Texto: Joel F. Gálvez Vivar
Fotos: Karol Joseph Gálvez López
Tamazulápam Villa del Progreso, Teposcolula, Oaxaca, México.- Según investigaciones de don Eduardo Cristóbal Cruz, la danza de las mascaritas tiene su origen en los bailes cortesanos europeos, traídos a la Mixteca por los conquistadores, a mediados del siglo XVI, teniendo mucha relevancia en la Alcaldía Mayor de Teposcolula.
Con tal motivo se concentraron familias españolas que al integrarse a la población indígena formaron parte de la sociedad pudiente y dominante de la comunidad, caracterizándose por organizar tertulias con la gente de su rango, en remembranza del país de origen, interpretando bailes como mazurcas, shotis, contradanza y cuadrillas, dentro de los bailes cortesanos.
En este estilo de bailes reservado únicamente a los colonos, no tenían acceso los nativos que solamente observaban lo que sucedía en el interior de las casas de la nobleza, siendo así como empezaron a imitar a los españoles, pero de manera grotesca ridiculizando sus movimientos y mofándose de ellos.
Fue así como surgió el disfraz de la máscara que le permitió al indígena su mejor desenvolvimiento e interpretación del personaje, creándose un ambiente de seguridad y confianza. Los personajes de esta danza se dan en número de l6 elementos, hombre y mujer; participan también otros personajes que son los chilolos, cumpliendo la función de llevar orden, seguridad y disciplina durante los ensayos y ejecución de la danza.
Nuestro pueblo no solamente transformó el baile de la sociedad europea sino que integró en él elementos de nuestra propia cultura, como es el tejido de cintas que simboliza la fertilidad y por ende la abundancia de cosechas, y es el elemento que se encuentra vigente en muchas danzas prehispánicas a lo largo y ancho del país, pues al tejido de cintas se le conoce también como “granada”.
La danza de las mascaritas ha extendido su influencia a otros pueblos de la mixteca, se baila en Tejupan y Yuyuza, como la danza de los lotos, que tiene cierta similitud con los personajes del diablo y la muerte de la danza de las mascaritas. En estas poblaciones se baila el día 2 de noviembre por la tarde y recorren las calles bailando en círculo.
En Tejupan, de acuerdo con el capitán de los lotos: Aquí se encuentra el diablo, muerte, burro; aquí está el viejo y la vieja quien lleva todo el bailable que se organiza en este pueblo. Esta tradición viene desde muchísimos años atrás que nuestros antecesores por eso los llevamos y lo estamos conservando porque esta tradición nunca se acabará, porque nos la dejaron nuestros antecesores y en tal motivo nosotros aunque somos jóvenes o chamacos pero lo estamos conservando para que no se acabe.
A pregunta expresa del porqué se llaman “lotos”, dice que porque se disfrazan en diferente forma, los hombres se visten de mujer y así es como los hombres bailan entre hombres, para ocultar su identidad y poder disfrutar del ambiente que se vive en esas fechas en que festejan a sus seres queridos que ya se han adelantado en el viaje sin retorno.
Rituales y máscaras han servido para atraer la energía suficiente para romper los mecanismos de defensa de todos aquellos que participan en el ritual de la danza para despersonificar a los participantes y hacerles sentir que en cada una de estas danzas con máscara pueden representar toda una serie de temores, vanidades, traumas y desviaciones emocionales y psicológicas que abarcan casi siempre a uno o varios personajes para simbolizar las diferentes expresiones.
Al efectuar la danza con distintos acordes de música, los participantes van quitándose en su inconciencia una a una las diversas proyecciones que dominan al personaje creado en el individuo sintiendo una liberación casi mágica, proyectando en ese sentido la emoción, producto de su parte oscura o sombra.
Por eso, los antiguos danzantes, con una máscara, se introducían en el ritual de movimientos e imitaciones de toda índole, casi siempre para buscar dentro de ellos mismos al personaje que mejor se adaptara a la vivencia propuesta en este acto.
Estos individuos a través de la historia de la humanidad han inventado diferentes disfraces para ocultarse y poder proyectar el lado oscuro del inconsciente, sin dañar su imagen prefabricada por su personalidad y así ocultar a la fiera que todos traemos dentro.