El asalto a la razón

Carlos Marín

Carlos Marín
Carlos Marín

El sainete declarativo que suscitó ayer la encuesta de salida del Gabinete de Comunicación Estratégica-MILENIO sobre la elección para gobernador en Oaxaca debiera bastar para que el comentarista Lorenzo Meyer haga este lunes lo que, a costa de la cuestionada credibilidad en su honestidad intelectual, no quiso hacer cuando se lo sugerí: disculparse con esta empresa editorial y conmigo.

Apoyado en la difusión de la grabación clandestina de una conversación telefónica entre el gobernador de Oaxaca y su achichincle de medios (transmitida el 21 de junio en el programa de radio que conduce Carmen Aristegui), en la que se escucha que el subordinado estaba viendo a Gabino Cué platicar conmigo en MILENIO Televisión y se alude a un supuesto “acuerdo” para que el candidato de legítimos y espurios no apareciera, el comentarista calumnió así:

“… también ahí, en esas grabaciones, salen nombres de periódicos, de órganos periodísticos, que están aceptando esta autoviolación de la ética periodística…”.

El 23 de junio, en un texto que titulé: A Lorenzo Meyer, por calumniar, al comentarista le hice ver: “Provocaste que Aristegui tropezara con su insidioso remate: No sólo eso, Lorenzo…”, y le hice este planteamiento:

“Espero tengas la honradez y amabilidad de disculparte ahora, y no la cachaza de aguardar hasta que un juez te obligue a hacerlo”.

Al día siguiente, Meyer dejó ver su vergonzante soberbia y propensión a la sucia infalibilidad:

“Si alguien tendría que disculparse, ya se disculpó el… como le llama Marín, achichincle de Ulises Ruiz; él es el que nos proporcionó la información…”.

Elusivo, se refería al comunicado del interlocutor del gobernador oaxaqueño (“Rechazo cualquier tipo de manipulación y descontextualización y expreso una disculpa pública al periodista Carlos Marín y al grupo MILENIO por la pretensión del gobierno federal de involucrar a los medios de comunicación en su intento por recuperar preferencias electorales”).

Lejos de aceptar que profirió una calumnia (“…órganos periodísticos que están aceptando esta autoviolación de la ética periodística”), el calumniador endosó la canallada a quien, dijo, “nos proporcionó la información…” (¿el “nos” incluye a él, a la conductora y los otros opinadores que tomaron al achichincle de Ulises Ruiz como insospechable “fuente informativa”).

Cometió inclusive la imprudencia de “confesar un cierto rubor, una pena”, pero no refiriéndose a su infamante afirmación, sino a que prefería ocuparse de “problemas grandes o pequeños” de los que “nos brotan todo el tiempo”, en vez de “tener que dedicarlo a responderle a Marín. Es realmente una pena…”.

Y es que, en su opinión, “el verdadero problema es la naturaleza de las elecciones”.

En la democracia por cuyos procesos electorales Meyer (y sus “tontos útiles” en la calumnia) cacarean “luchar”, el honor de instituciones y personas calumniadas es lo que menos cuenta…

¿Qué “acuerdo” habrá detrás de la noticia que ayer anticipó MILENIO sobre Gabino Cué?

josé

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