Amazonía, Colombia.- Las comunidades amazónicas que viven en las riberas del Caquetá sufren desde hace varias décadas las consecuencias de la extracción de oro, una actividad ilegal que derrama cada día grandes cantidades de mercurio en las aguas. Esta sustancia tóxica es absorbida por los peces, que constituyen la dieta cotidiana de los pueblos originarios, señaló la asociación Salva la Selva.

Este metal pesado, que al organismo le resulta muy difícil de eliminar, ataca el sistema nervioso central, provocando trastornos neurológicos muy graves. En mujeres embarazadas, pone en peligro el desarrollo del feto.

Por eso, los pueblos de esta parte de la Amazonía asisten a un número desproporcionadamente elevado de neonatos con malformaciones (en los miembros, ojos, lengua, etcétera), discapacidades mentales y otras alteraciones psicomotoras severas e incurables.

La gente mayor, que garantiza la transmisión de los saberes ancestrales y de la protección de las culturas indígenas, está también afectada por enfermedades hasta hoy desconocidas, y contra las cuales la medicina tradicional no tiene remedio.

Los ancianos, que tenían antes una esperanza de vida muy larga, hoy mueren prematuramente, a veces en medio de grandes sufrimientos. El mercurio está causando un lento genocidio. Salva la Selva instó al Gobierno colombiano a que actúe contra las actividades de extracción de oro que causan el genocidio de sus pueblos originarios, y exigió que proteja la Amazonía, cuya salvaguarda es un imperativo tanto para Colombia, como para el equilibrio climático del planeta.