Por Roberto López Rosado*
En la sesión del pasado miércoles 18, mi compañera del Grupo Parlamentario del PRD en la Cámara de Diputados, Julisa Mejía Guardado, al inicio de la sesión de ese día pidió la palabra y desde su curul y dijo: “vengo hacer una denuncia y un reclamo. Soy la voz de una electora del Distrito Federal, a la cual le llegó una carta que dice: ´para afiliados del Verde Ecologista, del Partido Verde Ecologista de México’.
La carta –siguió leyendo la diputada-, dice: ‘Felicidades y muchas gracias por ser del Verde. Aprovechamos para enviarte, sin costo para ti, tarjeta de descuento Premia-Platino, con ella podrás ahorrarte dinero de tu gasto. Utilízala y saca provecho a tus compras. Cada año te vamos a renovar sin costo la tarjeta y te mantendremos al tanto de los nuevos descuentos. Aquí está la tarjeta, pegadita a la carta’.
La lectura de lo que decía la misiva obligó a todos los diputados de todas las fracciones parlamentarias a generar un silencio como nunca se escucha en el recinto legislativo. La diputada mexiquense mostraba la carta a la que, efectivamente, estaba adherida una tarjeta con el logotipo del Partido Verde. “Aquí está la tarjeta que está enviando el Partido Verde Ecologista a los electores no sólo de la Ciudad de México, de todo el país”, puntualizó frente a los flashazos de los reporteros y las cámaras de televisión que atestiguaron la denuncia.
Julisa siguió: “El reclamo de la señora Esperanza es de dónde sacaron sus datos los del Verde Ecologista para enviarle esto. La señora dice y afirma contundentemente que ella no está afiliada al Partido Verde Ecologista de México y sin embargo le está llegando esta carta.
Es un reclamo, fuerte reclamo de la señora Esperanza de que ella no está afiliada a este partido y sin embargo le está llegando esto. Hace un reclamo al INE para exigir que se le aclare de dónde el Partido Verde Ecologista de México sacó sus datos para enviarle esta cochinada –así me lo dijo la señora–. Muchas gracias”.
Seguramente en la memoria de muchísimos mexicanos está aquel asunto del llamado “monexgate” que fue uno de los instrumentos que le permitió a Enrique Peña Nieto llegar a la Presidencia de la República.
Por estos días, pero del 2013, la comisión legislativa encargada de investigar al grupo financiero Monex que es la que fondeó el dinero para financiar las tarjetas que se repartieron entre la gente pobre para que votaran por Peña Nieto y desde luego por los candidatos del PRI, informó que los gastos no reportados de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, incluyendo las tarjetas Monex y Soriana, ascendió a un total de cuatro mil 599 millones 947 mil 834 pesos, cuando el tope de campaña presidencial establecido por el IFE era de 336 millones 111 mil 84 pesos por lo que el PRI y Enrique Peña Nieto rebasaron esta cantidad por cuatro mil 263 millones 835 mil 750 pesos.
Sin embargo, luego de dos años, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resolvió que el PRI no incurrió en financiamiento paralelo ni en la compra de votos durante la elección del 2012.
De cara al proceso comicial que prácticamente ya inició, el Partido Verde hace uso de este mecanismo, el de las tarjetas, para “ganarse” la voluntad de los electores, con la anuencia, así pareciera, del Instituto Nacional Electoral, que esperamos cumpla con la ley – aunque es difícil creerlo–, y haga valer su autoridad si la tiene e imponga sanciones a ese partido por violar la normatividad electoral de manera cínica e impune que se ha encargado de repetir por todo el país a través de la radio, televisión, revistas y diarios una mentirosa propaganda con la que se adjudica logros del Poder Legislativo y ahora ofrece descuentos, diría yo, cuentas de vidrio, con una tarjeta similar a la Monex o a la Soriana para allegarse votos para sí y para el PRI en los comicios del 7 de junio próximo.
Igual mi compañera Yazmín de los Ángeles Copete Zapot mencionó que esta ilegalidad se parece mucho a la que el mismo verde y el PRI repiten en su estado, Veracruz, como también en todo el país.
Estamos pues, ante un nuevo “tarjetazo” del PRI y del PVEM que de manera cínica, todo lo niegan y todo se les resbala, pero también estamos frente a una situación donde es importante que la población esté más informada de todo esto, que la gente haga una valoración de lo que significa aceptar dar su voto por una tarjeta de descuento o por una que trae, tal vez, uno o dos mil pesos que puede sí, aliviar una necesidad del momento pero que a la larga les va a salir más caro el caldo que las albóndigas.
El PRI con la ayuda del Verde pretende ser mayoría en la próxima legislatura, la LXIII para redondear sus reformas estructurales, para permitir dar continuidad a las políticas de cambio estructural que arrancaron con Miguel de la Madrid y que replicó pero de manera acentuada, Carlos Salinas de Gortari y que de ahí para acá han venido repitiéndose trayendo consigo consecuencias económicas sociales y políticas que seguimos padeciendo.
México enfrenta serios problemas no sólo económicos, sino de manera destacada, de credibilidad y confianza. Es claro que México está inmerso en un túnel del tiempo que lo está llevando al pasado, un país que tiene muy poco de democrático, un país que no ha alcanzado mejores estadios como prometieron los gobiernos neoliberales no sólo del PRI sino también los del PAN, situación que no ha sucedido.
Hoy está de vuelta, de regreso, el llamado “PRI moderno” que recurre a las viejas prácticas, a las vetustas maneras de hacer política, de comprar votos aprovechándose de la necesidad de la gente, de negociar alineamientos de quienes se dicen son de izquierda pero que de un tiempo para acá se les ve en el espacio viajando cual satélites en la misma órbita.
Sí, estamos frente a este “PRI moderno” que vuelve al expediente de presionar a los concesionarios de los medios de comunicación para quitar de enfrente a comunicadores, a periodistas que les son incómodos, que se atrevieron a rascarle hasta el fondo al asunto del caso Monex, que se atrevieron a denunciar los moches de la casa blanca, de la trata del señor Cuauhtémoc Gutiérrez.
No quiero pensar que efectivamente estamos como en aquel “Túnel del Tiempo” que se trasmitía hace algunos años por la televisión, regresando como en el pasado reciente. Aterrizamos a escenarios que ya conocíamos: rebase de topes de campañas, lavado de dinero, tarjetas y más tarjetas, presiones y acarreos, para que después de la elección, la autoridad electoral anuncie que fueron “mínimas las irregularidades” o que “no encontraron ninguna irregularidad” como ocurrió, desde luego con el caso Monex y el “triunfo” de Enrique Peña Nieto, o el Pemexgate y los Amigos de Fox. Estamos pues, frente al regreso del Túnel del Tiempo.