El temblor que viene. Se producirá en las costas de Guerrero, rebasará los 7.5 grados y ocurrirá en no más de 10 años.
Lo que el Servicio Sismológico Nacional (SSN) sí sabe del temblor que viene es que el epicentro muy probablemente se originará en la llamada Brecha de Guerrero, que desde 1911 no libera energía.
Los datos que faltan son la fecha y la hora. El doctor Carlos Valdés, jefe del departamento del Servicio Sismológico Nacional, asegura que ellos estudian pero no predicen los temblores. Lo único que sí se atreve a predecir es que ese temblor puede ocurrir hoy o en 10 años, pero no más, pues los temblores tienen sus tiempos.
Que rebasará los 7.5 grados. Que tardará casi un minuto en llegar al Distrito Federal, pues el epicentro está a 300 kilómetros de distancia entre Ixtapa y Acapulco.
Que el mismo impacto se sentirá en la Diana de Acapulco que en la Diana Cazadora de la ciudad de México. Que quienes se encuentren en una zona blanda, como Iztapalapa o la colonia Roma, lo sentirán 40 veces más que quienes se encuentren en zona rocosa, como ciudad Universitaria o en San Jerónimo.
Valdés, es un hombre acostumbrado a ellos, dice que tan sólo en 2010 llevamos más de mil 400 temblores en la República Mexicana, todos de baja magnitud. El más alto ha sido de 7.2 grados, en Mexicali. Por arriba de 8 grados sólo ocurren entre 18 y 25 en todo el mundo cada año, y en 2010 ya se presentaron cinco y fue uno de ellos el que ya le tocó a México.
Otro dato predecible es el epicentro, pues los sismos mexicanos más importantes han ocurrido en la región costera entre Jalisco y Chiapas.
Estudios sismológicos recientes muestran que es muy probable que un nuevo sismo con magnitud cercana a 7.7, ocurra entre los puertos de Acapulco y Zihuatanejo. Tan seguros están, que el Sistema de Alerta Sísmica de la ciudad de México fue desarrollado para contribuir a mitigar los efectos de los sismos fuertes generados en la Brecha de Guerrero.
“El problema con el Distrito Federal es que es una gelatina. La ciudad se asentó en el gran Lago de Texcoco, por lo que la duración y la intensidad del movimiento es mayor incluso que en la zona de epicentro. Las ondas iniciales de un temblor viajan a siete kilómetros por segundo, así que si el epicentro está a 300 kilómetros, entonces en 42 segundos tendremos las ondas en el centro de la ciudad; el problema es que aquí tomará fuerza, pues al ser una zona blanda se magnifica”, dice.
Para tomar en cuenta
A pesar de que existe un mapa de zonificación sísmica y que se subdivide en tres categorías, desde la más rocosa y segura hasta la más blanda y peligrosa, el doctor Valdés afirma que no hay nada más confiable que el ojo humano para saber en cual estamos parados.
“Si cuando pasa un camión pesado por nuestra calle y la estructura donde estamos se cimbra, eso quiere decir que nos encontramos en una zona blanda, si las estructuras están inclinadas o bien observamos que la calle no está completamente pareja, es decir hay desniveles, estamos frente a una zona de riesgo”, explica el especialista.
Él aclara que esto no quiere decir que toda estructura que se encuentra en zona blanda pueda colapsarse, pues las construcciones que corren riesgo son aquellas muy viejas y a las que no se les reforzó la estructura. “Hay muchos edificios y casas que están situados en estas zonas blandas que son remodelados, pero para los propietarios esto quiere decir que les cambiaron ventanas, pisos, puertas, clósets, los pintaron y ya está y eso en un temblor de 7 u 8 grados no sirve de nada”, afirma.
Las señales son muchas veces claras. Aparecen cuarteaduras, de forma diagonal en los muros; los vidrios pueden estrellarse sin motivo aparente, las puertas suelen atorarse cuando se intentan abrir, aparecen manchas de humedad en paredes que desprenden la pintura o simplemente hay una inclinación en la estructura.
Sin embargo, hay mucho por hacer antes de un temblor. Reestructurar las edificaciones sería una buena alternativa y no es tan caro como la gente piensa, o bien hay que revisar los planos de las nuevas construcciones que se hicieron después de 1986 y que debieron de haber cumplido con todo el exigente reglamento de construcción.
“Hay acciones que debemos tomar ya, por ejemplo, realizar simulacros en casa de noche y con la luz apagada, tomar decisiones si nos vamos a salir o a quedar dentro. Si salir nos toma más de un minuto, lo mejor es quedarse, pero ubicar zonas seguras dentro de la casa, subir a las azoteas funciona siempre y cuando los tanques de gas estén reforzados con agarraderas al piso o al pared”, comenta Valdés.
La emisión del aviso
El científico explica que es un privilegio estar a 300 kilómetros de la zona de epicentro, pues la alarma sísmica nos da 60 segundos de ventaja y hoy se encuentra instalada en instituciones de gobierno, escuelas públicas, universidades, unidades habitacionales, en el Metro, estaciones de radio y en los canales de televisión 11 y 22, entre otros.
La alerta sísmica tiene 12 estaciones sismo sensoras en la costa de Guerrero, que estiman el pronóstico de magnitud de la actividad sísmica local y lo envían por radio hasta la estación central de registro en el DF. Con esta información las computadoras del sistema controlan la emisión automática de los avisos de alerta sísmica que difunden en el valle de México. Anticiparlo es posible, porque las ondas de radio son más rápidas que las ondas sísmicas y porque su epicentro podría estar a más de 300 kilómetros de la ciudad de México.
Al inicio de un sismo fuerte se generan dos ondas principales: la onda “P” o primaria y la onda “S” o secundaria. La onda “P” es la primera en generarse, y viaja a una velocidad mucho mayor que la onda “S” (4km/s). En el instante en que esta onda es detectada por un Instrumento de medición (acelerógrafo) y se corrobora la magnitud del sismo, éste emite una señal de radio que viaja a través de torres de comunicación ubicadas en El Veladero y El Alquitran, en Guerrero y en el cerro Chichinahutzin, situado en Morelos.
El tiempo de arribo a la ciudad de México de las ondas “S” (8 km/s) generadas en las costas de Guerrero, y que son las mas destructivas, oscila entre 50 segundos y un minuto, según el lugar donde se produjo el foco del terremoto.
Para Carlos Valdés, la información con la que se cuenta es suficiente para tomar en serio el asunto y prepararse ante un sismo de mayores magnitudes. “Es imposible cambiar toda la ciudad a una zona rocosa, es por ello que reforzar las estructuras puede ser la salvación de muchas vidas humanas”, dice.
Para ello se puede recurrir a las oficinas de Protección Civil de las delegaciones del DF, donde hay personal que puede hacer una valoración del inmueble de forma gratuita, o bien contratar los servicios de un Director Responsable de Obra, quien está preparado para realizar dictámenes sobre las condiciones de una construcción.
Otra buena opción es prepararse con simulacros. Incluso el Sistema Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación ha comenzado a dar platicas a la sociedad sobre qué hacer antes, durante y después de un sismo. En su página de Internet invitan a las pláticas informativas gratuitas el segundo y cuarto martes de cada mes, durante todo el año, en un horario de 12:00 a 14:30 horas.