* El bailarín, director, maestro, coreógrafo e investigador es recordado este 27 de mayo en su 20 aniversario luctuoso
* Destaca como uno de sus principales proyectos “El lago de los cisnes” en el Bosque de Chapultepec, el cual atrajo a un público masivo hacia la danza escénica
Ciudad de México.- La Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) recuerda a Felipe Segura (1926-2004) bailarín, director, maestro, coreógrafo, investigador e incansable promotor de la danza en México, este 27 de mayo en su 20 aniversario luctuoso.
Para la investigadora Margarita Tortajada, fue gracias a la gran labor del también régisseur que “se mantuvo viva la danza clásica en México en un periodo que fue muy difícil (a mediados del siglo pasado), porque las compañías eran absolutamente independientes. Ahora, hay compañías que tienen apoyo, subsidio o alguna institución las ampara, pero esto no era así.
“Cuando el Inbal se fundó se dio todo el apoyo a la danza moderna y los clásicos le hacían como podían. Una de las compañías que arrancó en los años cincuenta y se mantuvo hasta la fundación, en 1963, de la Compañía Nacional de Danza (CND), fue el Ballet Concierto de México”, agrupación en la que Felipe Segura fue primer bailarín y director artístico.
Tortajada recordó que Ballet Concierto fue fundamental, entre otras cosas, porque extendió la influencia del ballet a todo el país: “Hicieron giras por todos lados, en las condiciones más increíbles, y lo lograron. Esto consolidó un público importante en la Ciudad de México y en todos lados a donde fueron.
Destacó que como bailarín fue extraordinario. Se formó en la ahora Escuela Nacional de Danza Nelly y Gloria Campobello, bailó para el Ballet de la Ciudad de México, después se convirtió en maestro y coreógrafo. Finalmente, acabó convirtiéndose en director de la CND, donde impulsó proyectos que fueron muy innovadores.
Uno de ellos fue “El lago de los cisnes” en el Bosque de Chapultepec, el cual atrajo a un público masivo que tanto necesita la danza escénica. Fue, entonces, un gran esfuerzo que implicó recortar la coreografía, integrar el escenario natural (las lanchas, los cisnes vivos) con la escenografía. Fue algo complicadísimo, dijo.
“Pero la intención era no solo llegar al público, sino formar públicos”. Agregó que, gracias a esta iniciativa, además, se provocó un movimiento muy amplio a lo largo del país, pues se promovieron espectáculos similares, “y esto es algo que creó Felipe Segura”.
Tortajada, quien compartió cubículo con Segura en el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza (Cenidid) José Limón, añadió que fue una de las almas de ese centro: “Era un gentleman (caballero), muy educado, siempre fumando. Tenía una gran memoria y la palabra precisa para decir las cosas; era muy crítico, pero con un sentido del humor negro, divertidísimo y generoso. Él fue muy consciente de la importancia del trabajo que realizábamos y de lo que significa la danza para la cultura mexicana”.
Recordó que cuando él se incorporó al Cenidid, ya sabía todo sobre la escena, pero nunca había sido investigador, así que decidió estudiar sobre la disciplina y desarrolló proyectos importantes, como el ciclo “Historia oral de la danza en México en el siglo XX”, del cual se conservan cerca de 300 entrevistas a los hacedores de la danza en el país, tanto en grabación como transcripción, y es una importante fuente de información.
A partir de ese material, también se propuso el homenaje “Una Vida en la danza”, proyecto que coordinó durante mucho tiempo y que, a la vuelta de los años, se ha convertido en el medio que no solo reconoce, sino difunde el trabajo de bailarines, maestros, coreógrafos y personas que han aportado a la creación dancística: compositores, diseñadores, funcionarios, entre otros.
La investigadora destacó que, a la par de los proyectos, publicó trabajos fundamentales, como “la biografía hermosa de Gloria Campobello, un libro con el que recuperó a quien fue por muchísimo tiempo la ‘ballerina de México’ y quien estaba relegada, a la sombra”.
Subrayó que su legado no radica en su intenso trabajo, sino en los materiales que donó al pueblo de México a través del Cenidid: “Todos los materiales que tenía de Ballet Concierto son una fuente de información fundamental para entender el devenir de la danza clásica en México. Incluso, se montó una exposición en el Museo de Arte Moderno con esos materiales, porque están los diseños escenográficos originales de pintores, entonces jóvenes, que posteriormente se convirtieron en los grandes artistas del país”.
Finalmente, agregó que Segura nunca detuvo su labor y luchó para que se reconociera la importancia de la danza escénica: Para Una vida en la danza propuso a personas que no conocíamos o que no consideraríamos, como Yolanda Montes Tongolele, porque tenía esa visión de que la danza es mucho más que las zapatillas de ballet. Esto fue porque tuvo una formación muy amplia. Él se desenvolvió dentro de muchos géneros, los conocía y entendía su funcionamiento.
“Para él todas las formas de danza tenían valor y era algo que la sociedad entera no solo debía de disfrutar, sino participar de ella. De ese pensamiento salieron algunos programas para escuelas primarias, también con el fin de decir a la sociedad que la danza es también para hombres, no solo para mujeres”.