Estudios preliminares muestran su mayor transmisibilidad, pero aún se necesita más información. De momento, la buena noticia es que no hay nada que sugiera que los diagnósticos, las terapéuticas y las vacunas no funcionen. La agencia de la ONU destaca que, pese a una estabilización del contagio en las últimas semanas, el número de casos y muertes por COVID-19 a nivel mundial siguen siendo inaceptablemente altas.
Ante el aumento de información disponible que sugiere la transmisibilidad de la variante B1.617 del coronavirus, conocida popularmente como la “variante india”, la Organización Mundial de la Salud modificó este lunes su clasificación, previamente considerada “de interés”, pasando a catalogarla como “de preocupación”.
“Aunque hay una mayor transmisibilidad demostrada por algunos estudios preliminares, necesitamos mucha más información sobre esta variante del virus y este linaje y todos los sublinajes. Necesitamos más secuencias, secuencias específicas, que se realicen y se compartan en la India y en otros lugares para que sepamos qué cantidad de este virus está circulando”, explicó la doctora Maria Van Kerkhove en rueda de prensa.
La epidemióloga destacó que se necesita más información de los estudios epidemiológicos que están en marcha y de los que evalúan la neutralización y la gravedad de la enfermedad.
Añadió que con la información que cuenta en estos momentos, las medidas sociales y de salud pública funcionan, pero que hay que trabajar mucho más para controlar cualquier variante del virus que haya demostrado una mayor transmisibilidad.
“Todavía no tenemos datos sobre el diagnóstico, la terapéutica y las vacunas. No tenemos nada que sugiera que nuestros diagnósticos, nuestras terapéuticas y nuestras vacunas no funcionan. Esto es importante. Seguiremos viendo cómo surgen variantes. Seguiremos viendo variantes de preocupación en todo el mundo y debemos hacer todo lo que podamos para limitar realmente la propagación. Limitar las infecciones, prevenir la propagación y reducir la enfermedad grave y ello con las herramientas que tenemos a mano”, explicó.
No hay que volver a perder los progresos alcanzados
Por su parte, el director general de la Organización destacó que estamos viendo una estabilización en el número de casos y muertes por COVID-19 a nivel mundial, con descensos en la mayoría de las regiones, incluidas las Américas y Europa, las dos regiones más afectadas.
Sin embargo, señaló que las cifras de la estabilización son “inaceptablemente altas”, ya que durante la semana pasada todavía se reportaron más de 5,4 millones de casos notificados y casi 90.000 muertes.
“Cualquier descenso es bienvenido, pero ya hemos estado antes en esta situación. En el último año, muchos países han experimentado una tendencia a la baja de los casos y las muertes, han relajado las medidas sociales y de salud pública con demasiada rapidez, y los individuos han bajado la guardia, sólo para perder esos logros tan duramente conseguidos”, advirtió al señalar que los casos y las muertes siguen aumentando rápidamente en la región de Asia Sudoriental, y que hay países en todas las regiones con tendencias al alza.
Por todo ello, concluyó que a nivel mundial continuamos en “una situación peligrosa” donde se juntan la propagación de variantes, el aumento de los encuentros sociales, la relajación de las medidas sociales y de salud pública y la desigualdad, todas ellas impulsando la transmisión.
La única receta para acabar con la COVID-19 es la solidaridad mundial
Acto seguido denunció la “escandalosa disparidad mundial” en el acceso a las vacunas, uno de los mayores riesgos para acabar con la pandemia.
“Los países de renta alta y media-alta representan el 53% de la población mundial, pero han recibido el 83% de las vacunas del mundo. En cambio, los países de renta baja y media-baja representan el 47% de la población mundial, pero sólo han recibido el 17% de las vacunas del mundo”, alertó.
Añadió que “corregir este desequilibrio mundial es una parte esencial de la solución, pero no la única, ni una solución inmediata. No podemos poner todos los huevos en la misma cesta”.
Preguntado posteriormente sobre la diplomacia de las vacunas y la desproporción en el reparto de vacunas, el doctor
Estudios preliminares muestran su mayor transmisibilidad, pero aún se necesita más información. De momento, la buena noticia es que no hay nada que sugiera que los diagnósticos, las terapéuticas y las vacunas no funcionen. La agencia de la ONU destaca que, pese a una estabilización del contagio en las últimas semanas, el número de casos y muertes por COVID-19 a nivel mundial siguen siendo inaceptablemente altas.
Ante el aumento de información disponible que sugiere la transmisibilidad de la variante B1.617 del coronavirus, conocida popularmente como la “variante india”, la Organización Mundial de la Salud modificó este lunes su clasificación, previamente considerada “de interés”, pasando a catalogarla como “de preocupación”.
“Aunque hay una mayor transmisibilidad demostrada por algunos estudios preliminares, necesitamos mucha más información sobre esta variante del virus y este linaje y todos los sublinajes. Necesitamos más secuencias, secuencias específicas, que se realicen y se compartan en la India y en otros lugares para que sepamos qué cantidad de este virus está circulando”, explicó la doctora Maria Van Kerkhove en rueda de prensa.
