El viernes 17 se presentó el libro Oaxaca 2010 Voces de la transición compilado por Isidoro Yescas y Claudio Sánchez. Durante el acto uno de los colaboradores de oaxacaentrelíneas.com hizo la siguiente presentación del texto:
¿CUANTAS MANOS SE NECESITAN PARA REPARAR UN AUTO?
Porfirio Santibáñez Orozco
Abierto y plural como su nombre lo indica, Oaxaca 2010 Voces de la Transición es un libro colectivo que contiene un rico filón de ideas elaboradas por investigadores, periodistas, administradores, analistas y ex funcionarios al calor de la compleja realidad que nos está tocando vivir.
Es un venero tan caudaloso que a lo largo de sus 374 páginas deja brotar, en borbotones, una diversidad de testimonios y remembranzas, estudios, crónicas, diálogos, análisis de coyuntura, metáforas, interpretaciones teóricas, historias, relatos, planes de trabajo y sugerencias así como aproximaciones a lo que probablemente sucederá en poco tiempo.
Desde la portada hasta el epílogo, de principio a fin, ciudadan@s que han estado en los entretelones del poder en el estado y conocedores por lo tanto de sus problemas, detallan con el énfasis necesario para cada situación en la que se detienen, las repercusiones que tuvo el ejercicio despótico del poder durante los sexenios estatales más recientes.
No hay mal que dure cien años ni pueblo que los resista, puede inferir cualquier lector al enterarse de las hipótesis desplegadas en éstas páginas acerca de las reacciones de una sociedad harta pero sometida que actúa tejiendo paulatina y cotidianamente sus propias redes de convivencia y funcionamiento, elabora sus estrategias de supervivencia y se alebresta, de manera tajante, cuando encuentra las condiciones para hacerlo.
Para buena parte de los autores, entender lo que sucede en nuestros días requiere una reconstrucción imaginaria del pasado, encontrar en él las raíces de los problemas de hoy. Buena parte de los escritos reunidos en el libro sostienen que lo ocurrido en 2010 no se puede entender sin analizar la mentalidad colectiva que se fue forjando a lo largo de las décadas más recientes; otros expresan la convicción de sus autores de que los conocidos resultados electorales del año 2010 solamente fueron influidos y hasta determinados por los acontecimien tos más recientes de 2004 y 2006.
Los 39 autores que colaboraron con sus reflexiones para hacer posible esta recopilación van desgranando un conjunto de consideraciones acerca de la historia de los movimientos sociales, la democracia, la estructura de poder, los partidos y los procesos electorales, la relación del aparato político y electoral del gobierno con los medios de información, así como las condiciones en las que el grupo de interés derrotado el 4 de julio dejó a la capital del estado y al estado mismo, en lo referente al patrimonio cultural, la arquitectura y el diseño urbano.
Esta suma de textos recupera, también, las percepciones de una buena parte de la sociedad acerca de las formas de participación colectiva basadas en el hartazgo general, la crítica despiadada a quienes viven de la política, la presencia de organizaciones sociales cada vez más exigentes, el escepticismo con respecto a la honestidad y la efectividad de los liderazgos sociales emergentes y las iniciativas de crear, tanto desde el gobierno como a partir de la sociedad, mecanismos y procedimientos innovadores de gestión que tiendan a superar el escepticismo latente y la desconfianza común.
Entre las cuestiones que se tratan de dilucidar en algunos de los textos está, por una parte, la de saber con precisión si la gente solo votó contra el PRI o, por otro lado, si los votantes decidieron consciente y deliberadamente entregar el gobierno a la coalición opositora.
Diferencias de matiz como las anteriores en la interpretación de los acontecimientos más importantes de esta coyuntura permiten colegir la complejidad de esta situación que no puede resolverse con explicaciones fáciles.
El descrédito y la caída del viejo régimen no se pueden entender sin una serie de transformaciones que ocurrieron en el seno de la sociedad de Oaxaca a las que se refieren varios de los escritos incorporados a este libro.
