Especial para oaxacaentrelineas de José Luis Camacho López.-La ocupación de la Torre de Rectoría de Ciudad Universitaria era previsible. Los jóvenes encapuchados que encabezaban una marcha de no más de un centenar de participantes por la avenida Insurgentes, la tarde del viernes 19 de abril para exigir, entre otros reclamos, la suspensión del fallo de expulsión de cinco alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de Naucalpan, lo decidieron tras apostarse frente al edificio. Estaban a la vista de los funcionarios universitarios.
Uno de los estudiantes encapuchados que ocupan la zona de ingreso a la Torre de la Rectoría, alumno de sicología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), revela que primero se apostaron en la avenida Insurgentes. Daban vueltas, hasta que decidieron la ocupación.
No todos los ocupantes de la Torre de Rectoría son alumnos del CCH Naucalpan Junto a este alumno de sicología de la UAM se encuentran otros estudiantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México que apoyan la ocupación.
Lo extraño es que la ocupación parecía previsible. El estudiante de la UAM enumera las causas de la ocupación: la expulsión de los cinco alumnos, las cámaras de video instaladas en el plantel del CCH que según él están conectadas a la secretaría de Seguridad Pública del gobierno del DF, el cambio en la malla curricular de la que desaparecen las materias humanísticas, y una investigación pendiente del alumno de la Preparatoria 6 que murió ahogado en la alberca del plantel a causa de la indolencia de un maestro que ni siquiera tenía el perfil para las clases de natación.
Son las 13 horas del lunes 22 de abril, han pasado más de 48 horas de la ocupación de la Torre, en la explanada alumnos que apoyan al pequeño grupo de encapuchados discuten con quienes no están de acuerdo. El sol cala a plomo bajo el mural de Siqueiros que según algunas versiones informativas había sido dañado. Los ocupantes lo desmienten.
Los jóvenes exigen diálogo. El estudiante de la UAM admite que su estrategia de comunicación no ha sido la adecuada. La mayor parte de los medios de comunicación los ha condenado, lo menos que dicen de ellos es que son unos “vándalos delincuentes” y “porros”.
El rector José Narro ya ha recibido el apoyo de 74 directores de escuelas, facultades, centros e institutos de investigación de la UNAM, quienes exigieron la devolución del edificio central de la institución, enclavado en una zona que fue declarado en 2007 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO durante la rectoría de Juan Ramón de la Fuente. En la Torre de la Rectoría se encuentran los murales realizados por David Alfaro Siqueiros y en la Biblioteca Central, los monumentales de Juan O’Gorman; en el Estadio Olímpico de CU está inconcluso el de Diego Rivera que pretendía rodear toda la estructura deportiva y ser su obra cumbre.
El rector Narro enfrenta una segunda ocupación de instalaciones universitarias en un breve lapso de tiempo. Hace apenas semanas, un grupo de estudiantes con demandas similares ocupó el local de la dirección de los Colegios de Ciencias y Humanidades, a poca distancia de la Torre de Rectoría. Ocupar la sede del rector de la UNAM fue tan fácil y accesible como la dirección de los CCH.
El estudiante de la UAM que acepta el diálogo con el corresponsal de oaxacaentrelineas aduce la ausencia de comunicación entre autoridades del CCH y los estudiantes que motivó el escalamiento del conflicto. No hay en él un dejo de agresividad, varios de sus compañeros y compañeras se acercan a escucharlo. Sus argumentos parecen sólidos, sobre todo evidencia que el viernes parece que los encarrilaron a la ocupación de la parte baja de la Torre.
Los funcionarios responsables de las 74 instituciones de la UNAM condenan a los jóvenes de los rostros encubiertos que irrrumpieron en la Torre con “violencia inadmisible” al romper el cristal de una ventana para introducirse al edificio donde no encontraron ninguna resistencia.
El rector Narro ha declarado que no habrá diálogo mientras se mantengan ocupadas las oficinas centrales de la UNAM.
En la explanada los estudiantes discuten, unos a favor y otros en contra discuten, en momentos se les sube el calor, pero no se agreden. Horas después, los ocupantes bajan a tres de los siete puntos iniciales, el pliego de sus demandas para desalojar el edificio.
Piden que no sufran represalias, el desistimiento de la acción penal que el abogado general universitario interpuso en la Procuraduría General de la República y un diálogo público que han venido demandando desde hace meses con las autoridades universitarias para tratar el tema de los cinco expulsados.
Uno de los temas centrales de sus demandas ha sido la reforma educativa de los “12 puntos” que ahora es de “ocho”.
En su agenda está la “violación a la autonomía universitaria” hecha por policías del Estado de México al CCH Naucalpan a principios de febrero pasado. Señalan a un responsable del escalamiento del conflicto: al director del plantel, Benjamín Barajas. ¿A quién culpar?