Indicios de un pacto
Porfirio Santibáñez Orozco
Acres comentarios suscitó la presencia, en uno de los actos del cambio de gobierno, del polémico legislador federal con apodo de muñeco diabólico al que se le atribuyen las tropelías más graves cometidas por los poderosos del sexenio que acaba de terminar.
También se criticó con acrimonia la ratificación de reconocidos funcionarios identificados plenamente con el Ejecutivo anterior, algunos de los cuales, como lo anunció el nuevo gobernador, permanecerán en el gabinete que fue presentado ayer.
Posiblemente esto sea parte de la reconciliación que ofreció el nuevo gobernador en aras de la paz en Oaxaca; sin embargo no falta gente maliciosa que se pregunta si era necesario mantenerlos para demostrar que se tiene la buena intención de no pelear.
Observadores más maliciosos sospechan que éste es el primer indicio de que hubo un pacto tras bambalinas entre el gobernador que se fue y el que va llegando; compromiso del que todavía no nos enteramos, pero que indudablemente podría detener o desviar las demandas de justicia de los oaxaqueños agraviados a lo largo de todo el sexenio anterior.
Una crítica más que también corrió a raudales fue la de no practicar, desde el principio, lo que algunos consideran una necesaria austeridad para organizar y difundir los actos que constituyeron el relevo gubernamental; a juicio de comentaristas de banqueta no tenía sentido que si el estado se encuentra sumamente endeudado, la nueva administración hiciera en su primer acto público gastos innecesarios para lograr una legitimidad por que esta ya la tiene, por ahora.
La molestia frente a estos deslices tiene una raíz en la historia reciente pues como se recordará tanto el dispendio como la corrupción que se cometieron al amparo de los gastos inútiles fueron dos de las críticas más consistentes que se le hicieron al gobierno anterior.
Estas, que constituyen las primeras críticas a un gobierno que debuta con una amplia legitimidad son fácilmente rebatibles con que el gobierno inicie, ahora que ya tiene el poder y los instrumentos para hacerlo, una firme política de transparencia y rendición de cuentas.
Bastará con que el nuevo gobernador explique por qué está reciclando cartuchos quemados y cuanto gastó durante su toma de posesión para que la sociedad le siga creyendo; a menos que su ofrecimiento de gobernar obedeciendo, sea solo una frase ampulosa e incompleta y más tarde se convierta en una promesa fallida. Abundaremos…