Nueva oposición por definir

Porfirio Santibáñez Orozco

A pesar de haber sido derrotados en las elecciones concurrentes del domingo 4 de julio de este 2010, los priístas siguen siendo una fuerza política importante en el estado de Oaxaca.

Las fuentes del poder que todavía tienen y conservarán, por lo menos en los tres próximos años son varias. Todavía faltan cuatro meses para que entreguen el gobierno del estado; más de 600 mil oaxaqueños votaron por ellos; gracias a esa votación tendrán 16 diputados locales, 73 presidentes municipales y un número global todavía no determinado de regidores de representación proporcional.

Los priístas fueron derrotados pero no han desaparecido ni lo harán en el corto plazo; seguramente ya están preparando las medidas que tomarán en la nueva condición opositora que van a empezar a vivir a partir de noviembre y diciembre de este año así como de enero del 2011.

Aunado a lo que obtuvieron en las urnas del 4 de julio, desde las elecciones del 2009 y hasta el 2012 cuentan y contarán con 13 diputados federales en el congreso de la Unión que, a partir de septiembre de este año, participarán entre otras cosas en la discusión del presupuesto federal.

Todo lo anterior, conjugado, solo quiere decir que los priístas de Oaxaca disponen de un capital político que podrán manejar a partir de que se conviertan en una nueva oposición política que no había sido vista en el estado.

Tendrán en contra, eso si, a un gobernador que luchó contra ellos y los venció, a 25 diputados de la coalición Unidos por la Paz y el Progreso (CUPP), a 79 presidentes municipales de otras tantas ciudades importantes del estado en las que el PRI perdió las elecciones y una ciudadanía informada y participativa que se hartó de sus políticas.

Con este trasfondo resultan propositivas y un tanto reveladoras las declaraciones del senador Adolfo Toledo Infanzón, quien este sábado 31 de julio aconsejó a sus compañeros de partido cerrar la página, no aferrarse al pasado, ser tolerantes sin extender ningún cheque en blanco, ser críticos y no permitir que el entrante sea un gobierno de fachada.

Es decir, Toledo les está proponiendo que no se opongan a todo y les recuerda que ser interlocutor del nuevo gobierno no querrá decir que van a aprobar todo lo que les propongan. Quizá la sugerencia más interesante sea la de no aceptar un gober de fachada, o sea, que el gobernador formal sea uno (Gabino Cué) y que quienes manden sean otros (Diódoro, Murat…).

Implícitamente, el senador Toledo invita a los dirigentes reales de su corriente política a cambiar las estrategias de confrontación que no les sirvieron cuando tenían todo el poder y no les servirán en los nuevos tiempos; por eso seguramente les propone establecer una agenda para el desarrollo del estado y ponerla en la mesa para su discusión con los gobiernos estatal y federal.

El también dirigente de la Confederación Nacional Campesina (CNC) en el estado ve, entre los pendientes más importantes de su partido, capacitar a los priístas que hayan sido electos como autoridades municipales; definir quienes van a ser sus regidores de representación proporcional; escoger a quienes vayan a ser sus candidatos en las elecciones de usos y costumbres (¿entonces la asamblea comunitaria es un fantasma que anda por ahí vagando, de adorno?); reconoce que la agenda del 2012 ya se adelantó y finalmente los invita a prepararse para que, si todo va bien, puedan recuperar el gobierno del estado en las elecciones del 2016.

Si fuera tan fácil hacer realidad lo que uno quiere, entonces, al conjuro de las palabras de Toledo Infanzón las piezas se irían colocando en el lugar que les corresponde, todos estaríamos ante una transición más tersa, civilizada, inteligente, moderna y Oaxaca empezaría a vivir nuevos tiempos.

Sin embargo, las cosas no han ocurrido así en ningún momento, incluso ni cuando él era el dirigente del partido al que ahora quiere dirigir desde la central a la que lo mandaron castigado después de la derrota del 4 de julio. Uno de los problemas aquí, quizá el primero, es que Toledo no es el que decide en su partido; quienes toman las decisiones en aquellas filas están más ocupados en exonerar a los que ya se van y en poner todas las trabas que puedan a los que van llegando.

Otro problema, este de más graves consecuencias, es que, lejos de la reciente invitación a la mesura que les hace el senador Toledo, varios priístas están más interesados en retar, a través de la Kid Mezcales y otros conspicuos integrantes del bronx priísta, a los que les quieran hacer caso.

Tardío pero finalmente reconfortante el reconocimiento del ex dirigente estatal del PRI, quien a toro pasado reconoció que la del 4 de julio no fue una elección de Estado tradicional sino, como lo dijimos anteriormente, una lucha de las estructuras contra los aparatos: el del gobierno federal contra el del gobierno del estado.

Un reconocimiento más, que también señalamos en el momento en que estaban ocurriendo los hechos, es el de que no hubo una campaña de propuestas ni proyectos, sino una lucha de dos cuartos de guerra que se propusieron conquistar el mercado de votos mediante el recurso de posicionar mejor a sus candidatos como si fueran detergentes, productos milagrosos o las mejores mercancías.

A pesar de que la política real se mueve por otros carriles y no obstante que el 24 de diciembre y el 6 de enero todavía están muy lejos, por aquello de cerrar los ojos y pedir deseos,  ojalá esta vez si le hagan caso, porque si eso sucede, las consecuencias nos ayudarán a todos. Abundaremos…