Por Horacio Corro Espinosa
Para el 5 de julio de 2018
Son muchas toneladas de basura las que quedan aún después de las campañas electorales. Organizaciones ecológicas como Greenpeace México exige a los partidos políticos un plan de reciclaje y la comprobación de su cumplimiento en un plazo de 10 días después de las elecciones.
El retirar la publicidad política, debería ser prioridad de todos los partidos políticos y candidatos para evitar que llegue a los basureros y rellenos sanitarios; sin embargo, les preocupa más los resultados y hacer especulaciones para los próximos gobiernos, que descolgar sus plásticos de propaganda.
Así como se utilizaron las redes sociales en estas campañas, ojalá se usaran para pedirle a los candidatos el retiro de su basura electoral. Tal vez, con estos llamados, el candidato se tome un tiempo para ir a bajar su difusión política, pues si le dan la ubicación, no tendría pretexto para decir que no sabe dónde se encuentra.
Una cuenta de Twitter o de Facebook, serían una buena ventana para que desde allí se llamara al ex candidato para que mueva sus anuncios. De esta forma, con la participación de la sociedad civil, se disminuiría la basura visual.
En una parte de la Ley Electoral, habla de que se prohíben expresiones que calumnien a las personas con propaganda negativa. Pero más bien, hubo una contaminación de basura oral. No faltaron las descalificaciones mutuas entre partidos y candidatos, o señalamientos de defectos del opositor, etcétera. Cuando estos contrincantes se encuentren en algún sitio, no tengo idea con qué cara se van a ver. Es posible que ellos mismos no soporten la pestilencia de toda la basura que se lanzaron en las campañas.
Hace años, la oratoria era una de las fortalezas del buen político. Hoy eso dejó de existir. La mayoría de los candidatos perdieron definitivamente el arte de hablar con elocuencia, de persuadir o de conmover mediante las palabras a sus electores. Lo más seguro es que los candidatos desconozcan los tiempos de aquellos discursos inspiradores, por eso hoy utilizan la palabrería. El lenguaje de muchos de ellos es bastante pobre, y con eso, nos reflejan el tamaño de su capacidad para gobernar.
El poco interés que éstos tienen en la ciudadanía, se refleja también en la dejadez que muestran en recoger su basura publicitaria. Es más, ni el Partido Verde Ecologista de México se preocupa en el tema de la basura.
La basura que todos generamos podría ser una basura limpia si no se revolviera. Dicen que cada mexicano produce en promedio entre 1.5 y dos kilogramos de basura diariamente. Esto representa 100 mil toneladas de basura doméstica cada día. La basura es sucia y pestilente porque se revuelve, pero podríamos generar una basura limpia. Así de simple.
Si separamos la basura orgánica, se crearían centros de composta que serviría para fertilizar camellones, parques públicos, jardines, huertos, etcétera, y nuestra ciudad no estaría tan triste.
Pero bueno, vamos a aterrizar, porque aunque sigamos soñando, la realidad es que seguimos con la basura electoral. Un día toda la basura que producimos nos va a estrangular, y todavía así, vamos a seguir pensando que la responsabilidad es “del otro”, y ése es el que tiene que cambiar.
Creo que el tema ecológico nos espera. Lo hemos olvidado.
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