Anacleto Morones
La Secretaría General de Gobierno y su área de comunicación social organizaron un pomposamente llamado foro sobre libertad de expresión y periodismo en el que brilló la exclusión de la gran mayoría de periodistas.
La invitación se realizó al cuarto para las 12, obviamente por que no se querían periodistas incómodos, y sirvió para el lucimiento de los cuates de las encargadas de esa área de la dependencia.
Flaco favor le hacen al nuevo gobierno si para empezar, en un tema tan delicado, excluyen de la participación a los periodistas. No es que estemos en desacuerdo con los planteamientos del compañero Pedro Matías. Pero no se puede avanzar en un proceso democrático dejando de lado a la gran mayoría de los reporteros de Oaxaca.
El foro tenía que anunciarse con anticipación, con la participación directa de los interesados, no se puede hacer una consulta o un foro sobre periodismo si los actores principales no están ahí.
Tampoco se puede usar un foro sólo para el lucimiento de los cuates y poner relatores egresados de universidades patito, porque un librito hecho con cuatro entrevistas a periodistas no representa un conocimiento de la crítica situación del periodismo en Oaxaca.
O con moderadores acomodaticios, que en la primera oportunidad buscan chamba con el gobierno cuando unos días antes hablaban pestes del mismo y de su “política” de comunicación social, o que solo fueron de orejas a reuniones de periodistas que intentan buscar planteamientos que superen las coyuntura de los recursos destinados a los medios.
El foro fue una farsa, porque cuando los ponentes, independientemente de que se esté o no de acuerdo con sus planteamientos, son elegidos al arbitrio de los amigos, se deja de lado la gran diversidad de opiniones de los integrantes del gremio.
¿Cómo construir una relación democrática con los medios en el proceso de cambio de gobierno cuando criterios enanos deciden quiénes participan y quienes no?
Que te inviten un día antes a un foro, deseando que no llegues es una práctica de exclusión, porque no se puede llegar a exponer ocurrencias, se requiere reflexión.
Hay un grave mal que aqueja al periodista de a pie, no sólo el grave aislamiento y atomización del gremio, sino la horda de reporteros que son sumamente hábiles para acomodarse muy bien, económicamente, con los gobiernos en turno.
Publicado en el portal Crónica