EL OFICIO DE LA PALABRA Pablo Calderón González debe tomar las riendas del caballo


Miguel Ángel Schultz Dávila

La ciudad de Oaxaca se encuentra en una de sus más lamentables circunstancias: el abandono es evidente, la inseguridad crece y el Centro Histórico sigue transformándose en una bacanal de mala muerte.
En tanto las colonias populares por el deterioro de su infraestructura urbana, hoy tienen menos de lo que poseían al inicio de la administración de José Antonio Hernández Fraguas, que hace unos tres años inició su gobierno municipal con un respaldo de la ciudanía que era un capital social de primera y que él mismo se encargó de dilapidar al entrar en una especie de limbo, al ver derrotadas sus aspiraciones políticas en menos de un año.
Su último fracaso lo tuvo al no poder llegar a la coordinación de la fracción parlamentaria del PRI en el congreso estatal, que está por iniciar sus trabajos, luego de aspirar a la candidatura de su partido a la gubernatura de Oaxaca, que no consiguió y ante la derrota priista a la gubernatura, luego de 80 años de mandato ininterrumpido.
En su lugar, quedó Miguel Ángel Bustamante Underwood, regidor de Salud y presidente de la Comisión de Vinos y Licores, que por su indolencia fue sustituido por Pablo Irineo Calderón González, síndico segundo del cabildo del ayuntamiento de Oaxaca, que poco ha podido hacer por el maltratado municipio capitalino, ya que a sus principales colaboradores les importa un bledo lo que ocurra con el gobierno al que dicen servir.
Así vimos al encargado del despacho, Calderón González, ir y venir ante las contingencias que se presentaron durante las inundaciones provocadas por los desbordamientos de los arroyos que cruzan la ciudad de Oaxaca en el mes de septiembre.
También supimos de la actitud comodina de los funcionarios de primer nivel del municipio como la de Raúl Antonio Corzo Jiménez, a la sazón Coordinador General de Desarrollo Urbano, Obras Publicas y Ecología, que junto con las direcciones que dice coordinar se la han pasado cuidando su acicalada figura.
Son lamentables las condiciones en las que despacha el encargado del gobierno municipal, Pablo Calderón González; pocos funcionarios le hacen caso y menos atienden sus indicaciones, ya que para ellos carece de toda autoridad, máxime cuando la administración está a punto de expirar y esos funcionarios solo están a la espera de que se termine el trienio de la municipalidad a la que el presidente municipal constitucional, José Antonio Hernández Fraguas, abandonó el 13 de marzo para irse a la campaña electoral como candidato a diputado.
Si Calderón González no quiere pasar como simple enterrador del gobierno municipal y a pesar de su brevísimo mandato quiere dejar un buen precedente, bien haría en tomar la riendas del caballo y por dignidad republicana separar de sus cargos a los funcionarios del gobierno municipal que creen que sólo le deben el puesto a quien se los dio y actúan como si no tuvieran ningún compromiso con la ciudad, sus habitantes y menos con quien dice que es el encargado del despacho.

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