Entrelíneas
Miguel Ángel Schultz
Entre las obras que se antojan ociosas y de un alto costo están las ciclovías que se construyeron entre Santa María del Tule, Tlalixtac de Cabrera y la ciudad de Oaxaca, que pareciera que fueron hechas para justificar el gasto del presupuesto, porque no representan una alternativa real para los ciclistas y menos una solución para el problema del transporte público. El proyecto de las ciclovías viene del sexenio pasado de Ulises Ruiz, que fue abortado, por el conflicto social que estalló en el año 2006.
Una medida amigable con el medio ambiente resultó todo un fracaso, porque provocó en Avenida Universidad un congestionamiento desmedido, al haberse reducido un carril, en cada sentido de esa importante vialidad, por lo que ahora el tiempo en recorrer la arteria, en horas pico, se ha triplicado. Resulta absurdo porque esa avenida, es la que llega al deprimido o paso a desnivel, cuyo costo fue de 220 millones de pesos, para provocar el mismo embotellamiento que trató de evitarse.
La lenta circulación genera mayor contaminación. Además afectó a los negocios de la zona al bajar sus ventas hasta en un 40 por ciento, a decir de los propietarios. Lo peor de todo es que la ciclovía, resulta ociosa, no va a ningún lado de la ciudad, sino que comunica hacia El Tule. Fue tan mal planeada que no es utilizada por los ciclista ni en los días de descanso, por ello afirmamos que estás obras son resultado de la demagogia más absurda del munícipe Javier Villacaña y del gobernador Gabino Cué.
Las carencias de los habitantes de la capital oaxaqueña y municipios conurbados son básicas y estos gastos son una ofensa, lo que se requieren son servicios básicos como: Agua potable, drenaje, calles pavimentadas, alumbrado público y salud. A pesar de tener el turismo como una alternativa económica, lo primero que recibe el visitante es una “patada” en la nariz con la contaminación del río Atoyac, es su paso al aeropuerto que impregna aire con fuerte olor a excremento.
Misma fetidez se respira en las plazas comerciales del sur de la ciudad y por donde bordea el río Salado, que llega desde Mitla y Tlacolula; cauce que está convertido en un desagüe. Falta sentido común para que en vez de obras de “relumbrón”, como las ciclovías, que costaron decenas de millones de pesos, se implemente un programa para incentivar el uso de la bicicleta, no como diversión dominguera, sino como alternativa de movilidad, eso se logra con campañas de educación, programas de bicicletas públicas y marcar áreas exclusivas para bicicletas. A inicios de la década de los años 70 el uso de la bicicleta era común en la ciudad de Oaxaca.
¿Sabrán los turistas que nos visitan que Oaxaca no tiene rastro?. Por lo que consumimos carne sin control sanitario, que se mata a los animales con suma crueldad, que el fescalismo al aire libre de humanos y de animales, hacen que Oaxaca ocupe el décimo lugar en el país en enfermedades diarreicas; que los perros que habitan la ciudad de Oaxaca el 73.3 por ciento tienen parásitos y que el fecalismo canino y el humano es una práctica cotidiana en la ciudad de Oaxaca, cuyos habitantes padecemos de parasitosis, enfermedad de la pobreza, del tercer mundo, pero pronto “estrenaremos ciclovias del primer mundo”.
@MiguelAschulz