Por Horacio Corro Espinosa
Para el 13 de marzo de 2017
Muchas son las formas e ingenios que cada persona usa con tal de saber y descubrir los pasos en que anda su amada o amado.
Algunos se ubican en los sitios más oscuros para desde ahí vigilar el comportamiento de la novia o del novio. Otros son los que le ponen un diablito al teléfono fijo para escuchar todas las conversaciones de la casa. Eso es fácil.
En los tiempos de José Murat, cuando era gobernador de Oaxaca, localizó debajo de una mesita de teléfono un par de caimancitos y un cable que iba a sepa dónde. Por esos aditamentos, aseguró que había una conspiración en su contra a través de su teléfono, y afirmó que ese sistema era moderno y de largo alcance. Esas declaraciones eran de risa para todos.
En este tiempo de la tecnología y la comunicación en tiempo real, hay parejas que se enteran de lo que hace la novia sin necesidad de trazar un plan para investigarla. En las redes sociales puede aparecer su foto con otra persona que no es su pareja después de una escandalosa borrachera.
La cosa es que desde siempre ha estado presente la obsesión por saber lo que hace o dice cualquier otra persona. Muchas veces es la ambición, el miedo o la maldad política lo que ha provocado el espionaje del adversario, del enemigo y a veces hasta del “amigo”.
Hace años, en el medio periodístico, se usaban los caimanes para grabar alguna entrevista; después llegaron las mamilas, me refiero a unos como chuponcitos que se colocaban en el auricular para grabar las llamadas telefónicas. Desde luego que eso se puede hacer siempre y cuando lo permita el interrogado, eso dice la ética profesional y el sentido común.
Uno de los casos de espionaje telefónico oaxaqueño con fuerte resonancia nacional fue el de los “audioescándalos”, donde los protagonistas se hicieron famosos con el personaje principal y operador político de Gabino Cué Monteagudo, Jorge “El Coco” Castillo Díaz.
En esas llamadas estaban las voces de presidentes de partidos políticos, ex gobernadores, diputados locales y federales, senadores de la República, presidentes municipales y secretarios del mismo gobierno de Gabino.
Y lo último sobre el espionaje, pero en la ciudad de Tuxtepec, Oaxaca, donde más de medio centenar de periodistas de la Cuenca del Papaloapan, presentaron una denuncia en la Procuraduría General de la República (PGR) en contra del presidente municipal de ese municipio, Fernando Bautista Dávila, por el presumible delito de espionaje y otra serie de acciones como amenazas contra los periodistas que lo incomodan. Sin dejar de lado, la clonación de cuentas en las redes sociales que se han confeccionado desde las mismas oficinas municipales.
Desde el 17 de febrero aparecieron unas cuentas falsas en Facebook donde comenzaron a agredir a periodistas. Algunos de estos sospecharon que la agresión era de parte del Ayuntamiento de Tuxtepec.
Lo curioso es que el 8 de marzo subieron a una de las cuentas falsas un audio que pudo haberlo grabado el asesor del presidente, Bartolo Estrada Campechano, el único que tuvo esa conversación con la directora de comunicación social del ayuntamiento, Luisa Hernández Cunjama.
Éste asesor, hoy dizque periodista, Bartolo Estrada, y ex funcionario del entonces Instituto Federal Electoral (IFE), desde hace tiempo ha atacado constantemente a diversos periodistas de la región, como se puede comprobar en su cuenta de Facebook.
Algunos regidores del gobierno tuxtepecano dicen sospechar que muchos teléfonos de periodistas están intervenidos desde el 1 de enero, fecha en que llegó al poder Bautista Dávila.
La integración de muchos periodistas y medios de comunicación al caso del espionaje, se debe a la fragilidad en la que se encuentran la mayoría de reporteros de la Cuenca del Papaloapan por parte de su presidente municipal.
Bautista Dávila dijo que se investigará a fondo el caso. Ojalá tenga palabra de hombre y cumpla.
¡Vaya presidentito que se aventaron en esta ocasión los tuxtepecanos!, sumado a éste, su asesor Estrada Campechano.
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