Entrelineas
Miguel Ángel Schultz
Alejandro, candidato de los partidos Revolucionario Institucional (PRI); Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (PANAL) a la gubernatura del estado, acaba de declarar que mientras él gobierne Oaxaca, su padre José Murat no pisará la entidad. Para nadie es un secreto que el ahora aspirante de la coalición “Juntos hacemos más”, si no fuera hijo de quien es, no sería el abanderado. Lo dicho se oye como un exceso producto de la mala sombra que le proyecta el apellido de su padre, que gobernó Oaxaca hace dos sexenios.
Sin embargo, de ser cierta la declaración, representa que Alejandro (ahora menos sin apellido), está mostrando un rostro autoritario y ambicioso antes de tiempo (aun no es gobernador), que se abroga el poder de decidir quién pisa o no el suelo oaxaqueño, peor aún si al que se le impone ese veto, es al propio padre. Es decir que Alejandro se tomó el derecho a desterrar a quien considera representa una amenaza a sus intereses.
Tal vez porque es oaxaqueño por derecho de sangre, no comprende el peso de las palabras que expresó, porque actuar con tan mal agradecimiento hacia el progenitor, habla muy mal de las entrañas de quien así se expresa. Al menos en Oaxaca, donde aún hay respeto hacia los ancianos, la madre y el padre. Por ello, nuestras familias son extendidas e incluso en algunas comunidades rurales aún existe la figura de los “Tatamandones”.
Si Alejandro fuera de Oaxaca, aunque sólo lo es por derecho de sangre, comprendería porqué en los municipios que se rigen por usos y costumbres (sistema normativos internos), nada menos que 453 de los 570 que conforman la entidad, generalmente se eligen la mitad de jóvenes y la mitad de personas mayores.
Lo mismo ocurre en la designación de los diversos comités que existen en las comunidades indígenas de Oaxaca, así como en la conformación de los comisariados comunales, que tienen el deber de velar por el territorio.
Tal vez en Estados Unidos, allá con los gringos, donde se vive en una sociedad de consumo, donde lo primero que buscan los jóvenes es irse de la casa paterna y se encierra a los padres y a las madres ancianas en asilos, se ve bien y se aplaude que un papá, con el poder de José Murat, su hijo lo mande al destierro, pero aquí en Oaxaca, esas palabras seguramente no despertarán simpatía.
La cultura de Oaxaca permite que los padres hereden a sus hijos e hijas, les abran brecha en lo que consideran su propiedad, por ello vemos una danza de hijos e hijas, de juniores metidos a candidatos a diputados, regidores o de lo que sea para continuar acrecentando el poder y la riqueza de la familia. El mismo Alejandro es resultado de esa cultura familiar de poder.
Hacer este comentario nada tiene que ver con la vida privada familiar de uno de los principales contendientes para llevar en sus manos los destinos de Oaxaca, en los próximos seis años. Pero al haber hecha pública la opinión, da el derecho de opinar sobre la misma.
Alejandro debe saber, que no es necesario que impida la presencia física de José Murat en suelo oaxaqueño, para que su influencia deje de estar presente. Ya que desde ahora puede tomar las medidas para hacer un deslinde político del ex gobernador.
Si se observara que salen de las dependencias federales todos los amigos cercanos de su padre. Si salen de su equipo de campaña todos los “muratistas” y entran alejandristas; pero sobre todo si abandona el estilo de hacer política de su papá. Es seguro que tampoco sería necesario el destierro de su señor padre, para cuando sea gobernador. De no hacer ese deslinde se toma como una declaración más y sólo confirma, que su papá sigue hablando por él.
@Miguelaschulz