―!COCEI!, !COCEI!

―!Se ve, se siente, el PRI no tiene gente!

Añadidura de campanas. Los oradores hablan indistintamente en zapoteco y español. Los jóvenes con mascaras y vestidos de mujeres bailan animadamente en los intervalos. Toma la palabra el diputado federal Héctor Sánchez: “En Juchitán, siendo las 13:50 horas, reunidos frente al palacio de la municipalidad, la población convocada para decidir sobre el llamado desconocimiento de poderes del Ayuntamiento Popular…”

El interrogatorio es vehemente y emotivo. Una familia tribal acude en masa al juzgado que es la propia familia tribal:

―.Polo ha malversado? Contesten si o no.

― !NO! (Risas.)

―.Este ayuntamiento ha trabajado a favor del pueblo juchiteco?

―!Si!

―.Este ayuntamiento ha robado al pueblo?

―!NO!

―.El pueblo de Juchitán esta de acuerdo con el gobierno de Leopoldo de Gyves?

―!SI!

―.El presidente municipal y sus policías son culpables de los dos muertos?

―!NO!

―.Quienes son los asesinos, quienes son los ladrones?

―!PRI!

―.Están de acuerdo en que Leopoldo de Gyves y sus funcionarios sigan?

― ! SI!

Se repiten las preguntas en zapoteco. El referéndum es un éxito comprobable. Al terminar el mitin, los juchitecos se ponen en fila. Quieren firmar, colaborar económicamente. Están de acuerdo en defender su voto, en continuar ejerciéndolo, en repudiar el desconocimiento de poderes, en obstinarse en su proyecto.

Agosto de 1983

josé

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