Miguel Ángel Schultz Dávila.-Los cambios de funcionarios anunciados ayer por el gobernador Gabino Cué, a 60 días del inicio de su mandato, los arropa entre nombramientos en busca de atenuar el descalabro que éstos significan y que evidencia la aplicación de una estrategia de comunicación de la que hasta ayer carecía el mandatario y que lo había colocado en un posición vulnerable al tener que asumir él mismo el costo del ejercicio de su gobierno, en una coyuntura democrática, por demás complicada, como la que vive hoy Oaxaca.
La más significativa de las remociones es la de Benjamín Robles Montoya, que deja el control de la Oficina de la Gubernatura – segundo cargo en importancia dentro de la estructura del gabinete- para asumir la secretaria particular del Ejecutivo, posición que lo acota al acercarlo al gobernador, lo que representará meter orden en la política interna del gobierno, dada la turbulencia que generaba el actuar de Robles Montoya desde su antiguo cargo al considerarse un poder paralelo al del propio gobernador y no se diga de la Secretaria General de Gobierno, que preside hasta ahora Irma Piñeyro Arias.
No se había visto que una administración entrante tuviera que hacer ajustes de tal magnitud al inicio de su gestión, ya que ello representaba un signo de debilidad, lo que resulta cierto pero para la cultura política del pasado, donde un principio fundamental era el que decía “que el que manda cuando se equivoca vuelve a mandar”, porque nunca el señor se equivocaba y menos con sus afectos, preferencias o cuates.
Con este cambio significativo, Gabino mete orden a su gobierno porque hacer ver a su colaboradores que no habrá cuotas de poder adquiridas durante de la campaña, como se entendía “antes” de aquellos que estuvieron en las batallas electorales y que por lo tanto recibían su recompensa al momento de llegar a ser gobierno y que generaba prepotencia que en la función pública se traduce en autoritarismo.
Asimismo esperemos que el nombramiento de Abelardo Martin, como coordinador de Comunicación Social se tiendan los puentes hasta ahora inexistentes con la gran mayoría de los comunicadores en Oaxaca, dado que el hasta ayer responsable de comunicación del gobierno se había adentrado en los senderos patrimonialistas de la función pública, parecía más un “jefe” de prensa de algún señor medieval, que responsable de prensa de un gobierno de transición.
Ernesto Reyes Martínez administraba la información generada por el gobierno como si fuera la suya, propiciaba la confiscación de publicaciones cuando leía lo que no le gustaba y dejaba a su suerte a quien lo contrató para quedar bien con el mismo y en manos de los guaruras las conferencias “banqueteras” a las que sometía su falta de oficio a Gabino Cué, donde explicaba la relación de su gobierno con “El Amarillo”, fundador de “Los Zetas” aprendido en Oaxaca y con vínculos con el director de Gobierno.
Parece que a Neto Reyes Martínez le quedó grande el cargo. Ahora sí podrá dedicarse de tiempo completo a lo que sabe hacer: grabar los discursos del Ejecutivo y aventar lodo cuando se disfraza con su seudónimo de Ocejo Martínez en el periódico Noticias; tareas que están del tamaño de sus miras.