Era conocido como “el obispo de los pobres” y era uno de los últimos exponentes mexicanos de la “teología de la liberación”. Falleció el 31 de octubre, a los 95 años de edad, tras sufrir complicaciones causadas por la Covid-19 de la que estuvo afectado, Arturo Lona Reyes, obispo emérito de Tehuantepec.
En un comunicado, la Conferencia episcopal mexicana recuerda su gran aportación al camino de la Iglesia, sobre todo en lo relacionado con las comunidades indígenas, a las que dedicó gran parte de su existencia.
Nombrado obispo de Tehuantepec por Pablo VI en 1971, monseñor Lona Reyes se dedicó desde el principio a tutelar la instrucción y el trabajo digno de las ocmunidades humildes, explotadas en las actividades de extracción minera o agrícola, y al año siguiente se convirtió en presidente de la Comisión episcopal para los indígenas.
Convencido defensor de una Iglesia más cercana al pueblo, que asista incansablemente a los pobres y promueva principios de justicia social, fundó en Tehuantepec el Centro para los derechos humanos Tepeyac, pero sobre todo la Universidad indígena para ofrecer una plena inserción social a las poblaciones locales.
Creó además centros de estudio y cooperativas donde los agricultores y los artesanos pudieron comercializar sus productos y conquistar esa independencia económica que los apartara de la indigencia.
Por su gran obra caritativa, en 2008 se le concedió el premio nacional por los derechos humanos Don Sergio Méndez Arceo como «reconocimiento de una vida dedicada a la defensa de los pobres y de las poblaciones indígenas»
Fuente: L´OSSERVATORE ROMANO
