Ciudad de México.- El reporte “Armed Conflict Survey 2017” (ACS), publicado por el International Institute for Strategic Studies (IISS), utiliza cifras cuyo origen se desconoce, refleja estimaciones basadas en metodologías inciertas, y aplica términos jurídicos de manera equivocada.
Sus conclusiones no tienen sustento en el caso de México.
El reporte señala de manera irresponsable la existencia de un “conflicto armado (no internacional)” en México. Ello es incorrecto; la existencia de grupos criminales no es un criterio suficiente para hablar de un conflicto armado no internacional. Tampoco lo es el uso de las Fuerzas Armadas para mantener el orden al interior del país. En este sentido, el reporte buscar dar un tratamiento similar a naciones con fenómenos completamente diferentes, que no son comparables ni medibles entre sí.
La violencia relacionada con el crimen organizado es un fenómeno regional, que va más allá de las fronteras que México comparte con Estados Unidos, Guatemala y Belice, entre muchos otros países. Los retos que México enfrenta en este rubro no pueden aislarse de fenómenos relacionados en otras jurisdicciones, como el tráfico de armas y la demanda de drogas. El combate al crimen organizado transnacional debe analizarse de manera integral.
La estimación total de homicidios dolosos a nivel nacional en 2016 aún no ha sido publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), por lo que se desconoce el origen de la cifra utilizada en el reporte. También es inverosímil la suposición que hace el estudio al considerar que todos los homicidios que tuvieron lugar en México están “relacionados con el combate a las organizaciones criminales”.
Ello debido a que las estadísticas de homicidio doloso, como la del INEGI, incluyen casos de muertes por riñas, muertes por arma blanca, muertes asociadas a la comisión de delitos del fuero común, así como aquellas producto de conflictos vecinales o comunitarios, entre otras. En este sentido, el reporte parte de una base errónea y carente de rigor técnico.
El ranking de países que realizan los autores con base en sus estimaciones de homicidios carece de cualquier rigor metodológico. Partiendo de cifras correctas, sería viable hacer comparativos por tasas para así tomar en cuenta las diferencias en el número de habitantes de los países.
De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de 2014 (el reporte más reciente a nivel internacional), México está lejos de ser uno de los países más violentos del mundo.
Tan solo en América Latina países como Honduras, Venezuela, Belice, Colombia o Brasil registran tasas de homicidios por cada 100 mil habitantes de 90.4, 53.7, 44.7, 30.8, y 25.2 respectivamente, mientras que México registró una tasa de 16.4, cifra muy por debajo de muchos países de la región.