La epidemióloga destacó que se necesita más información de los estudios epidemiológicos que están en marcha y de los que evalúan la neutralización y la gravedad de la enfermedad.
Añadió que con la información que cuenta en estos momentos, las medidas sociales y de salud pública funcionan, pero que hay que trabajar mucho más para controlar cualquier variante del virus que haya demostrado una mayor transmisibilidad.
“Todavía no tenemos datos sobre el diagnóstico, la terapéutica y las vacunas. No tenemos nada que sugiera que nuestros diagnósticos, nuestras terapéuticas y nuestras vacunas no funcionan. Esto es importante. Seguiremos viendo cómo surgen variantes. Seguiremos viendo variantes de preocupación en todo el mundo y debemos hacer todo lo que podamos para limitar realmente la propagación. Limitar las infecciones, prevenir la propagación y reducir la enfermedad grave y ello con las herramientas que tenemos a mano”, explicó.
Abren cajas con la primera entrega de vacunas de COVAX contra el COVID-19 en Siria
No hay que volver a perder los progresos alcanzados
Por su parte, el director general de la Organización destacó que estamos viendo una estabilización en el número de casos y muertes por COVID-19 a nivel mundial, con descensos en la mayoría de las regiones, incluidas las Américas y Europa, las dos regiones más afectadas.
Sin embargo, señaló que las cifras de la estabilización son “inaceptablemente altas”, ya que durante la semana pasada todavía se reportaron más de 5,4 millones de casos notificados y casi 90.000 muertes.
“Cualquier descenso es bienvenido, pero ya hemos estado antes en esta situación. En el último año, muchos países han experimentado una tendencia a la baja de los casos y las muertes, han relajado las medidas sociales y de salud pública con demasiada rapidez, y los individuos han bajado la guardia, sólo para perder esos logros tan duramente conseguidos”, advirtió al señalar que los casos y las muertes siguen aumentando rápidamente en la región de Asia Sudoriental, y que hay países en todas las regiones con tendencias al alza.
Por todo ello, concluyó que a nivel mundial continuamos en “una situación peligrosa” donde se juntan la propagación de variantes, el aumento de los encuentros sociales, la relajación de las medidas sociales y de salud pública y la desigualdad, todas ellas impulsando la transmisión.
La única receta para acabar con la COVID-19 es la solidaridad mundial
Acto seguido denunció la “escandalosa disparidad mundial” en el acceso a las vacunas, uno de los mayores riesgos para acabar con la pandemia.
“Los países de renta alta y media-alta representan el 53% de la población mundial, pero han recibido el 83% de las vacunas del mundo. En cambio, los países de renta baja y media-baja representan el 47% de la población mundial, pero sólo han recibido el 17% de las vacunas del mundo”, alertó.
Añadió que “corregir este desequilibrio mundial es una parte esencial de la solución, pero no la única, ni una solución inmediata. No podemos poner todos los huevos en la misma cesta”.
Preguntado posteriormente sobre la diplomacia de las vacunas y la desproporción en el reparto de vacunas, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus destacó que en las relaciones internacionales hay tres formas de actuación: la cooperación, la competencia y la confrontación.
“La única forma que tenemos para acabar con esta pandemia es la cooperación. La diplomacia de vacunas no es cooperación, en realidad es una maniobra geopolítica. Así que es la cooperación clara y nítida la que puede ayudarnos a acabar con esta pandemia”, sentenció.
Tedros recordó que, desde el inicio de esta crisis, la agencia de la ONU ya advirtió que no se puede derrotar a la pandemia mediante la competencia ya que, si se compite por los recursos o ventajas geopolíticas, el único que toma la delantera es el virus. Agregó que aún es peor la confrontación, ya que ésta socavó la respuesta a la enfermedad durante el año pasado.
“Así que la elección es clara: cooperación y solidaridad global. Y eso necesita en realidad un principio muy básico, el de identificar el virus como a un enemigo común. Así que está claro quién es el enemigo y cómo hay que enfrentarse a él: el virus es un enemigo común al que sólo podemos hacer frente mediante la cooperación”, destacó.
Ghebreyesus destacó que en las relaciones internacionales hay tres formas de actuación: la cooperación, la competencia y la confrontación.
“La única forma que tenemos para acabar con esta pandemia es la cooperación. La diplomacia de vacunas no es cooperación, en realidad es una maniobra geopolítica. Así que es la cooperación clara y nítida la que puede ayudarnos a acabar con esta pandemia”, sentenció.
Tedros recordó que, desde el inicio de esta crisis, la agencia de la ONU ya advirtió que no se puede derrotar a la pandemia mediante la competencia ya que, si se compite por los recursos o ventajas geopolíticas, el único que toma la delantera es el virus. Agregó que aún es peor la confrontación, ya que ésta socavó la respuesta a la enfermedad durante el año pasado.
“Así que la elección es clara: cooperación y solidaridad global. Y eso necesita en realidad un principio muy básico, el de identificar el virus como a un enemigo común. Así que está claro quién es el enemigo y cómo hay que enfrentarse a él: el virus es un enemigo común al que sólo podemos hacer frente mediante la cooperación”, destacó.