Impacto ambiental del centro de convenciones en el Cerro del Fortín

Fortín

Víctor L. Barradas*

El Cerro del Fortín es parte de la sierra de San Felipe (Sierra Madre del Sur), en el interior de un área urbanizada de 8 mil 548 hectáreas de la ciudad de Oaxaca. Cubre 88 hectáreas y cuenta con 95 especies de plantas pertenecientes a los bosques de encinos, tropical caducifolio y matorral xerófito. Cuenta además con eucaliptos y otros árboles plantados por ciudadanos y programas gubernamentales interesados en reforestar el cerro durante la primera mitad del siglo XX. Es un invaluable bastión de la historia y cultura de Oaxaca, y su conservación implica grandes beneficios ambientales, culturales y urbanos que deben recalcarse antes de considerar su destrucción irreversible. Estos hechos ¿se dejan de lado por ignorancia, desidia o interés económico?

Una ciudad, como una entidad totalmente artificial, presenta impactos ambientales claros, que resultan de la transformación drástica medioambiental producida por la urbanización y la actividad humana. Los dos tipos de impactos principales son: un cambio drástico del clima y una generación extrema de contaminantes aéreos, como el ozono (O3), óxidos de nitrógeno (NOx) y azufre (SOx) y de metales pesados (Al, As, Be, Cd, Cr, Cu, Fe, Hg, Mn, Ni, Pb, Zn) en material particulado de 2.5 y 10 micrones (PM2.5 y PM10, respectivamente), y el carbón negro, que son los que pueden producir impactos más nocivos a la salud humana.

El cambio climático urbano se genera con el fenómeno conocido como isla de calor urbana (ICU), que consiste en que el área urbana es más cálida que el área rural a sus alrededores; en ocasiones ¡la diferencia de temperaturas entre estas dos áreas llega a ser hasta de 10 °C! Tal es el caso de la ciudad de México. Cuando la temperatura excede un cierto valor afecta la carga de calor humana y la gente puede sufrir un desconfort térmico (estrés por calor). Este desconfort térmico afecta la productividad y la morbilidad humana, principalmente en el periodo primavera-verano. La ICU es el resultado directo de la falta de superficies evaporantes en el tejido urbano al reducirse drásticamente las áreas verdes y/o cuerpos de agua. La ciudad misma y la ICU afectan todos los demás elementos del clima, como la radiación neta que puede aumentar por los contaminantes, la humedad atmosférica que disminuye, el viento que se torna más turbulento (que también es afectado por la estructura del tejido urbano), y en algunos casos, la precipitación pluvial, que puede aumentar o disminuir, es decir existe un cambio climático local y que al igual que el global es necesario mitigar.

Los contaminantes atmosféricos (CA) con mayor efecto en la salud humana son las partículas en suspensión, en especial las finas. No obstante, el O3 y los NOx también tienen un efecto muy evidente sobre la mortalidad y morbilidad de la población. La Organización Mundial de la Salud admitió recientemente que este tipo de contaminación causa la muerte de cerca de 1.3 millones de personas al año y que la reducción de partículas PM10 o menores, de 70 a 20 microgramos por metro cúbico, puede disminuir hasta en 15 por ciento las muertes relacionadas con la calidad del aire. En la ciudad de Oaxaca, en mayo pasado se registraron valores muy por encima del máximo permisible (75 microgramos por m3, PM10), principalmente los días 9, 10, 11, 12, 20 y 22. Esto se puede constatar en la información proporcionada por el Instituto Estatal de Ecología y Desarrollo Sustentable de Oaxaca (IEEDS)

La vegetación urbana juega un papel importante en la mitigación de estos dos mecanismos (ICU y CA), a través de sus funciones fisiológicas, como la transpiración que depende de la apertura de las estomas (poros de las plantas) y gracias a que las partículas PM10 y PM2.5, carbón negro y el O3 y NOx ingresan al interior de las células de las hojas y tallos, o se adhieren en el exterior de la hoja filtrando el aire urbano.

A través de la transpiración arbórea, el aire atmosférico vecino se enfría y en un estudio reciente se determinó que con sólo 22 árboles de fresno o 43 árboles de liquidámbar por hectárea, la temperatura del aire se puede reducir hasta 3 °C. Como puede notarse, este poder de enfriamiento depende de la especie y del individuo (ya que depende de la edad, tipo de cobertura y área foliar).

Por otro lado, la captura de contaminantes por algunos vegetales llega a ser significativa, principalmente de metales pesados. Por ejemplo, el laurel de la India es capaz de incorporar a través de los estomas hasta 18 gramos de plomo y otros metales pesados por cada tonelada de hojas secas que produzca y el fresno reduce la cantidad de O3 troposférico de manera muy significativa.

Estos ejemplos muestran la importancia de la vegetación presente en el Cerro del Fortín para el ambiente y calidad de vida de los habitantes en la ciudad de Oaxaca. Los árboles y otras especies vegetales de esta área natural protegida (por declaratoria del propio gobierno del estado) indudablemente tienen un impacto virtuoso o benéfico muy importante para el microclima y ambiente de la ciudad de Oaxaca. Por sus características bióticas y cubierta vegetal sin duda es un ecosistema invaluable y representa un gran filtro y acondicionador del aire de la ciudad de Oaxaca. Esta función se encuentra severamente amenazada por la construcción del Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca (CCCO) en la ANP y en su zona de amortiguamiento, lo cual redundará en la salud de los habitantes de Oaxaca y el ambiente de la ciudad.

Por su construcción se podrían perder hasta 942 mil 480 m3 de captura de agua vía precipitación. Si no se realizase construcción o pavimentación alguna en esta zona se seguiría captando ese total de agua, de la que cerca de 80 por ciento se infiltraría alimentando los mantos freáticos. Por todo lo anterior, y con base en los fundamentos científico-técnicos acá expuestos, conmino a las autoridades responsables, y en particular al gobernador del estado, Gabino Cué Monteagudo, a evitar la destrucción de tan importante área.

*Investigador titular de tiempo completo del Instituto de Ecología de la UNAM y miembro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad AC

Miguel Ángel

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