Días laborales durante el año

Por Horacio Corro Espinosa

Ayer lunes, miles de niños regresaron a clases después de las vacaciones de fin de año. Tal vez no sepan ustedes de la cantidad de días que no se trabajarán en ese año, pero vamos a ver.

Bueno, pues de los 365 días con que viene equipado el año 2013, ocupamos más de 100 días en no trabajar por la muy buena razón de que se trata de sábados y domingos.

Otra magnífica causa para no arrimarse al trabajo es lo apretado de nuestro calendario cívico-religioso, que se encuentra retacado de solemnísimas conmemoraciones, mismas que devotamente santifica mucha gente, y además, acompleta con amplios y mexicanísimos “puentes” que invalidan en promedio unos 40 días al año.

Los “Motivos de Salud” también impiden a muchos laborar cuando menos otros 30 días más, gracias a enfermedades reales o ficticias, que van desde un sida, hasta una simple cruda disfrazada de “ataque gripal”.

La familia consanguínea y política, incluyendo a los compadres, sirven para ser improductivos otros veinte días, que se escapan entre operaciones de una tía, defunciones de la abuelita, (desde luego que a ésta, es frecuente que se le mate varias veces durante varios años y durante el mismo empleo). Graduación de un chamaco, caída al bote de un pariente, santo de un compadre, o cuando se tiene a la señora en cama… bueno, en este caso, es de mala educación dejarlas en ese trance.

Todo esto estaría incompleto si no existiera el espíritu deportivo nacional que le impide a muchos trabajar por lo menos otros 40 días. Así pues, ese tiempo se lo dedican a ver en la tele Juegos Olímpicos, Panamericanos o Centroamericanos, Series Mundiales, Copas del Mundo, finales del fútbol doméstico, peleas de box, y demás etcéteras. La verdad es que entre más tiempo le dedica esa gente a la televisión, más entelarañado trae el cerebro.

Piadosamente se podría decir que se pierden otros 15 días, si sumamos las horas que se pierden en el trabajo al buscar en las listas de lotería aquel número del cachito, llenar los melate, saludar a los cuates, leer el periódico, hacer el crucigrama, fumar, tomar café, platicar por teléfono, llegarle a la torta, de esa que se come, hacer cola en el banco, esperar el transporte, celebrar el santo del jefe, o el día de la secretaria, hacer la solicitud para la requisición de papel, ir al baño.

A todo lo anterior habrá que agregar los impedimentos de origen político, que bien pueden significar otros 20 días más de inactividad. Aquí van las marchas, plantones, mítines, tomas de edificios públicos, preparación de porras y consignas, compra de pintura para pintarrajear paredes, y después del recorrido hacen otro paro para descansar de la caminata del día anterior. Todo eso provoca que afecten durante muchos días a los infelices ciudadanos que son atrapados en los embotellamientos que producen.

De los poquísimos días hábiles que quedan, están las esperadas vacaciones, mismas que todos y sin remilgos se disponen a disfrutar. Creo que el único que trabaja soy yo.

Twitter:@horaciocorro
horaciocorro@yahoo.com.mx

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