El Oficio de la Palabra

Ante los desastres naturales: sí hay responsables  

 Miguel ángel Schultz Dávila

Lo que ocurre en la ciudad de Oaxaca parece insignificante comparado a los daños provocados por las lluvias, el costo en vidas y en la pérdida del patrimonio personal y público de los habitantes  en otras partes país pero no es así; porque en gran parte, más que desastres naturales, son el resultado de la irresponsabilidad tanto de las autoridades como de nosotros mismos, los ciudadanos, por nuestra indolencia y porque toda pérdida tiene el mismo costo para el que la sufre.

La inundación de la colonia “La Cascada” no es un desastre que ocurre por primera vez y parece que no será la última, todo por haber invadido con construcciones el cauce del río San Felipe, cuyo volumen de agua ha desaparecido casi por completo, por lo que se olvida fácilmente su poder destructor cuando se desborda.

La dimensión del caudal del rio San Felipe, lo podemos suponer si tomamos en cuenta el tamaño y el número de los arcos que conforman el acueducto colonial, que atraviesa el Barrio de Xochimilco; las fotos antiguas nos hacen ver la tremenda cantidad de agua de este río que hoy es un verdugo de la ciudad, pero la mayor parte del tiempo nos parece insignificante.

La lluvia del pasado domingo por la tarde noche no fue algo más allá de lo normal en la ciudad, no así en las partes altas de la montaña, que forman la microcuenca del río San Felipe, al respecto el director de Conagua , informó que se registraron 88.6 milímetros de precipitación; en tanto que en la estación meteorológica  ubicada en las oficinas de la Conagua, localizadas en la Colonia Reforma, a menos de un kilómetro y medio donde fue la desgracia, llegó a los 42.7 mm, es decir a poco menos de la mitad.

El cauce dejado al río en la colonia “La Cascada” fue insuficiente para soportar su volumen, por lo que el agua buscó por donde salir arrastrando lo que se encontró a su paso, autos, muebles, ropa, enseres domésticos e incluso a una persona que aun no aparece.

Por lo que podemos afirmar que si hay responsables de lo que ocurrió en “La Cascada”, desde los particulares que edificaron su propiedades en el margen del río, pasando por quienes autorizaron las licencias de construcción hasta llegar  a la Comisión Nacional del Agua, cuyo titular Álvaro Demetrio Jarquín Rojas, parece que nada hace  por preservar los márgenes de los arroyos y ríos que aun atraviesan parte de la ciudad y que vivales se apropian de ellos.  

Ahora mismo podemos observar como  la ribera oriente del rio justo donde está el Puente de la Calzada Porfirio Díaz, se ha apropiado el Hotel Misión de los Ángeles y otro particular que la ha destrozado totalmente y, como un sinfín de particulares, descarga sus aguas residuales directamente sobre el arroyo lo que es otro atentado.

No sabemos si luego de 40 años el ducto donde se enterró el rio de San Felipe,  en el tramo que lo conocimos como el rio Jalatlaco o el Rio Nilo, por aquello de que ni lo huelas por su pestilencia al ser el albañal de las ahora inexistentes curtidurías,  se le ha dado mantenimiento o se encuentra azolvado con las obras recientes que ahí se realizaron.

Hasta ahora ninguna autoridad, ni el gobernador Ulises Ruiz Ortiz, ni el encargado de la presidencia municipal de Oaxaca, Pablo Calderón, ni el ingeniero Héctor González, de Adosapaco y mucho menos el del Instituto de Protección Civil, Carlos Cruz Aragón, han dado cuenta ni explicado, aparte del peregrino argumento del cambio climático o desastre natural, porqué  se salió el río y corrió como camión urbano desenfrenado por la Avenida Juárez, provocando daños menores pero al fin y al cabo daños.

También sabemos que sobre la Calzada de la República no deben transitar camiones pesados para evitar se fracture el tubo que la soporta.  Sin embargo, sobre ésta pasan todo tipo de camiones principalmente del la empresa de transporte de pasajeros ADO, cuya terminal se encapricharon los empresarios en instalarla en el Barrio de Jalatlaco y lo consiguieron.

Es más, en el margen derecho yendo hacia el sur, entre las calles de Abasolo y Murguía ahora funciona un antro de mucho éxito, tanto, que toda la calle es ocupada por las noches como estacionamiento, por  lo que la  calzada es sometida a un tremendo peso con riesgo de derrumbarse, mientras las autoridades se muestran indiferentes; total lo que pasa en Oaxaca no se compara con lo que sucede en Veracruz, aunque no opinen así los que perdieron su pertenencias, sus bienes o a un ser querido.

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