Entre los cambios que permitieron la victoria y se analizan en el libro, está el hecho de que los lectores y ciudadanos oaxaqueños, sobre todo los jóvenes, prescindieron de los medios tradicionales de información por la parcialidad de sus contenidos y por la evidente intención de los representantes del poder de imponer a través de ellos opiniones contrarias a la realidad.
Según algunos, el PRI perdió por sus errores y divisiones internas así como por el apoyo del gobierno federal a la coalición opositora y no tanto porque las ofertas de esta alianza le parecieran atractivas al electorado; esa es una cuestión que está por dilucidarse a través del análisis objetivo de lo que suceda después.
Otra de las cuestiones inquiere acerca de las repercusiones que va a tener la derrota del PRI; sobre las consecuencias de este acontecimiento, para unos todo se agotará en un simple cambio de siglas y colores en el gobierno del estado, en tanto que otros aseguran que el domingo 4 de julio de 2010 los oaxaqueños asistieron a la ruptura del viejo equilibrio en el que descansaba el conjunto del sistema político en el estado.
La publicación de Oaxaca 2010 Voces de la Transición es una acción que debemos agradecer a Claudio Sánchez y a su equipo de colaboradores, por el aporte que constituye a la reflexión colectiva sobre la nueva sociedad que muchos oaxaqueños tienen la intención de construir.
Sin el esfuerzo de él no hubiera sido posible contar con esta oportuna publicación que hoy se presenta a los lectores interesados en saber más acerca de los temas que se pueden encontrar en este libro; la decidida colaboración de Isidoro Yescas seguramente contribuyó a cumplir el objetivo por lo que es de agradecer y valorar el tiempo y el esfuerzo que ambos dedicaron a este proyecto.
En la presentación insertada en las primeras páginas, Isidoro Yescas nos recuerda que, hace seis años, Claudio Sánchez publicó otro libro llamado también Voces de la transición en el que advertía, junto con quienes colaboraron en él, que el estado estaba a punto de llegar a un camino sinuoso y empinado, lleno de peligros.
Claudio Sánchez hace notar, en el epílogo de este segundo libro, que para desgracia del estado sus gobernantes no hicieron el menor caso de aquellas advertencias y la situación de nuestra entidad siguió deteriorándose hasta llegar a la descomposición en la que estamos y ahora, en esta nueva publicación, el editor compara al estado con un automóvil maltratado, desvencijado y prácticamente inservible al que a pesar de todo, es necesario reparar con el fin de echarlo a rodar.
Utilizar la sugerente metáfora del carro casi destruido que dejaron los que fueron echados del gobierno permite expresar, de manera analógica, la situación en la que se encuentra el estado, el gobierno, la sociedad.
Los que terminaron su ciclo en el gobierno y los que no quieren acabar de irse de él, deterioraron profundamente el vehículo; no estaba en sus manos poderlo destruir pero pusieron todo su empeño en lograrlo.
Echar a andar el vehículo implica varias y complicadas cuestiones entre ellas la necesaria decisión de repararlo, lo que llevará algún tiempo; pero esa reparación no será posible sin la construcción de acuerdos que decidan si solo se le van a hacer las reparaciones más indispensables o se va a cambiar de plano de modelo.
Reparar el vehículo o sustituirlo por uno nuevo no va a ser todo, pues una vez que pueda caminar tendrá que atenderse otra necesidad; la de definir quien va a conducirlo y cómo lo va a hacer. Una vez reparado el vehículo, más de uno querrá manejarlo aunque ya lo haya hecho, y mal, con anterioridad.
El camino, por lo que se ve, es largo y sinuoso; además, está lleno de los miles de baches que dejó la indolencia deliberada del penúltimo de los tiranos… el penúltimo porque el último no sabemos todavía quien es.
