Cuando era un niño y jugaba a los la¬drones, empleábamos la frase aquella de “¡manos arriba y patas a la barriga!” Más tarde, los asaltos eran acompañados de la frase: “¡La bolsa o la vida!”. Con el tiempo eso cambió y todo que¬do en “esto es un asalto”. Ahora, los asaltantes, ni eso se toman la molestia en decir.
En las películas de los 40s, representan al rufián de aquel entonces con cachucha mugrienta, camisa o camiseta agujereada, pantalones guangos mal fajados y por cintu¬rón un trozo de mecate, zapatos rotos, cubierto medio rostro con un paliacate y con un cuchillo cebollero en la mano con el cual exigía a su víctima todas las cosas de valor que llevara encima.

Los atracos callejeros eran de ese ta¬maño, todavía no llegaban a como son aho¬ra: primero el descuentón, la golpiza o si bien les va, el acuchillamiento despiadado. Mala suerte es toparse con un asaltante de pisto¬la en mano que después de uno o dos balazos entre ceja y ceja, proceda a esculcar y desvalijar al agonizante en la calle despeja¬da.

Un asaltante tiene la capacidad de des¬anudar embotellamientos de tránsito, de desaparecer a la gente en cuestión de se¬gundos, mientras que él, sin presiones de ningún tipo, trabaja con toda libertad. Des¬pués del atraco, el asaltante se va con toda tranquilidad, como si anduviera de paseo, y hasta entonces la gente vuelve a salir de quien sabe dónde y pasa junto o sobre el agredido como si nada hubiera acontecido.

Hubo un barrio en el D.F, creo que era en la colonia Morelos o en Tepito, que le decían “barrio de la Bolsa”, porque la bolsa le robaban a los trasnochados descuidados. Lo de bolsa no era por algo que tuviera que ver con los habitantes de ese lugar.

Los mexicanos, comunes y corrientes, sabemos que existe una llamada Bolsa de Valores. Pocos son los que conocen las actividades que se desarrollaban en ella. Sólo a través de las películas o de la televisión, vemos las escenas que son de un ajetreo vertiginoso de muchachos que corren de un lado a otro de un gran salón con pápeles en las manos y gritando frases incomprensibles. Miran atentos los muchos números y los anotan y en seguida aparecen otros parecidos y los vuelven a anotar.

A la mejor lo de pedir la “bolsa” dejó de usarse por los asaltantes cuando aparecieron en el mercado un mon¬tón de artículos donde se podía llevar el di¬nero guardado en carteras, billeteras, monederos, mochilas o las mariconeras. Ahora, los asaltantes, ya no trabajan sólo de noche, sino que se emplean de tiempo completo.

Antier en la noche, fueron detenidos 5 tipejos que asaltaban en las rutas del transporte urbano de esta ciudad de Oaxaca. Al parecer, los afectados pueden acudir a denunciarlos para que los refundan en el tambo.

Estos tipos, para hacer sus asaltos, nunca se tentaron el corazón. Un cuate mío que fue asaltado por uno de los que aparecen en la foto, quien me platicó que un día que viajaba en uno de los anafres que iba medio vacío, y vio subir al asaltante quien se sentó junto a él y le dijo: ¿ves la puntita de este cuchillo? Si no me das todo lo que cargas encima, esta puntita hará que tengas un derrame de sangre por dentro de tu cuerpo, así que tú dices. Mi cuate le dio toda su lana, más su celular y reloj de pulso. Con gran cinismo, el asaltante, después de guardar lo que le había quitado a mi cuate, todavía le dijo: “sale carnalito, nos vemos” y se despidió de mano de mi amigo. ¿Cómo la ven?

En las redes sociales, se ha dicho que son muchos los estudiantes que fueron asaltados por esa pelusa que en este momento está detenida. Ojalá te des la oportunidad de denunciarlos para que en verdad no salgan. No merecen salir.

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