Crisis económica y masa de maniobra
Porfirio Santibáñez Orozco
CONTRA lo que se diga, a pesar de la publicidad y las cifras oficiales, la terca realidad sigue ahí y los datos que la describen no dan lugar al optimismo: de los casi 107 millones de habitantes que tiene el país (106.9); solo 50 millones cuentan con un trabajo firme, estable, remunerado.
Tenemos cerca de 50 millones de pobres (47.6) y como el aparato productivo no da para absorber mano de obra, unos 12 millones de personas están integradas a la economía informal, sobre todo como vendedores ambulantes de millones de productos chatarra y piratas.
Hace varias semanas el rector de la UNAM, José Narro, habló de un nuevo fenómeno social: estimó que en México existen unos ocho millones de “ninis”, jóvenes que tienen cerradas las puertas del futuro porque ni estudian ni trabajan, muchos de ellos porque no encuentran condiciones propicias para hacerlo.
El presidente Calderón trató de desmentir esta información, pero el rector le sugirió no evadir la realidad y procurar que su gobierno instrumentara políticas destinadas a este sector; en la polémica terció el secretario de Educación, Alonso Lujambio, para sacar a su jefe del apuro.
Independientemente del color que tenga y de las siglas que lo identifiquen, el gobierno sigue sin registrar ni enfrentar las graves consecuencias de esta realidad; para él no hay problema; el cinco por ciento de desempleo que dan sus cifras no es para preocupar a nadie. Voces como la del rector o la del escritor Carlos Fuentes, quien reclama un nuevo contrato social para el país, se pierden en el laberinto de la información.
Si a las autoridades no les preocupa la gran estela de violencia que cubre al país como resultado de una guerra perdida que lleva más de 28 mil muertos y no tiene visos de detenerse ¿por qué les va a preocupar que la gente no tenga trabajo y que por lo tanto esté a merced de los que tienen dinero y, por lo tanto, mandan?
Gracias a esta situación económica (son oportunidades que da la crisis), el heterogéneo y abigarrado aparato de poder dispone de una masa de maniobra con la que juega a hacer política todos los días: los ambulantes, desempleados, jóvenes sin futuro y otros, constituyen un contingente aprovechable como se ve, con abundancia de ejemplos, en Oaxaca.
Para muchos estamos viviendo los tiempos de una transición; para otros, el sistema es tan dúctil y maleable que parece que sí pero no nos ha permitido salir de la etapa de las clientelas. ¿Quién tendrá razón? Abundaremos…