Remolino Político
Mario Castellanos
El SALDO DE LAS FIESTAS PATRIAS EN LA CIUDAD CAPITAL y en general en la entidad, fue blanco, pero con un alto costo social de inseguridad, tención, escepticismo e intimidación. Fue cubierto por ocho mil policías federales y estatales. Como nunca, un operativo increíble que abarrotó el centro histórico de la capital oaxaqueña, que más que todo causó impresión ciudadana y un ambiente de reflexión y análisis del estado de descomposición social al término del gobierno de la transición democrática que dio un giro de 360 grados, pasó dela tolerancia a la intolerancia, sino a la represión velada, pero sí a la desazón y al desasosiego y propenso a la tiranía.
Las fiestas patrias fueron caladas por las armas de la Policía Federal, la Gendarmería, el Ejército y la Policía Estatal que anticipadamente cubrieron la alameda, el zócalo y calles adyacentes del centro histórico de la capital oaxaqueña, desalojaron las tiendas de campaña de los maestros y el plantón de los indígenas triques con perros adiestrados y todos los elementos y armas para cualquier contingencia, que por fortuna no fueron utilizadas pero todo causó un estado de sitio impresionante e increíble, que dio la otra cara del gobierno.
SON SINTOMAS DE DESCOMPOSICION social, política y económica de un régimen neoliberal que tiende a agudizar la desigualdad entre los sectores de la población en el país y particularmente en Oaxaca, una entidad con rezagos seculares que han sido postergados por la federación y por tanto existe una gran simetría entre las regiones del norte, noreste, en centro y el sureste de la República Mexicana, la que ha sido violentada por la falta de atención gubernamental, el caciquismo político y la política centralista del gobierno federal.
POR tanto el gobierno federal no tiene más recursos y una vez que ha agotado el diálogo y por supuesto la falta de políticas igualitarias y de participación democrática, las condiciones de vida y bienestar social están lejos de llegar a los estratos de la sociedad mexicana, incluso las imposiciones, errores y la corrupción lacerante del sistema político del gobierno en el poder han lastimado a las clases populares y medias, que cada vez más limitan profundamente su desarrollo al recibir menos educación, salud, vivienda y participación ciudadana.
En este sentido resurge la violencia desmedida de las organizaciones sociales y políticas agotadas en su paciencia y al no tener otros medios de ser escuchados, sus problemas se agravan e incurren en actos de provocación y rebelión, lo que se refleja en acciones vandálicas en la región del sur sureste como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, que se han visto militarizadas para someter a los beligerantes, que por su pobreza y marginación le apuestan al derrocamiento del sistema político viciado que ya no corresponde al desarrollo contemporáneo y todo se refleja en la descomposición y putrefacción de la vida cotidiana.
EN OAXACA, la situación de crisis es más compleja, la cual se agrava con los gobernantes de la entidad que han pasado por encima de los derechos humanos de los oaxaqueños y han utilizado el erario público como caja chica para lograr sus ambiciones de enriquecimiento ilícito que ha dado al traste con la marginación fatal de la población diseminada en los 570 municipios de pobreza ejemplar, 13 mil comunidades y 16 grupos étnicos que comprenden una diversidad pluriétnica con mucha cultura pero con pocas esperanzas de desarrollo.
Las barreras se agudizaron por la hegemonía priista de 80 años a nivel estatal y federal que hundieron a la población en un sistema de corrupción y saqueo de los recursos naturales, como lo está haciendo el actual gobierno federal con su política salinista, neoliberal, a través de sus reformas estructurales que son rechazadas por la población marginada porque nos espera un desastre nacional con la venta del petróleo al extranjero y la privatización hasta del agua que está en vías de consumación.
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