Fin de ciclo o fin de temporada?
Porfirio Santibáñez Orozco
LA TARDÍA RENUNCIA de la diputada priísta Carmelina Cruz Silva a la fracción parlamentaria del que por decisión propia seguirá siendo su partido podría añadir un clavo más al ataúd de la “cultura de la línea” que prevaleció en México durante muchos años y tenía o tiene en Oaxaca uno de sus últimos reductos; o podría también significar un acto más de oportunismo político dictado por la estrategia del sálvese quien pueda que están utilizando muchos demócratas súbitos y conversos de última hora.
Esa renuncia es tardía no porque se de al cuarto para las doce, cuando la LX legislatura está a punto de concluir el período para el que fue electa, sino porque ocurre después de casi tres años de soportar todo lo que ella misma denuncia ahora: NO ser tomada en cuenta, NO permitirle realizar su labor, NO tomar en cuenta sus iniciativas, NO tratarla con respeto, NO permitirle asumir la presidencia del Congreso y seguramente un largo etcétera que ella NO reseñó para NO abundar.
Con elemental sentido común, cualquier suspicaz podrá preguntarse por qué se tardó tanto y NO denunció el mal trato cuando éste estaba ocurriendo si era toda una diputada, tenía fuero constitucional y, se supone, tenía tras de sí el poder y la autoridad que le da haber sido electa por un sector importante de ciudadanos a los que representa.
A pesar de su carácter tardío, incompleto y anecdótico, la renuncia adquiere una relevancia mayor porque ocurre en un contexto en el que, por una parte, los priístas nacionales y locales están redefiniendo sus estrategias y, por otro lado, se abre la posibilidad de terminar con una cultura de la negación que le ha hecho mucho daño al país y sigue imperando tanto en los congresos como en otros espacios de nuestra sociedad.
Las autopsias no les sirven a los difuntos sobre los que se practican, pero bien que ayudan a los que quedan vivos. De manera similar, las denuncias de la diputada Cruz Silva NO le servirán mucho a ella, a la agonizante LX legislatura ni a los miembros de su partido por más que los medios las hayan difundido y ella esté dirigiendo copia de sus quejas a la dirigente nacional Beatriz Paredes.
Lo que no se debe perder de vista es que mucho de lo que suceda después de esta renuncia servirá como parámetro para saber, a partir del 13 de noviembre de 2010 fecha en la que se instalará el nuevo congreso local, si efectivamente estamos ante el fin de un ciclo o solo pasó frente a nuestros ojos otra muestra banal de un fin de temporada.
Lo que suceda, por supuesto, dependerá en gran parte de lo que haga la mayoría de los nuevos diputados. Abundaremos…