El cambio en el gobierno no será suficiente
Porfirio Santibáñez Orozco
AHORA que está a punto de terminar un sexenio criminal que será mal recordado por quienes tuvimos la fortuna de salir vivos de él, una de las ideas más difundidas por algunos medios de información es la de cifrar demasiadas esperanzas en el gobierno que viene, especialmente en quien lo va a encabezar.
Aunque no lo parezca, algunas mentalidades conservadoras enquistadas en dichos medios son, desde ahora, las que quieren limitar, soterradamente, el cambio político de fondo que el estado de Oaxaca necesita y se van a oponer a él cuando sientan tocados sus intereses.
Ese tipo de personas aprovechan la posición privilegiada que lograron para difundir la idea de que quitar a unos y poner a otros es suficiente, sin dar a conocer que algunos de los que llegan tienen fama de ser iguales o peores que los que se irán: en el fondo solo quisieran que se escuche la voz monocorde del poder y no las ricas y diversas expresiones de la sociedad.
En las elecciones del 4 de julio, la mayoría de los votantes decidió un cambio de colores en el gobierno del estado pero sabe que eso no será suficiente para que salgamos de la crisis en que nos sumió el autoritarismo; para lograr esto último deberán cambiar también, junto con el personal político en el gobierno y sus maneras de actuar, las actitudes que asumimos en las escuelas, las familias, los medios de comunicación y, sobre todo, como ciudadanos.
Mal hará la sociedad si se limita a confiar en que un cambio de nombres es todo lo que se requiere para mejorar, y le irá peor si les hace demasiado caso a quienes dicen que un solo hombre podrá lograr por él mismo los cambios que todos necesitamos.
Al asumir el gobierno, quienes entrarán a él el cada vez más próximo primero de diciembre llegarán a sus cargos con un capital político considerable que crecerá o se dilapidará en función de lo que hagan.
Cuando ya estén colocados en los puestos de mando; los nuevos mandarines se darán cuenta de que no es lo mismo criticar desde fuera que actuar desde dentro y para evitar que algún día la sociedad los repudie, tendrán que verse, desde el principio, en el espejo de Vicente Fox y tal vez hasta en el de Barack Obama para entender la suerte que estén viviendo.
Al igual que ellos, tanto Fox como Obama llegaron al gobierno con un enorme bono democrático que se les escurrió como agua entre las manos al ejercer mal sus funciones directivas; despertar expectativas y no cumplirlas tiene un precio que la sociedad les hizo pagar. Abundaremos…