Por Horacio Corro Espinosa
Para el 2 de abril de 2018
Terminó la Semana Santa, y muchos aún no sabemos por qué es tan especial Jesús, o ¿de dónde obtuvo esas enseñanzas inigualables sin haber asistido a la Universidad?.
Definitivamente la enseñanza de Jesús es muy especial. A lo largo de la historia, no ha nacido otro hombre con un carácter como el suyo: humilde, fuerte, dedicado a la oración, centrado, pacífico y a la vez enérgico, amoroso sin ser sentimentalista, dinámico, etcétera.
Jesús es la única persona totalmente equilibrada que ha existido. No tenía puntos fuertes porque carecía de puntos débiles.
Varias veces les dijo a las multitudes que no lo siguieran si sus acciones no correspondían con sus palabras.
El enseñaba amor, amor de Dios, y lo prodigaba a los hipócritas religiosos, a los soldados romanos, a los mendigos, a los leprosos, y a sus discípulos que le entregaron a muerte.
Una cosa es decir: “amen a sus enemigos” y otra cosa es clamar: “Padre, perdónalos”, cuando los soldados clavaron su cuerpo sangrante a una cruz. Así se comportó Jesús. Su conducta correspondió justo con sus enseñanzas.
Esto es algo que jamás se ha igualado. Sócrates, Moisés, Confucio, Buda, Mahoma, la madre Teresa, Martín Luther King, y el recién fallecido Billy Graham, han enseñado cosas maravillosas, y muchas personas han dependido de sus palabras. Sin embargo, ninguna de estas figuras logró cumplir en realidad todo lo que enseñaban.
Buda tuvo una vida llena de comodidades. El matrimonio de Confucio fue un desastre. Sócrates, tenía atracción por muchachos jóvenes. Mahoma, tuvo 11 esposas y numerosas concubinas. Así que ninguna comparación de estos hombres con el comportamiento de Jesús. Jesús fue diferente.
Sus enemigos no pudieron acusarle de nada. Tres veces Poncio Pilato, que ejecutó a Jesús, le declaró inocente. Judas el traidor, tuvo que reconocer que había traicionado a sangre inocente. Los ladrones crucificados con Jesús, reconocían que éste nada malo había hecho, mientras que el centurión encargado de la ejecución, se maravilló y dijo: “Este hombre era justo”.
Si la evidencia de sus enemigos es impresionante, la de sus amigos es más aún. Uno de sus discípulos, Juan, le conocía muy bien y describió a Jesús como “es la luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano”.
Pedro le llamó “el justo”. Pablo lo describió como el “que no cometió pecado”. El escritor de los hebreos habló de él como el único que necesitamos: “Santo, irreprochable, puro, apartado de los pecadores”.
A lo largo del Nuevo Testamento no leemos en ninguna parte que le fuera necesario pedir disculpas ni reconocer que se había equivocado. Y eso que él era una persona hábil para señalar la hipocresía de otros.
En el Padre Nuestro, nos dice que oremos así: “perdónanos nuestras deudas”, pero él nunca tuvo que orar de esa manera. Éste hombre se atrevió a afirmar que siempre hacía lo que le agradaba a su Padre que estaba en los cielos. Éste es el hombre que podía enfrentar una turba enojada, debido a que afirmaba estar con Dios y podía decir: “¿quién de ustedes me puede probar que soy culpable de pecados?”.
Estas son algunas cosas que hacen que Jesús sea especial. Otros hombres tuvieron gran influencia, pero no tan grande. Otros enseñaron grandes verdades, pero ninguna tan completa. Otros tuvieron vidas buenas, pero ninguna tan buena.
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