El terremoto de magnitud 9.0 en la escala de Richter y el posterior tsunami del pasado 11 demarzo, sumergieron a Japón en una profunda crisis humanitaria y nuclear, que dos semanas después reporta una cifra superior a los 10 mil muertos, 17 mil desaparecidos y una alerta general de contaminación radiactiva en el agua y el aire al noreste del país.
El primer ministro japonés, Naoto Kan, consideró días atrás que “esta es la mayor y más difícil crisis en Japón en los 65 años posteriores a la Segunda Guerra Mundial”.
El último reporte de la Policía Nacional cifra la cantidad de fallecidos en 10 mil 066, mientras al menos otras 17 mil 443 personas se encuentran desaparecidas.
El Gobierno japonés ha estimado que las pérdidas materiales dejadas por el terremoto pueden ubicarse entre los 16 y los 25 billones de yenes, que se traducen entre 197 mil y 308 mil millones de dólares estadounidenses.
Entre ambos fenómenos naturales destruyeron aproximadamente unas 18 mil viviendas y más de 130 mil edificios, principalmente en las zonas costeras del noreste japonés.
Las ciudades más afectadas por la tragedia son Miyagi, Iwate y Fukushima. En Miyagi hay contabilizados, hasta la fecha, cinco mil 889 muertos, en Iwate otros tres mil 025 y en Fukushima unos 839.
Entre los afectados se cuentan unas 440 mil personas, de las cuales más de 250 mil son damnificadas que viven temporalmente en unos mil 900 refugios temporales habilitados por el Gobierno.
Adicional a la tragedia , desde el 11 de marzo se suman más de 700 réplicas del terremoto, situación que mantiene a la población japonesa en un estado de emergencia perenne. Por lo menos un 10 por ciento de los temblores posteriores al terremoto ha superado la magnitud 4.0 en la escala de Richter, más de una decena sobrepasa los 6.0 y algunos han llegado hasta por encima de 7.0, en sólo dos semanas.
El sismo provocó también daños en la insfraestructura de las centrales nucleares del noreste de Japón, las cuales debieron ser inmediatamente detenidas. Esto afectó notablemente la capacidad de producción de electricidad, que se ubicó en niveles por debajo de lo normal y no satisface la demanda regular.
El Gobierno tomó entonces como medida la interrupción de parte del suministro eléctrico en ciudades cercanas a las afectadas, con la finalidad de evitar un apagón masivo en regiones enteras. Los recortes eléctricos se dan en Tokio, Chiba, Gunma, Ibaraki, Kanagawa, Saitama, Tochigi y Yamanashi y se extenderán hasta finales de abril.
Emergencia nuclear
Además de los daños en la insfraestructura de los seis reactores nucleares de la central de energía de Fukushima Daiichi, se detectaron fallas en todo el sistema de refrigeración de la planta. Los reactores 1, 2 y 3 han registrado explosiones y pequeñas fugas radiactivas que obligaron a las autoridades a evacuar a decenas de miles de pobladores residentes en un radio de 20 kilómetros.
Las explosiones fueron causadas por el sobrecalentamiento de los reactores de agua en ebullición y, en principio, hubo temor por la posible fusión no controlada en el interior de los reactores.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) informó días atrás que el combustible con mayor contenido de radiactividad está en los contenedores altamente blindados del reactor, y solo son liberados a la atmósfera gases con muy bajo contenido de radiactividad.
Sin embargo, este viernes la emergencia se disparó nuevamente, tras detectarse en el reactor 3 un elevadísimo nivel de radiación -10 mil veces superior al que tiene el agua en el interior de un reactor en funcionamiento- siendo esta unidad la más peligrosa porque además de uranio contiene plutonio.
La agencia local Kyodo informó también que se detectó agua altamente radiactiva en los edificios de turbinas de las unidades 1 y 2 de la central nuclear.
El Gobierno teme que por estos escapes radiactivos se contamine la cadena alimenticia y el agua en Tokio, donde viven 35 millones de personas, e incluso en el extranjero.
Desde hace días el consumo de agua de tubería esta totalmente prohíbido. Han surgido problemas en la distribución de agua potable y el consumo de alimentos también fue restringido en muchos locales, dado el peligro que puede constituir para la salud humana, consumir un elemento contaminado con radiactividad.
El primer ministro Naoto Kan dijo que la situación en la planta nuclear “continúa siendo grave y seria (…) No estamos en una posición en la que podamos mostrarnos optimistas”.
El miedo se extendió al resto del mundo. Países como Estados Unidos, Australia, Canada, Rusia, China y Corea del Sur y muchos de Europa decretaron controles sobre los productos frescos provenientes de Japón.
La emergencia nuclear ha dejado, prácticamente, en segundo plano la crisis humanitaria. Japoneses declaran ante medios de comunicación que esta situación nuclear no debe distraer a la comunidad internacional en torno a las necesidades que todavía están por cubrir a los cientos de miles de damnificados y afectados.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) está recolectando fondos para la situación crítica que vive Japón, pero al carecer de almacenes en el país, prestan colaboración a los organismos que trabajan allí, sin poder desarrollar un proyecto en físico.