En Tailandia, las madres jóvenes se benefician de ayudas para superar los retos a los que se enfrentan en un país donde el embarazo adolescente sigue siendo tabú y en el que ellas suelen abandonar los estudios.
Una joven madre se sienta en un taburete de madera sobre las brasas de un trozo de corteza colocado en una pequeña vasija de barro. Una tela blanca y morada cubre sus piernas e impide que salga el humo.
Este proceso forma parte de un tratamiento de la parte inferior del cuerpo para madres que dieron a luz siendo adolescentes. Pronto se tumbará en una esterilla en el suelo y recibirá un masaje relajante mientras su hijo de seis años dibuja con lápices de colores a su lado.
Aorn tiene ahora 21 años, pero parece mucho más joven. Es una de las 47.400 adolescentes de entre 15 y 19 años que dan a luz cada año en Tailandia y una de las muchas que se han enfrentado a la discriminación y la estigmatización.
Se quedó embarazada a los 14 años al no utilizar ningún método anticonceptivo. Los padres del chico la apoyaron y ambas familias se reunieron para decidir cómo gestionar el embarazo.
Aunque Aorn se sentía optimista respecto al parto, su madre pensaba que quedaría estigmatizada al ser madre joven y abandonaría los estudios.
Su madre la convenció para que tomara una bebida de hierbas para abortar el feto, que finalmente no funcionó. A pesar de este intento fallido de interrumpir el embarazo, su hijo, One, nació sano.
“Me sentí muy aliviada cuando nació sano, y no me arrepiento de nada”, declaró Aorn a Noticias ONU. “Estoy muy contenta de tenerlo en mi vida”.
Mientras su madre recibe cuidados, el enérgico y curioso One dibuja con lápices de colores, pero su abuela acertó al predecir que su Aorn dejaría de ir a la escuela, como les ocurre a muchas madres jóvenes de entornos desfavorecidos.
Un sueño hecho realidad
Con el tiempo, se puso en contacto con una pequeña organización no gubernamental, Khon Wai Sai**, en su ciudad natal, a las afueras de la capital regional de Chiang Mai, en el norte de Tailandia.
Apoyada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la organización ofrece servicios, orientación y pequeñas subvenciones económicas para la creación de pequeñas empresas a las madres adolescentes. Una de esas subvenciones ayudó a Aorn a hacer realidad su sueño de abrir una cafetería.
Actualmente, Aorn trabaja como educadora entre pares en Khon Wai Sai, transmitiendo sus conocimientos a otras jóvenes que podrían beneficiarse de su experiencia.
“Les cuento a las jóvenes, sobre todo a las de entornos rurales, que no tienen acceso a información sobre sus opciones, por ejemplo, el control de la natalidad”, explica.
“Muchas no tienen esa información. Yo conocía los métodos anticonceptivos, pero decidí no utilizarlos, así que lo que más necesitaba de Khon Wai Sai era ayuda económica para poner en marcha un pequeño negocio”, explicó.
Noticias ONU/Daniel Dickinson Nan fríe aperitivos tradicionales tailandeses para ganar dinero.
Educción sexual
La mujer que masajea a Aorn también es una madre adolescente. Nan dio a luz a los 16 años y ahora su hija tiene casi cuatro.
Ella también acudió a Khon Wai Sai en busca de consejo y apoyo, y finalmente logró formar parte del personal de la organización.
“En mi escuela no se hablaba de actividad sexual”, explica. “Los profesores nos decían que éramos demasiado jóvenes para saber de salud reproductiva. Y cuando fui al centro de salud a por un preservativo, me dijeron lo mismo. La gente sólo quería cotillear sobre mí”.
Nan se dedica ahora a pequeñas actividades generadoras de ingresos. Hace compost con restos de comida y está especializada en criar lombrices. También prepara en el centro unos aperitivos tradicionales llamados Dok Jok, un pan frito con forma de flor “que gusta sobre todo a la gente mayor”, explica.
