Por Horacio Corro Espinosa
No me imaginé que el mes de febrero, fuera el que prefieren los enamorados para casarse. Por coincidencia, he platicado con algunas parejas que se van a casar por estos días, y la verdad, se les ve bastante felices. Lo curioso del asunto es que cuando platico sólo con el novio, todos coinciden en algo: la lana. Platicar con un enamorado a unas horas de su boda es bien sabroso, mientras no salgan a relucir los billetes.
Ahora les pregunto a los lectores, ¿se han preguntado alguna vez, cuánto cuesta casarse? Si nunca has pensado en eso es porque a lo mejor no te interesa casarte. Si estas a punto de cometer ese acto, es mejor que empieces a hacer cuentas, de lo contrario, por económica que sea tu boda, siempre se va una lana. Entonces, a ver, ¿cómo andas de lana?
Cuando una pareja está próxima a casarse, por lo general, los parientes y amigos asedian a los novios con la intención de que le impriman a la fecha señalada un toque de distinción, pero no piensan en el elevado presupuesto que ello demanda.
La pareja sensata se pregunta si es indispensable organizar una fiesta de boda que requiera la inversión de tanto dinero; si se justifica derrochar miles y miles de pesos en anillos de compromiso, ceremonia de etiqueta y extravagante luna de miel.
La pareja que le encanta la pachanga responde que son tradiciones; o que es la ilusión de sus padres; o porque quiero que todos se entren que salgo de blanco de mi casa… y un sin fin de pretextos para hacer la fiesta.
A ver, hagamos cuentas sin números: el traje de novia que va a ser usado unas cuantas horas ¿cuánto cuesta?, y luego, si la novia es de esas chocantes y apretadas que quiere su vestido de la mejor boutique de la ciudad o del país o de esos lugares llamados de altísima costura, va costar un ojo y la mitad del otro.
Y si hablamos de la imprenta, éstas cuentan con una serie de modelos prefabricados sobre los cuales se basan para hacer las invitaciones. Las muestras están elaboradas con diferentes textos, tipos de letra, dibujitos cursis donde puede uno escoger. Los diseños son siempre los mismos en casi todas las imprentas. Pero si se te ocurre una en especial, desde luego que te cuesta más caro, pero satisfaces el capricho. Luego viene el tipo de papel sobre el cual vas a imprimir, que eso también puede elevar el costo.
Pero espérenme tantito, déjenme hablarles de las iglesias: En este concepto se pueden evitar gastos mayores si escogen un templo sencillo y sacrifican la vanidad y algunos lujos que ofrecen las iglesias de mucha pompa. Dicen que casarse en la catedral, por ejemplo, y aquí entre nos, ese lugar trae muy mala suerte, porque casi todos, si no es que todos lo que se han casado ahí terminan mal, bueno, eso me han dicho.
Hay parejas que me aseguraron que durante meses, esperaron un lugar libre para casarse en la iglesia de Santo Domingo, pero nunca encontraron lugar, a sabiendas de lo caro que es ese lugar. El importe por los servicios de la iglesia varía desde lo sencillo con flores y sin música, hasta con flores y coro completo.
Y luego, falta todavía hablar de lo más importante: la fiesta, la gorra, pues. A donde irá mucha gente que ni siquiera conoce a los novios ni los novios a los invitados, pero que solo van a consumir y a criticar porque nunca quedarán satisfechos. Luego, todavía hay más, pagar la música, los platillos, las botellas, el pastel, video, fotos, sillas, mesas, adornitos, recuerditos, refrescos, meseros, alquiler del salón… No, no, no, no… En fin, pues, todo sea por una efímera pachanga.
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