* Por ser uno de los escritores más destacados y críticos de la vida política y social del México contemporáneo, la Secretaría de Cultura y el Inbal rememoran su obra a cuatro décadas de su deceso
Ciudad de México.- La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) recuerdan al escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia al cumplirse este 27 de noviembre el 40 aniversario de su fallecimiento en un trágico accidente de aviación.
En la historia de la literatura y el periodismo mexicano del siglo XX, el dramaturgo, narrador, cronista y periodista Jorge Ibargüengoitia (22 de enero de 1928, Guanajuato – 27 de noviembre, 1983, Mejorada del Campo, España) se distinguió por aportar puntos de vista controvertidos y ciertos, con una gran dosis de libertad creativa.
Considerado por colegas y amigos como uno de los más agudos e irónicos autores de la literatura hispanoamericana y un crítico mordaz de la realidad social y política del país, Ibargüengoitia cumple 40 años de ausencia física, pero cuya obra escrita lo mantienen presente en los diferentes ámbitos de la literatura.
En 1983, el escritor vivía en París, Francia. Allá recibió una invitación para asistir al Encuentro de la Cultura Hispanoamericana que se llevaría a cabo por aquellos días en Colombia. Pese a no querer en un inicio volar hacia ese destino, finalmente aceptó. Salió de su casa para dirigirse al aeropuerto y tomar un vuelo a Bogotá con escalas en Madrid y Caracas. Pero un fatídico accidente en el aeropuerto de Madrid acabaría con su vida.
Ibargüengoitia estudió Arte Dramático y Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de Teatro en la ciudad de Nueva York. Fue becario de las fundaciones Rockefeller, Fairfield y Guggenheim, así como del Centro Mexicano de Escritores.
Además de escritor, se desarrolló como promotor cultural y docente al dirigir la Escuela de Verano de la Universidad de Guanajuato y dar clases en el Summer Institute de la Universidad de Bradley, Illinois. Su obra literaria, considerada una de las más prolíficas e influyentes en el contexto hispanoamericano del siglo XX, comprende novela, cuento, teatro, artículos periodísticos y relatos infantiles.
Obtuvo galardones como el Premio Ciudad de México de la VII Feria Mexicana del Libro, en 1960, por su obra “La conspiración vendida”; Premio Casa de las Américas 1963 por la obra de teatro “El atentado” y en 1964 por la novela “Los relámpagos de agosto”, así como el Premio de Novela México 1975 por “Estas ruinas que ves”.
Además, es autor de las novelas “Dos crímenes” (1974), “Las muertas” (1977) y “Los pasos de López” (1982) en las que cuenta historias irónicas y sarcásticas, y de “La ley de Herodes y otros cuentos” (1967). Entre sus piezas teatrales destacan “Susana y los jóvenes” (1954), “Clotilde en su casa” (1955) y “El atentado” (1963).
Con su capacidad para ver la realidad de forma singular, Ibargüengoitia convirtió la cotidianidad y la vida sociopolítica del México de mediados del siglo XX en un instrumento crítico y humorístico que se reflejó en una gran cantidad de crónicas para diarios y revistas, cuentos y novelas que luego se convirtieron en exitosas cintas cinematográficas.
Colaboró en el periódico Excélsior y en las revistas Universidad de México, Mexicana de Literatura, Siempre! y Vuelta, desde las cuales cotidianamente plasmó su implacable punto de vista, por lo que se le consideró continuamente como “políticamente incorrecto”.
A 40 años de su fallecimiento, la crítica literaria del país lo califica como “sinónimo de libertad”.
Para Alicia García Bergua: “Su obra encierra en sí misma todo tipo de libertades, desde la crítica y la creativa, hasta la humorística”.
Es un autor fundamental en la literatura mexicana y latinoamericana”, dice por su parte Verónica Murguía: “Toda su obra está vigente y es trascendente, es reflejo del país en que vivimos, a veces trágico, a veces cómico, o los dos al mismo tiempo”.
Juan Villoro comenta: “Ibargüengoitia era políticamente incorrecto y su tema era su propia mirada, su forma de ver el mundo y la realidad mexicana. Esto nos ayudó a ver la vida de manera distinta y con ello nos contaba la vida secreta del país que aún permanece hasta la actualidad”.