JUICIOS SUMARIOS

Porfirio Santibáñez Orozco

Es imperativo dejar atrás la política parroquial que ha caracterizado a los aldeanos de Oaxaca
En la relación gobierno-magisterio empiezan a pesar más los factores que desunen y enfrentan a ambas partes en lugar de ganar importancia las razones políticas que podrían y deberían acercarlos para aprovechar la coyuntura histórica que vive Oaxaca y construir, junto con otros actores, un régimen verdaderamente democrático.

Por una parte, el reconocimiento formal de que los maestros son un factor decisivo para el cambio, hecho reiteradamente por el gobernador Gabino Cué desde que era candidato de la alianza “Unidos por la Paz y el Progreso”, no se ha traducido en la decisión de priorizar la educación impartida por el estado en el conjunto de la política estatal ni ha conducido realmente a un acercamiento del gobierno con el gremio magisterial.

Por la otra, a partir de lo que han considerado como un respeto a sus 20 principios rectores, los maestros se niegan a reconocer una realidad nueva de la que ellos forman parte y que ha rebasado el contexto en el que tales principios fueron aprobados en 1982. Aunque no lo quiera reconocer, el magisterio ha incursionado ya formalmente, desde el año 2006 y aún antes, en el escenario de la política estatal.

Independientemente de las razones que se esgriman para hacerlo, desconocer a un gobernador como ellos lo hicieron con Ulises Ruiz Ortiz es una decisión eminentemente política y ahora, por si hiciera falta una nueva prueba de que se encuentran en un lugar central de la política del estado, acaban de decir que asumen el papel de garante de que se cumpla lo prometido.

A pesar de esas evidencias, la dirección seccional del magisterio sigue sosteniendo que su movimiento es solo de carácter gremial y que limita sus acciones a la política sindical.

Por el bien de la política en el estado y si de verdad quieren que éste tenga un futuro mejor, tanto el gobierno como el magisterio tienen hoy la enorme responsabilidad de sentarse a discutir y elaborar de manera abierta, transparente, a la vista de la sociedad de Oaxaca, una agenda común para la transformación de la educación pública en Oaxaca.

Si no lo hacen así, la relación de ambos tendrá tropiezos importantes como los recientemente cometidos. No se puede decir un día que la Sección 59 no existe, después desdecirse y seguir actuando como si nada hubiera sucedido.

Es imperativo dejar atrás la política parroquial que ha caracterizado a los aldeanos de Oaxaca, es hora de que los dos y otros más se quiten los pantalones cortos y tengan la grandeza de construir una política de Estado hacia la educación pública local y otros problemas. De lo contrario no habrá otra alternativa que seguir escuchando las propuestas inútiles de siempre. Abundaremos…

josé

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