Saldo negativo
Porfirio Santibáñez Orozco
Contra lo que la lógica indicaba, la visita de Felipe Calderón a Oaxaca este 15 de febrero de 2011 dejó un saldo totalmente negativo para el gobierno del estado. Seguramente sus integrantes esperaban que la presencia del cuestionado presidente tuviera el efecto de fortalecer al gobierno del cambio, especialmente por los anuncios que pudieran hacerse en el marco de este acontecimiento.
En cambio, el primer resultado de la visita son los apuros en los que deja al gobierno de Gabino Cué que no construyó y tal vez ni siquiera consideró necesario operar un acuerdo de contención con la Sección 22 del SNTE, no pudo contener la rijosidad del estado mayor presidencial ni tendrá argumentos para justificar la violencia desatada por el abusivo cuerpo de seguridad del visitante.
En este caso, la violencia fue el producto de varias decisiones previas así como de un mal cálculo sobre las circunstancias políticas en las que se iba a dar la visita. En momentos como el vivido hoy es cuando se valoran más errores previos como el de permitir que la encargada de la política interna del estado no sea reconocida como interlocutora por la organización social más importante de Oaxaca.
A pesar de este y otros antecedentes, se perdió de vista que, en sí misma, la visita era una tácita convocatoria a los fantasmas del 2006.
La mayoría de los maestros y muchos habitantes de la ciudad de Oaxaca no han olvidado que, después de Fox, Calderón también sostuvo a Ulises Ruiz y prácticamente fue el que le permitió seguir al frente del gobierno del estado. No lo dijeron como solían repetírselo una y otra vez a Ulises Ruiz, pero nadie se los quita de la cabeza: “la cuenta está pendiente”.
Quienes coordinaron la visita y quienes definieron el itinerario, tampoco tomaron en cuenta los antecedentes inmediatos que configuraban una situación delicada y potencialmente explosiva.
Si tuvieron la entereza de decirle a Fox que era un traidor a la democracia, muchos estudiantes, maestros y miembros de las organizaciones sociales detestan a Calderón al que consideran espurio, neoliberal y hasta indeseable.
Sin saberlo, Calderón encendió un poco más la hoguera de la indignación al anunciar, un día antes, la decisión de hacer deducibles de impuestos los gastos que en educación privada hacen muchos mexicanos. Tan rápidamente como lo acostumbra, la Sección 22 se pronunció contra la medida y declaró non grata la presencia de Calderón en el estado.
Por si todo eso fuera poco, Calderón llegó a inaugurar una universidad privada que ya había sido inaugurada por su anterior secretaria de educación “pública” Josefina Vásquez Mota.
Con todo lo anterior, era arriesgar demasiado programar una visita al palacio de gobierno y al complejo Santo Domingo. La integridad de Calderón no estaba en juego pero sí la imagen que le sigue dando al país y a su gobierno cuando a su alrededor se siguen produciendo hechos que desmienten los logros anunciados en sus discursos.
Lo que haga el gobierno del cambio en las próximas horas definirá qué va a pasar con el bono democrático que las circunstancias políticas pusieron en sus manos el domingo 4 de julio de 2010. ¿Sacrificará algunas piezas para conservar la parte de su credibilidad que ha ido menguando? Abundaremos…