Una de las cosas que demuestra la publicación de este libro es que en Oaxaca hay talento suficiente para planear y dirigir el desarrollo del estado y, en este sentido es lógico esperar que, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado con un poder que no vio ni oyó a los ciudadanos más capaces, una de las primeras señales de que hay algo que empieza a cambiar sea que el poder público escuche a la sociedad en general y en particular a quienes puedan diseñar nuevas vías para alcanzar la justicia y compartir los beneficios del desarrollo.
En muy poco tiempo no bastará con haber despedido a los déspotas corruptos e ineficientes; esa acción, por muy importante que haya sido, solo fue el principio de la nueva historia si es que en verdad se quieren resolver los problemas del estado y no presentar ediciones corregidas y aumentadas de lo que ya se hizo antes.
Aquí es donde cobran sentido las propuestas de los autores, una de las cuales, quizá la más común, es que se gobierne teniendo siempre presente a la sociedad, sus demandas, sus aspiraciones, y que se busque periódicamente su ratificación.
La cauda de propuestas hechas por los autores le da un valor especial a esta publicación; todas ellas son sugerencias personales pero están basadas en el estudio, la reflexión y la experiencia profesional de quienes las hacen.
Más allá del escepticismo que desliza alguno de los periodistas que colabora en estas páginas, para quien la pobreza nunca se va a terminar porque es la mejor bandera de políticos y presuntos luchadores sociales; se trata, según otros, de encontrar juntos soluciones de largo plazo que permitan dar respuestas oportunas a la pobreza, el desempleo, la falta de educación y de salud en las regiones del estado.
La tarea no es sencilla, advierte otro de los autores, porque hay que lidiar con problemas complejos y no tenemos a la mano una guía consagrada y efectiva para conducir este proceso. Lo que sí tenemos, agrega, es un conjunto de experiencias y conocimientos que, si los sabemos utilizar, nos permitirán llegar más lejos que otros estados que han vivido procesos similares en la historia reciente del país.
En función de lo que plantea la mayor parte de los autores, nadie debe engañarse con respecto al futuro ni creer que al conjuro del 4 de julio todo cambiará en forma automática, pues a pesar de que el viejo régimen parece haber terminado, el hartazgo y las insatisfacciones que generó permanecen y la mezcla de grupos que empieza a reemplazarlo conserva intactos, hasta ahora, gran parte de los rasgos que definieron al derrotado, especialmente su cultura, sus medios y sus instrumentos de poder.
En la relación de los medios con el gobierno, una de las materias más importantes de toda transición, se proponen cambios de fondo empezando por la transparencia.
Tomando en cuenta que la gran mayoría de los medios de información reciben recursos públicos, es decir dinero de los contribuyentes, es necesario democratizarlos y transparentarlos: la sociedad debe saber quienes reciben esos recursos, a cuanto ascienden y si por medio de ellos se están alcanzando los objetivos a los que se destinaron.
Debe terminarse la nociva costumbre de permitir a servidores públicos utilizar el dinero de todos para promover sus carreras personales. También deben protegerse los derechos a la información y a la libertad de expresión, así como garantizar el ejercicio periodístico, investigar las agresiones a periodistas y sancionar a los autores materiales e intelectuales cuando los haya.
No habrá transición efectiva si el periodismo no hace un alto en el camino, lleva a cabo un ajuste de cuentas con su pasado y se pone a tono con los tiempos; si no deja atrás su costumbre de ocultar la parte de la realidad que afecta a sus socios en el poder, si no hace a un lado la manía que tiene de buscar siempre culpables y emprender campañas para juzgar y condenar sin pruebas a los presuntos responsables de lo que sucede; pero esto solo lo podrán hacer los periodistas y los empresarios que en el pasado reciente se asociaron con gobernadores de ingrata memoria para recibir beneficios económicos a cambio de maquillar la realidad.
