* Visitaron el Museo Franz Mayer, el ex Templo de Santa Teresa y la Universidad del Claustro de Sor Juana, entre otros inmuebles
México, DF.- Este sábado, el Centro Histórico se transformó en un gran salón de fiesta; con vestidos de todos los colores, las quinceañeras inundaron de sueños, sonrisas y porras el Primer Cuadro de la capital.
Por ahora son sueños que se plantean en los primeros quince años de su vida, pero que algún día esperan cumplir cuando se conviertan en mujeres plenas y ciudadanas de una metrópoli como la Ciudad de México que desarrolla su vida política y social conforme al ejercicio de los derechos de las mujeres.
En grupos de acuerdo a las delegaciones, las quinceañeras recorrieron y se fotografiaron en diferentes inmuebles emblemáticos del Centro Histórico.
Visitaron la Escuela de Administración Pública del Distrito Federal, el Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas, la Jefatura de Gobierno, El Palacio de la Antigua Escuela de Medicina, el Museo Franz Mayer, el ex Templo de Santa Teresa, la Universidad del Claustro de Sor Juana y el Zócalo, entre otros.
Todas las quinceañeras son historias de vida. A su paso por los diferentes sitios en el Perímetro A del Centro Histórico, arrancaron miradas de asombro, admiración de quienes se las toparon a su paso.
A bordo de camiones y en otros puntos caminando, fueron el centro de atracción. Los vestidos de color rosa, verde, azul, amarillo, rojo, morado, beige y hasta negro o gris, donados por comerciantes de La Lagunilla llamaron la atención. Los estilos muy diferentes, pero reflejando la personalidad de cada una de ellas.
Entre ellas estuvo Diana Krystel; la protagonista de una historia increíble. Hace tres días salió del hospital, y hoy acompañada de sus padres puede celebrar. La silla de ruedas no le es impedimento para festejar y participar en el baile que presentarán las quinceañeras en el Auditorio Nacional.
Padece artritis reumatoide juvenil y lupus, en el caso de Diana, le afectó el riñón. Cumplió años el 23 de marzo. Con una sonrisa de oreja a oreja dice “que siente bonito” ser una de las quinceañeras de la Ciudad de México.
Ella, es sincera. A pregunta expresa sobre si sus papás le hubieran podido solventar una fiesta de quince años, responde que probablemente sí, pero reconoce que hubiera sido complicado porque el esfuerzo que hubiera significado para ambos.
Diana resalta que no se trata de una celebración de un solo día. Comenta que el Instituto de la Juventud del DF (InjuveDF) le ha proporcionado durante este tiempo la oportunidad de participar en diferentes actividades, por ejemplo talleres sobre derechos sexuales, prevención de adicciones, alebrije e inglés.
Cursa el segundo nivel de secundaria. Vive en la delegación Iztacalco. Cuenta que esta experiencia no sólo le ha dejado poder celebrar sus quince años a lo grande y adquirir enseñanzas en los talleres, sino hacer amigas. Aunque su color favorito es el morado, esta vez eligió un vestido dorado. Su sueño, dice, es ser una gran chef de repostería.
El director del InjuveDF, Javier Hidalgo Ponce, reiteró que esta fiesta cumple el sueño de bailar para muchas chicas que no tenían ninguna posibilidad de hacerlo y eso tiene un fuerte significado. “Lo que estamos aspirando es a que no se conformen. Por eso –dijo— nos da mucho gusto que sean lugares tan importantes para el país como el Auditorio Nacional, que recorran las calles como Avenida Reforma, que vaya el Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, porque ellas valen.
“Lo que queremos es que se revelen al destino, que si no tenían la fiesta, no queremos que se limiten. Lo que estamos tratando de hacer es darles poder para que puedan soñar, crecer y ser mujeres plenas, no es una fiesta solo de quince años y de un día”, finalizó.