El manipulador
Por el sabio Tao
En el improvisado proscenio del vestíbulo del Museo de la CFE para colocar todos los actores del Pacto por México, cuando se anunció la reforma de las telecomunicaciones y el fin de los preciados regalos consistentes en concesiones de radio y televisión, había un personaje que no dejaba de estar sorprendido y estaba cabizbajo. Meditaba. Se acordaba de sus buenos tiempos. ¿Cómo que el Estado recupera la rectoría en materia del espacio radioeléctrico?
Antes había sido verdadero estratega de los gobiernos de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo que manipulaba a su antojo los medios de comunicación. Fueron 18 años. Primero como secretario particular de De la Madrid, después secretario de Comunicaciones y Transportes con Salinas, director del IMSS y después subsecretario de comunicación con Zedillo. Era el poderosísimo hombre orquesta.
¿Cómo se pregunta el sabio Tao? El mismo sabio se responde: pues muy sencillo: Este personaje manejaba a su antojo premios y castigos a los medios de comunicación. Recompensaba bien a los periodistas y a los empresarios de la comunicación que mostraban lealtades al régimen al modo de lo que este personaje decidía.
Por años combatió a Javier Corral Jurado, quien promovía hacer efectivo el derecho a la información y fue un gestor permanente de la reforma a las telecomunicaciones. Decía que Javier preparaba una “ley mordaza”. No pocos editores le creyeron y le dieron la de “ocho” por allá por la década de los noventa. Este personaje era un filtrador profesional y tenía en sus bolsillos buen número de columnistas y directores de medios que estaban en su círculo de favores. A los menos y más baratos les dio su premio nacional de periodismo cuando los otorgaba la secretaría de Gobernación a otros jugosos negocios en la radio y la televisión.
Ahora este personaje comparte espacios con Javier en el Senado de la República. Y ambos irán de la mano para aprobar la reforma de telecomunicaciones que se supone acabará con los monopolios de la comunicación. El sabio Tao nada más mueve de un lado a otro su pequeña cabeza. Es el tiempo, es el tiempo, decía.
