La trifulca por los despojos
Porfirio Santibáñez Orozco
CUANDO perdieron el gobierno del Distrito Federal, en 1997, los priístas fueron de sorpresa en sorpresa y tuvieron que enfrentar una situación que hasta ese momento no se habían imaginado. Con el gobierno perredista de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano dejaron de recibir aportaciones en efectivo, cientos de empleados del gobierno del DF “comisionados” a las labores del partido se vieron obligados a trabajar; y hasta tuvieron que desalojar edificios públicos que gobiernos tricolores les facilitaban sin costo alguno.
Luego vivieron la experiencia de una nueva y sonada derrota, la del 2 de julio del 2000 cuando perdieron la presidencia de la República gracias al hartazgo ciudadano y al “voto útil” de miles de mexicanos que querían un cambio. Después de esa derrota, hubo una revuelta interna que seguramente muchos recuerdan: Zedillo fue considerado responsable de la derrota, la dirigente Dulce María Sauri tuvo que dejar la dirección, los priístas se rebelaron y le impidieron a Zedillo que impusiera como nuevo dirigente al candidato perdedor, Francisco Labastida Ochoa, exigieron la elección interna de la nueva dirigencia y por ese medio saltaron a la palestra los madracistas.
En aquella ocasión, Roberto Madrazo aseguró que si ya habían perdido la presidencia, no iban a perder el partido y apoyado por gobernadores como José Murat empezó a construir un liderazgo y una tendencia nacional que derrotó en las elecciones internas a Beatriz Paredes Rangel; así fue como asumieron el poder en el PRI Roberto Madrazo como presidente del partido y Elba Esther Gordillo como secretaria General.
En las elecciones de este año 2010 el PRI perdió el cargo de gobernador del estado y por ello, en el futuro previsible de los tricolores de Oaxaca, está en puerta una recomposición interna que sin duda tendrá episodios interesantes y de trascendencia para la política local.
Por lo pronto, a diferencia de Zedillo, Ulises Ruiz sí pudo imponer a su candidato perdedor como dirigente estatal del partido; hubo oposición pero fue marginal, sólo se limitó a hacer unas cuantas pintas por diferentes rumbos de la ciudad, especialmente en las cercanías de la casa de campaña y las instalaciones del Comité Directivo Estatal.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares, en Oaxaca las cosas se cuecen a fuego lento y la ola de inconformidad contra la dirección del partido apenas está creciendo. Esto ya orilló a la dirección estatal a echar mano de un recurso cuya eficacia se les agotará pronto: el de buscar culpables de la derrota del 4 de julio.
Luego de ver la gresca que escenificaron en el salón Dionysus, se puede confirmar con toda probabilidad de acertar que los grupos que se disputan los despojos del que fuera el partido dominante en Oaxaca son tres. No tienen el mismo poder pero ninguno de ellos dará tregua; ulisistas, muratistas y ex diodoristas, que todavía los hay, participan en este ajuste de cuentas que se produce como una de las primeras consecuencias de la derrota del 4 de julio.
Va a ser difícil que los tres se pongan de acuerdo, por eso las primeras noticias de esta confrontación son lo suficientemente violentas para suponer que todo terminará cuando uno de ellos gane.
No voy a permitir que me expulsen, ha dicho José Murat al anunciar que se defenderá legalmente de quienes lo acusan de traicionar al partido y apoyar a Gabino Cué. El proceso de su expulsión está en marcha y seguramente será echado porque sigue prevaleciendo la cultura de la línea; sin embargo, falta por ver cual será el siguiente episodio de esta recomposición en la cual ya hay indicios de que van a salir desplazados los artífices de la derrota. Abundaremos…