En el campo de la libertad de pensamiento la sociedad ya avanzó y ahora falta que lo haga el gobierno, los empresarios, los periodistas y los que ya tuvieron la oportunidad de estar en el poder. Antes del 4 de julio, el monopolio de la verdad dejó de pertenecer a empresas de medios tradicionales que no registraron un hecho capital: los ciberciudadanos vivieron una revolución digital que dejó a esos medios de información en calidad de adefesios descontinuados, inútiles para los fines del poder de conservar su status.
Aquí, los jóvenes jugaron un papel relevante y hasta central, esa generación on line, como la llama Claudio Sánchez, fue la que propició el cambio de paradigmas que estamos viviendo; los arcaísmos como el del culto ranchero a la personalidad de políticos y funcionarios, que son vistos con sorna por la generalidad de nuestros visitantes, fueron rebasados por la modernidad y no deben prolongarse.
Mientras no se tenga conciencia de las formas que el viejo régimen autoritario asume en la vida cotidiana, afirma otro de los colaboradores, no habrá forma de desarticularlo de manera integral; este colaborador ve, como tarea urgente, la necesidad de impulsar procesos de empoderamiento social, construcción de ciudadanía y desarrollo de capacidades que permitan dar un salto definitivo en el desarrollo democrático del estado. En este contexto ya no tienen cabida en la situación actual los poderes tras el trono que tampoco deben seguir existiendo.
La historia de Oaxaca no va a cambiar solamente porque haya perdido el PRI; escribe otro de los articulistas, cambiará en la medida en que la administración entrante ubique su triunfo mucho más allá de las simples votaciones y reconozca el peso del movimiento social oaxaqueño, así como su impacto en la voluntad y la conciencia populares.
Vivimos en una sociedad, agrega, ávida de cambios y que tiene la esperanza de que ahora sí será tomada plenamente en cuenta; de tal manera que la responsabilidad histórica del gobierno entrante está en transitar a la democracia, dar a las comunidades y organizaciones, opciones para el desarrollo desde ellas mismas, lograr que la administración pública y el ejercicio político dejen de ser obstáculos para el florecimiento de la sociedad organizada y sus propuestas.
No podían faltar, en un libro como este, una serie de consideraciones acerca del que es, quizá, el tema más importante de toda sociedad: la educación en general y la educación superior en particular.
En la entrevista al gobernador Gabino Cué incluida al final del texto, los compiladores sostienen que, con algunas excepciones notables, toda la educación pública que se imparte en Oaxaca está por los suelos y le preguntan si está de acuerdo en que una señal clara del progreso y la paz anunciados durante su campaña sería la refundación de la UABJO a lo que agregan la pregunta de qué piensa hacer con el estado de postración en que está la antiguamente ilustre institución.
En el futuro próximo va a ser importante darle seguimiento al contenido de la respuesta ya que con relación a la política educativa, el gobernador dice que pondrá atención a la equidad y la calidad, dos aspectos centrales del proceso educativo.
Con relación a la equidad, agrega, es necesario ampliar la cobertura educativa a fin de que todos los jóvenes que deseen estudiar tengan la oportunidad de hacerlo. Esto es importante porque al iniciarse cada ciclo escolar, miles de aspirantes a recibir educación superior son rechazados y en el afán de ingresar a esa institución sólo les queda la alternativa de protestar, alimentar la corrupción o caer en manos de estafadores.
Con relación a la calidad, agrega el gobernador, debemos hacer un esfuerzo conjunto con todos los actores involucrados (estudiantes, autoridades educativas de todos los niveles y órdenes, sindicatos, maestros y padres de familia) para mejorar los contenidos, estructuras, modelos y servicios educativos que se ofrecen en las escuelas públicas. Los procesos educativos, por naturaleza, siempre son mejorables y adaptables.
Sin duda, no va a ser fácil ayudar a la universidad pública más importante del estado a que cambie radicalmente la situación que vive; lograr eso va a depender de varios factores. En uno de los ensayos de este libro, su autor considera muy probable que los universitarios interpreten el cambio desde diferentes ángulos y perspectivas. Dice que unos lo concebirán como una necesidad, otros verán en él una oportunidad para mejorar, algunos dirán que el cambio es necesario y otros se opondrán a él.
