Polarizados
Porfirio Santibáñez Orozco
SIN que se note mucho ni se hable suficientemente de ello, el periodismo de Oaxaca vive horas que posiblemente resulten cruciales para el gremio, la sociedad y el gobierno mismo.
Los periodistas con poder y algunos hombres del poder que están incursionando en las filas del periodismo, pero por razones ajenas a éste, aseguran que el estado acaba de deshacerse de un gobierno autoritario y que se encuentra viviendo un proceso de transición hacia un régimen democrático en el que se privilegiará la ley.
Esta es una versión apretada y muy esquemática del periodismo que están haciendo quienes creen que el cambio de siglas en el gobierno fue suficiente para que todos digamos aleluya.
Sin embargo, hay síntomas alarmantes que contradicen esta fábula y dos de ellos son los actos de violencia y las agresiones a periodistas ocurridos recientemente.
El 15 de febrero, en el marco del enfrentamiento entre miembros de las policías estatal y federal preventivas con maestros de la Sección 22, varios reporteros fueron agredidos y a partir de esa fecha el diario Noticias desató una campaña de desprestigio contra el grupo de profesores al que señaló como los agresores del secretario de Seguridad Pública.
En una actitud totalmente censurable por la irresponsabilidad de poner en juego, incluso, la integridad de los señalados, Noticias detuvo su campaña después de la protesta de la Sección 22 que le recordó a los directivos del diario la actitud solidaria del magisterio hacia ellos cuando fueron agredidos, en 2005 y 2006.
El 5 de marzo de este año, en el contexto de la desmedida represión de la policía estatal contra quienes protestaban pacíficamente por una corrida de toros, los reporteros y periodistas que cubrieron los detalles de esta información fueron drásticamente sancionados. Uno de los noticieros radiofónicos más importantes del estado, “Antena 89.7”, fue abruptamente cancelado, varios periodistas perdieron esa fuente de trabajo y los radioescuchas perdieron una buena fuente de información.
Actos como lo mencionados les dan cierta razón y material informativo a periodistas que todavía no digieren lo que sucedió en las elecciones del domingo 4 de julio de 2010; ellos, que también pertenecen al gremio, no están de acuerdo con la versión oficial de lo que pasa en Oaxaca, sostienen que el gobierno acabado de llegar es peor que el que se fue.
El gremio periodístico oaxaqueño, como la sociedad misma, sigue profundamente dividido, polarizado, y, de permanecer así, va a ser presa fácil de la censura, la imposición y las agresiones. Sin la unidad de quienes pugnen por un periodismo libre, independiente, no habrá transición por la mala costumbre que tienen los políticos profesionales de todos los colores de no escuchar, salvo que se les digan las cosas a gritos y sombrerazos.
Lamentablemente, pocos periodistas han entendido la importancia de buscar mecanismos que los unan por encima de sus diferencias y transparentar el ejercicio de sus relaciones profesionales con el gobierno del estado; si no se logran ambas cosas, lo lamentarán profundamente. Abundaremos…