JUICIOS SUMARIOS

Tras el mazazo, el desconcierto

Porfirio Santibáñez Orozco
Ulises Ruiz, Eviel Pérez y Enrique Peña
Tras el mazazo, el desconcierto.

UNOS estaban tan acostumbrados a la victoria que ahora no saben qué hacer en la derrota y otros que ya programaban los actos de protesta y el conflicto electoral que iban a armar después de la derrota, por momentos no saben qué hacer con la victoria.

Desde que se enteraron de cómo iban las tendencias en la votación, allá por el medio día del domingo 4 de julio, los priístas de Oaxaca entraron a una terra incógnita por la que nunca habían transitado. Su reacción inicial fue de cólera. Enfrentaron a los representantes de los medios al descalificar la información dada a conocer por Milenio TV la tarde de la jornada electoral.

Las cifras los van a derrotar, podrían estar cometiendo un delito al adelantarse al PREP, por ley sólo se pueden dar resultados después de las ocho de la noche, dijeron a dúo y en conferencia de prensa Carlos Jiménez Macías y Adolfo Toledo Infanzón la tarde noche de la elección.

Luego vino una inesperada mesura de un Eviel PM notablemente agobiado que esa misma noche dijo no estar de acuerdo con las cifras dadas a conocer (¿?) y que, sin embargo, prefería esperar los resultados oficiales; para agregar casi enseguida, ya en las primeras horas del lunes 5 de julio, que las cifras no le eran favorables. Más tarde reconoció que había sido derrotado.

Hasta ahí la victoria parecía tan arrolladora como inesperada la reacción de los priístas, tanto que al principio los ganadores no se la creían y después se la creyeron demasiado, pero esa es otra historia de la que luego nos ocuparemos.

Desde la coyuntura que se abrió el día de la jornada electoral Ulises Ruiz fue abandonado por la dirección nacional de su partido. El trío dinámico conformado por Beatriz Paredes, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones encontró en los resultados de Oaxaca la condición ideal para deshacerse de su impresentable compañero de ruta y para decirle a Peña Nieto que no las tiene todas con ellos.

En este contexto, Ruiz Ortiz salió a confirmar la derrota de su partido pero se quejó de que perdió porque le echaron montón los cuatro partidos coaligados y el presidente de la República. Aunque Ulises eludió hablar del papel que jugaron otros personajes políticos en su derrota; entre ellos los otros tres de su partido, su ex compañera de partido Elba Esther, el magisterio democrático y, sobre todo, el amplio sector de la sociedad inconforme que salió a votar y fue la que realmente lo derrotó, la mayor parte de las señales que se daban hasta el 12 de julio llevaban a suponer que la alternancia en el ejecutivo decidida por los electores solo era cuestión de tiempo.

Sin embargo, lo que sucedió en los días siguientes hizo reaccionar a un PRI azorado por la derrota. A nivel nacional los panistas impugnaron los resultados en otros estados, particularmente Durango y Veracruz. En Oaxaca, algunos de los que se han sentido vencedores solamente porque abandonaron el PRI y no apoyaron al Tirano empezaron a dar señales de que iban por la revancha contra la burbuja ulisista y otros quisieron apresurar los tiempos de la alternancia.

A partir del 13 de julio, los priístas que durante más de ochenta años hicieron lo que quisieron con Oaxaca, y que van a tener que salir el primero de diciembre lo quieran o no, dieron nuevas señales de vida y quisieron demostrar que ya se habían recuperado de la derrota, pero los movimientos que hicieron confirmaron que todavía no salen de su estupor y que, en el fondo, no saben qué hacer.

Para empezar, ese 13 de julio impugnaron en el IEE la elección de gobernador amenazando con anular el proceso. Aunque tengan el cúmulo de irregularidades que dicen tener, si se arriesgan a anular localmente la elección quedarán en un ridículo nacional espantoso.

En realidad URO y compañía amenazaron con la anulación para ver si el trío que dirige nacionalmente al PRI volteaba sus ojos a Oaxaca y rescataba al Tirano de los aprietos en que él mismo se metió; lógicamente, los líderes nacionales no le hicieron el menor caso, seguramente porque “ya se arreglaron” con el ilegítimo Calderón.

Ulises Ruiz se exhibió como un mal perdedor al descalificar, “con todo respeto”, a Calderón quien, según él, no tiene la atribución de reconocer los resultados electorales (¿y las constancias de mayoría entregadas por el IEE?); todo mundo vio en esta maniobra la fabricación de un argumento demasiado artificial para seguir retrasando el inicio de la entrega-recepción.

Y por si algo faltara, empezaron a hacer maniobras de última hora, desastrosas también, en el Congreso y en el partido.

En forma sorprendentemente veloz aprobaron, en dos horas, reformas que Juan Díaz Pimentel por instrucciones de José Murat detuvo en los tres años que dirigió la Legislatura local. Como ahora van a ser minoría, a los priístas les interesa dejar establecidas condicionantes legales que les permitan seguir dirigiendo el congreso para enfrentar, desde ahí, al gobierno que entrará en funciones el primero de diciembre.

El colmo de los colmos es lo que la burbuja dirigida por URO está haciendo con lo que queda de su partido. Como después de la derrota hasta los mismos priístas se le están rebelando a la cúpula dirigente, el priísta mayor tomó algunas medidas para impedir que los antiulisistas desplacen a los que le obedecen ciegamente. Si ya perdieron el gobierno del estado, no quieren perder el control del partido, por las posibilidades de regreso al gobierno estatal que éste representa.

Las pintas exigiendo la salida de la burbuja ulisista que manos anónimas hicieron por toda la ciudad de Oaxaca, especialmente por los rumbos de la colonia Reforma, cerca de lo que fue la casa de campaña de Eviel, y en Santa Rosa, cerca de la sede estatal del partido, los pusieron en alerta; por eso el Tirano quitó al dirigente del partido que tenía, lo degradó y lo mandó a un lugar secundario en una de las centrales, por no haber sabido ganar la elección; pero puso al frente del partido a un candidato derrotado que, pase lo que pase, le obedece en todo.

Con todas estas medidas, el derrotado gobernador solo confirma que tiene en un puño al partido, que va a hacer todo lo posible para no perder lo que le queda y que sigue montado en la soberbia actitud de concentrar las decisiones sin escuchar a nadie. Así le va a ir, también, entre los suyos, a muchos de los cuales califica de traidores. Abundaremos…

josé

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