El Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca, capital del estado, no solo es un espacio declarado patrimonio de la Humanidad desde el año de 1987, sino también, representa un motor de la economía de Oaxaca, que ha sido y es afectado drásticamente en su actividad comercial, por las continuas protestas que se han venido dando desde los años 70s del siglo pasado, pero el impacto más severo lo ha sufrido durante la rebelión popular del 2006, que provocó el cierre de por lo menos 800 negocios.
Lo acabamos de ver con la protesta de los taxistas, efectuada el pasado miércoles 25 de julio, donde las actividades no solo económicas, sino también laborales se vieron impactadas, lo que provoca el cierre constante de comercios que son fundamentalmente empresas familiares, ya que sus dueños son padres, hijos y hermanos que laboran a la par de sus los asalariados, si es que aun los tienen.
Al impacto negativo de las protestas sociales en el Centro Histórico, se suma la presencia del comercio informal, que ha saturado las calles con el mayor potencial comercial de Oaxaca, ya que se han creado verdaderas plazas comerciales en lugares neurálgicos como la Alameda de León, donde existen 200 puestos, que no pagan impuestos, ni tampoco dan ninguna prestación a sus empleados, no pagan ni seguro social, ni Infonavit y eso sí, saturan de mercancía, el mercado del Centro Histórica.
De acuerdo a cifras proporcionadas por las autoridades municipales existen actualmente, más de cuatro mil comerciantes informales que llenan las calles; que también se han establecido por ejemplo en la plazuela del Carmen Alto, ubicada a unas cuatro calles del corazón del Centro Histórico, ya que estos fueron movidos apenas 200 metros de donde se encontraban, que era la plazuela de Labastida, hasta inicio de julio del presente año.
Aunado a lo anterior se suma la presencia de los grandes centros comerciales, cadenas de tiendas que se caracterizan por los bajos salarios que pagan a sus empleados, que imponen condiciones de una competencia comercial donde éstos tienen todas las ventajas, incluso sus domicilios fiscales no están en Oaxaca.
Por si esto fuera poco, los impuestos municipales se han elevado drásticamente, en algunos casos hasta dos mil por ciento, como el impuesto predial, la continuidad de operaciones, el pago de agua, entre otros muchos más.
Tal pareciera que se busca vaciar el centro histórico de los actuales comerciantes establecidos, para abrir el espacio a nuevos capitales, es decir que definitivamente el pez grande se come al chico, con la complicidad de las autoridades, pero de eso ya hablaremos más adelante.