Entrelíneas
Miguel Ángel Schultz
Al menos desde los años 50s que se inició el gran despojo del territorio oaxaqueño de la selva de los Chimalapas, que pertenece al pueblo zoque que ha sido abandonado por los gobiernos federal y estatal e incluso por los propios oaxaqueños, que al parecer ante la lejanía de ese girón de Oaxaca, pareciera no importar.
Llama la atención la indiferencia de los oaxaqueños que han tenido destacada participación en la defensa de la soberanía nacional como sucedió con el territorio de Texas en 1836 y en 1848, cuando se inicia la invasión de Estados Unidos y posteriormente, también, está presente durante la intervención francesa.
Hoy en pleno siglo 21 parece que al pueblo de Oaxaca no le importa defender su soberanía. No se trata de llamar a la guerra contra una entidad vecina, Chiapas, ni mucho menos. Sino ser solidarios con un pueblo, los zoques que forman parte de Oaxaca, que es crisol de pueblos originarios y su vitalidad radica precisamente en esas profundas raíces de la cultura nativa de sus pueblos.
El riesgo de perder 160 mil hectáreas es real, por una invasión sistemática que promueven terratenientes, ganaderos explotadores de indígenas tanto de Chiapas como de Oaxaca y ahora, mineras transnacionales, empresas farmacéuticas y petroleras, de ahí la analógica que estamos ante un despojo que se instrumenta por los capitales internacionales y no advertimos del peligro que ello representa.
Se trata de exigirle al Gobierno del Estado que cumpla con su obligación de emplear los mecanismos legales, que deje de jugar a perder la controversia constitucional en manos de Víctor Hugo Alejo Torres, que preside la Consejería Jurídica del Gobierno del Estado de Oaxaca, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Apenas hace unos días los zoques de Santa María Chimalapas emitieron un comunicado en el que advierten, que su máxima autoridad, la asamblea comunitaria, tomó la determinación de tomar en sus manos la defensa de su territorio, cansados de tantos compromisos incumplidos, tantos procesos legales perdidos y tanto engaño de los gobiernos.
Hace ya casi un mes, el 7 de octubre pasado, ante la liberación de David Vega Guerrero, por las autoridades judiciales de Oaxaca, quemaron el Juzgado de Garantías de Matías Romero, al considerar un agravio inaceptable, pese que se le fijó una fianza de 40 mil pesos, ya que este personaje ha sido promotor de las invasiones del territorio Chima desde hace por lo menos 25 años y fue capturado por los comuneros, el 24 de diciembre del 2015, invadiendo el territorio de Oaxaca.
El hecho de quemar un Juzgado representa efectivamente un acto de desesperación, de indígenas que están mostrando así que están rompiendo con las instituciones, lo que es grave por la descomposición que ello representa de las instituciones encargadas de impartir justicia, por ello me atreví a escribir en este mismo espacio, que tal vez estemos ante una rebelión indígena en pleno siglo 21.
Si pensamos que progreso es entregar el territorio de Oaxaca, no a otros connacionales tan pobres y necesitados como los indígenas del país, sino a los intereses del gran capital nacional e internacional, estamos equivocados, por ello las y los oaxaqueños tenemos que volver a nuestras raíces y defender la soberanía territorial, de lo contrario estaremos dejando sin futuro a las generaciones por venir.
@MiguelASchulz