Por Horacio Corro Espinosa
Para el 9 de enero de 2018
El domingo 27 de abril de 2014, fue canonizado Juan Pablo II, quien ha estado en medio de muchas discusiones porque se le acusa de encubridor de muchos abusos cometidos por la Iglesia Católica.
El actual Papa Francisco, dijo en ese año que se sentía obligado a pedir perdón por todos los sacerdotes que han abusado de los menores en todo el mundo.
Después de la canonización de Juan Pablo II, el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, dijo que la canonización de Juan Pablo, es “una monstruosidad”.
Oaxaca también ha tenido sus monstruos. Afortunadamente uno de ellos ya está en la cárcel. Se trata del cura Gerardo Silvestre Hernández, quien cometió casi medio centenar de violaciones a niños indígenas oaxaqueños. Fue sentenciado a 16 años y seis meses por encontrarlo culpable del delito doloso de corrupción de personas menores de 18 años en su modalidad de inducción a actos sexuales y exposición de filmes pornográficos.
El miércoles 3 de enero, un grupo de católicos de San Francisco Telixtlahuaca, exigían frente a la Catedral de Oaxaca, la renuncia del arzobispo José Luis Chávez Botello, por encubrir a los curas pederastas en la entidad.
El domingo, cuando este señor daba su conferencia de prensa semanal, y hablaba de la verdad, un hombre de nombre Pedro Mendoza, lo encaró al decirle: usted habla de la verdad y a eso vengo, que me hable con la verdad, cómo fueron las cosas, porque por su encubrimiento perdí a mi familia.
No es el momento, le dijo el arzobispo al hombre, porque estamos en una conferencia de prensa.
Pedro Mendoza dijo que las veces que le ha pedido audiencia, él le ha dicho que no da audiencias. Ante la insistencia de Pedro, el arzobispo se paró de la mesa y puso pies rumbo a otro salón.
En el 2015, después de que el Papa Francisco creó un Tribunal Especial para los protectores de curas pederastas, la revista Proceso puso en su portada unas fotografías, entre ellas, la del arzobispo de Oaxaca, José Luis Chávez Botello. Los reporteros le preguntaron su opinión al respecto. Esa pregunta le incomodó tanto, que respondió que se trataban de “chismes”, y aseguró que no existían pruebas de esos hechos.
Si recordamos, el arzobispo de Oaxaca, José Luis Chávez, solapó todo lo que hizo el sacerdote violador. Y el domingo, en su conferencia semanal, hablaba de la verdad. Más bien, de su verdad, que es la hipocresía, la doble vida de simulación que lleva y se olvida que el libro sagrado de esa iglesia, La Biblia, habla de pecados, no de problemas de la gente al cometer abusos.
En ese entonces, el cura José Luis, aseguraba a los medios de comunicación que Gerardo Silvestre, sacerdote hoy condenado, tenía un problema, por eso su actuar con los niños. Esa era la forma de Botello de defender y encubrir a su amigo pederasta.
Cada vez que al pederasta Silvestre Hernández se le denunciaba, Botello aseguraba que el cura violador ya estaba en el camino de la corrección porque se encontraba en una jornada de espiritualidad.
Para estos curas, la Palabra de Dios no existe porque hacen lo que ellos quieren, y cuando se ven en aprietos, ponen sus ojitos guadalupanos para engañar a cuanta persona se deje.
Jesús dijo que: Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
Pero estos hombres, dizque representantes de Dios, ni con su actuar enseñan la palabra de Dios, sino la de Satanás, quien es el padre de las mentiras.
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