Hasta en los curas hay niveles

Desde hace años, los expertos han coincidido en señalar que existen tres grandes grupos al interior de la Iglesia católica en México que se disputan y comparten el poder del clero.

Sin ningún orden, la primera corriente está encabezada por el cardenal Norberto Rivera Carrera. La distingue su fascinación por el poder económico —son constantes sus apariciones en las esferas de los empresarios más adinerados del país— y su cercanía con el PRI, desde tiempos de Carlos Salinas de Gortari y el nuncio apostólico Girolamo Prigione, cuyos cabildeos lograron restablecer las relaciones Iglesia-Estado en México. Tiene entre sus integrantes a los Legionarios de Cristo y los obispos Onésimo Cepeda y Emilio Carlos Berlie; son pocos en número pero anchos en poder.

El segundo grupo emana de la tradición cristera del Bajío. En número son más que cualquier otra corriente y gracias a ese voto por voto han mantenido bajo su control la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), de la que el cardenal Rivera ha intentado ser presidente, pero no lo han dejado pasar. Los obispos del Bajío son más cercanos al PAN y en buena parte colaboradores en su arribo a Los Pinos desde hace una década. En sus filas destacan monseñor Carlos Aguiar Retes, como actual voz dirigente, y Francisco Robles Ortega, jalisciense cardenal de Monterrey.

La tercera tribu son los identificados con la Teología de la Liberación, con la izquierda mexicana y hasta con grupos guerrilleros. Abrazan este camino los obispos Samuel Ruiz y Raúl Vera López, siguiendo la ruta, en vida, de Sergio Méndez Arceo. Con la llegada del PRD a puestos de poder más relevantes han también mostrado su seducción por la política. Son menores en integrantes e influencia que las otras dos facciones.

Recientemente, a propósito de la disputa entre la Iglesia y el INEGI por las preguntas sobre religión en el Censo 2010, el tono agresivo —cada vez más frecuente en la Arquidiócesis de Rivera Carrera— para encarar el asunto contrastó con la mesura de la CEM. Había sucedido lo mismo en los debates de las bodas y adopciones gay y el aborto.

Considerando que según las encuestas, muchos de los feligreses están de acuerdo en el matrimonio entre personas del mismo sexo, usan condón en sus relaciones íntimas, no consideran al divorcio un pecado mortal y apoyan a las mujeres en decisiones de interrupción del embarazo, a este reportero le parece que la categoría de la CEM para debatir abona en una imagen de tolerancia que termina por atraer fieles jóvenes que no comparten la solemnidad y la dictadura de valores. En cambio, el tono porril de sus compañeros de sotanas —rivales políticos internos— exhibe a la Iglesia más distante, encapsulada y, para colmo, la más denunciada de cometer los más atroces pecados.

SACIAMORBOS

Casi sacan al verdecito del Capitolio por andar usando su BlackBerry en la sesión solemne de la gira.

Historias de Reportero
Hasta en los curas hay niveles

Carlos Loret de Mola

Miguel Ángel

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