A pesar de las dificultades que afrontaron estas dos mujeres para acceder a un buen asesoramiento, Tailandia trabaja intensamente para garantizar el derecho y el acceso de todos los tailandeses a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los jóvenes.
Noticias ONU/Daniel Dickinson Aemmy es la coordinadora de Khon Wai Sai, con sede en el norte de Tailandia.
Salud universal
El sistema de cobertura sanitaria universal, que está a disposición de todos los ciudadanos, ofrece servicios de planificación familiar y acceso a una serie de opciones de control de la natalidad, como píldoras anticonceptivas, implantes anticonceptivos y hasta 10 preservativos gratuitos a la semana a cada joven.
La ley aprobada en 2016 para garantizar el derecho a servicios adecuados y reducir los embarazos en adolescentes también ha dado buenos resultados. Cinco años después de su aplicación, la tasa de embarazos entre las jóvenes de 15 a 19 años se redujo a la mitad, pasando de un máximo histórico en 2011 de 53,4 nacimientos por cada 1000 a 24,4.
El objetivo actual es superar la meta original a menos de 15 nacimientos por cada 1000 mujeres.
Pese a que Tailandia cuenta con un marco jurídico progresista y un liderazgo regional en materia de salud sexual y reproductiva, los proveedores de atención sanitaria no siempre respetan la ley, y muchas madres adolescentes siguen teniendo dificultades para acceder a la atención que necesitan, destaca la coordinadora de Khon Wai Sai, Aemmy.
La legislación es relativamente nueva, por lo que muchos profesionales sanitarios, sobre todo en centros públicos, “siguen adoptando una postura o actitud negativa hacia los padres adolescentes, a pesar de la ilegalidad de negarles sus derechos”, afirma Aemmy.
Día de la Juventud
En vísperas del Día Internacional de la Juventud, que se celebra anualmente el 12 de agosto, afirmó que hay que seguir trabajando para garantizar los jóvenes reciban estos servicios que les niega.
“El gobierno tiene la responsabilidad de hacer cumplir la ley y también de asegurarse de que los profesionales de la salud reciben la formación adecuada”.
La discriminación y la consecuente estigmatización de las adolescentes embarazadas sigue siendo una de las principales barreras sociales que les impiden acceder a la atención sanitaria, pero según Asa Torkelsson, directora del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Tailandia, hay otros factores.
Entre ellas figuran la desigualdad de género, la pobreza, la violencia y la coacción sexual, las presiones sociales, la exclusión de las oportunidades educativas y laborales, y las actitudes negativas hacia las niñas, explicó.
En colaboración con el Gobierno tailandés, el Fondo ha establecido nuevas alianzas para promover lo que Torkelsson denomina “un enfoque más holístico para apoyar los derechos de las niñas y capacitarlas para evitar el embarazo en la adolescencia”.
Este enfoque incluye una educación sexual integral y adecuada a la edad para todos los jóvenes, la construcción de “sociedades con igualdad de género mediante el empoderamiento de las niñas y la participación de hombres y niños”, y “medidas para garantizar el acceso de los adolescentes a la información sobre salud sexual y reproductiva, así como a servicios que los acojan y faciliten sus elecciones”, explicó.
De regreso al centro Khon Wai Sai, One ha terminado su dibujo y se prepara para almorzar con su madre, mientras Nan fríe una nueva tanda de Dok Jok.
Ambas jóvenes han acabado accediendo a los servicios que necesitaban y se han comprometido a que los que vengan detrás también puedan hacerlo.
*Algunos nombres se han cambiado para proteger las identidades
**Este proyecto con Khon Wai Sai cuenta con el apoyo del UNFPA en Tailandia en asociación con Reckitt a través del proyecto plurianual “Empowering our Youth Project”, 2022 – 2026. Su objetivo es acabar con las necesidades insatisfechas de planificación familiar y promover el acceso a los servicios y derechos de salud sexual y reproductiva entre las poblaciones étnicas vulnerables y jóvenes del norte de Tailandia.