Porfirio Santibáñez Orozco
En las elecciones del 2 de julio de 2006, Oaxaca votó por uno de los tres candidatos a la Presidencia de la República, estuvieron en juego 11 diputaciones federales de mayoría relativa (MR), cuatro de representación proporcional (RP) y tres senadurías (dos de MR y una de primera minoría).
A diferencia de lo ocurrido en las elecciones de diputados federales de 2003 y de 2009, así como en las de senadores de 1994 y 2000; en las de 2006 el PRI perdió nueve diputaciones y dos senadurías de MR. En la siguiente elección de diputados federales, el 5 de julio de 2009, los tricolores se recuperaron de la derrota aplastante de tres años antes y ganaron 14 diputaciones, 11 de MR y tres de RP; el PAN solo ganó una y el PRD ninguna.
Poco antes del 2 de julio de 2006, las preferencias electorales de los mexicanos se habían dividido entre los que apoyaban, en orden descendente, al candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a quien muchos ya consideraban presidente; los que pensaban votar por el candidato del PAN, Felipe Calderón, y una minoría que se inclinaba por Roberto Madrazo.
Dos factores determinaron el resultado de la elección de presidente, diputados y senadores en Oaxaca. Uno fue el “efecto peje”, la popularidad de AMLO. El otro fue el conflicto social de 2006; la polarización por el enfrentamiento entre el gobierno del estado y el movimiento dirigido por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) encabezada por la Sección 22 de SNTE.
Días antes de la jornada electoral, cuando el movimiento de la APPO se encontraba en su fase creciente, la asamblea estatal del magisterio (AEM) llamó a los integrantes de la Sección 22 y a la sociedad a impulsar un voto de castigo contra el PRI y el PAN. La mayoría de los 70 mil maestros oaxaqueños hizo efectivo tal voto desde las regiones.
A pocos días del 4 de julio de 2010, la AEM convoca nuevamente a asestar un voto de castigo al PRI, se pronuncia contra el fraude y amaga con que, si es necesario, llamará a una insurrección popular. Como en 2006, la decisión del magisterio influirá en el resultado, porque muchos oaxaqueños responderán a ese llamado, pero por tratarse de elecciones locales concurren factores que operan en sentido diferente y hasta contrario a la convocatoria magisterial. Está por verse si los votos emergentes harán un caudal suficiente para superar las acciones de un gobierno entrometido totalmente en esta campaña, un árbitro al servicio del gobernador, un tribunal estatal también dependiente de Ulises Ruiz y un congreso del estado que invariablemente respalda al ejecutivo.
La historia no se repite aunque a veces algunos hechos permitan creer que eso sucede. En esta ocasión, una respuesta masiva y afirmativa al exhorto magisterial depende de los votantes que aún no definen el sentido de su voto; si ellos coinciden con el magisterio, la votación a favor del candidato de la coalición “Unidos por la Paz y el Progreso” se volverá copiosa, estas elecciones locales serán diferentes y el 4 de julio se tomará una gran decisión a favor de la alternancia, la pluralidad y un futuro diferente; si la inducción del gobierno del estado lleva la elección por un rumbo diferente, están en puerta otras grandes turbulencias.