Ese ensayo sostiene que más allá de lo que piensen los universitarios sobre el cambio y ya sea que decidan cambiar o no, es importante destacar que la institución está ahora ante la gran oportunidad de salir de su postración y finaliza haciendo la siguiente consideración: dado que por regla general las imposiciones desde fuera de la institución no han dado buenos resultados, el cambio más efectivo será el que aflore desde dentro.
Los universitarios que simpaticen con el cambio deberán tener presente que habrá resistencias a él; es muy raro, dice, que un grupo con poder lo ceda sin más ni más, sobre todo si cuenta, como en sexenios anteriores con el apoyo del gobierno del estado. Este colaborador sostiene que gobernadores anteriores prefirieron aliarse con los grupos dominantes en la institución porque sobrevaloraron la estabilidad: les interesó más no tener problemas en su sexenio que el futuro de la educación superior.
El artículo afirma que en un tiempo breve se podría identificar cuáles eran y de donde provenían las resistencias al cambio; y deberá tenerse claridad también, dice el texto, que si quienes dirigen actualmente a la institución no cambian, el poder público tiene la gran responsabilidad pero también la suficiente autoridad para inducir los cambios a pesar de las resistencias.
Seguramente por eso, el hoy gobernador afirma, en la parte final de la entrevista reproducida en estas páginas que sin violentar la autonomía universitaria, convocará a las autoridades, así como a los estudiantes y maestros, para ver cómo diseñar una estrategia que permita su superación permanente.
Es necesario que la UABJO, afirma Gabino Cué, que tantos beneficios ha aportado a Oaxaca, cuente con mayores recursos, pero que exista también mayor transparencia sobre el uso de los mismos.
Habrá que aplicar la ley, dice el gobernador, para acabar con el porrismo, garantizar la seguridad, crear las condiciones, una atmósfera de tranquilidad, indispensable para el estudio, la docencia, investigación, difusión y la extensión de la cultura. Para lograr los mejores resultados y utilidad social de la UABJO, siempre será útil un compromiso entre los universitarios y el gobierno del Estado. Durante mi gobierno, finaliza, impulsaremos ese acuerdo básico.
Termino agradeciéndoles su atención, los invito a leer este libro y retomo las palabras de uno de los colaboradores quien sostiene que a lo largo de su historia, Oaxaca se ha distinguido en la construcción social de caminos alternos; ojalá dentro de algunos años, en lugar de lamentar que no se pudo, podamos decir que cumplimos si no todas, por lo menos la mayor parte de nuestras expectativas y el carro de nuestra metáfora, listo y arreglado, nos pueda llevar a todas partes.
Esta me parece una excelente, una brillante nota que resume el contenido de lo que también considero debe ser un excelente libro. Mucho se habla de los cambios y mucho mas se menciona sobre la enorme maquinaria de la que se vale el modelo político que pauperizado la vida no solo de Oaxaca, sino de toda la Nación. Las ideas y las propuestas que se proponen son básicas, son lo elemntal del cambio, lo mas importante, lo que la sociedad espera y por lo que durante tantos años ha luchado.
Cierto. Es el Estado de Oaxaca quien mas ha aportado en sacrificio social y quien mas batalla ha dado a partir de las organizaciones ciudadanas. Estos movimientos, los segundos, son el motor mas poderoso para lograr esos cambios, porque la sociedad demuestra frontalmente su desacuerdo co la forma de como se venía gobernando. Esto convierte a Oaxaca en un ejemplo vivo de lo que significa querer transformarse o autotransformarse.
Que hace falta construir ciudadania, mas y mejor ciudadanía, esperamos que sean las instituciones juntas las que la impulsen, que estén atentas, que los mismos jóvenes y ciudadanos peguen fuerte en esa tarea. Hay tiempo. Es cuestion de estar vigilantes para que el cambio se fortalezca y mantenga en buen rumbo.