Por Roberto López Rosado*
Para quienes en Oaxaca somos ajenos al PRI, Partido Verde Ecologista o el Panal, ¿Qué nos queda como experiencia de la elección federal pasada?. Las respuestas pueden ser muchas, variadas, con cuantiosas aristas, con diversas visiones, pero al final, una puede ser la respuesta principal: “la unidad”.
El que los partidos de izquierda hubiéramos ido unidos -aunque en el caso de Morena, no era posible porque estaba impedido por ley por ser su primera participación en una elección como partido político-, nos hubiera significado otra “suerte”, si así se le puede llamar.
En la próxima legislatura, la LXIII, el PRI tendrá siete diputados de mayoría y dos de representación proporcional, es decir nueve; el PRD seis; Morena dos y el PAN dos, juntos, 10. En esta legislatura que está por terminar, la LXII, el PRI sólo alcanzó dos. Es decir, va a contar a partir de septiembre con siete más que en la actual.
Ya lo he dicho aquí, si el PRI “ganó” fue gracias a que aprovechó las necesidades ancestrales de nuestra población. Compraron y coaccionaron la voluntad ciudadana. Adquirieron votos por montones, amén de robo y quema de urnas.
Quienes participamos en la política no debemos, no podemos dejar que las cosas sigan así. Lo ocurrido nos obliga no sólo a sentarnos cada quien en su organización política, cada quien en su partido. Estamos obligados a sentarnos también como lo hicimos hace seis años para poder enfrentar mejor no sólo a un partido, el PRI, sino a cacicazgos que gobernaron nuestro Estado por 80 años.
Señalo: “no sólo a un partido”. Efectivamente, en las elecciones que vienen vamos a enfrentar cacicazgos que en esta elección pasada se mostraron vivos, actuantes y nos enseñaron de qué tamaño son sus colmillos. Dejaron entrever de qué son capaces.
Por ello, la unidad debe ser nuevamente nuestra premisa de quienes hace seis años impulsamos el proyecto que hoy gobierna nuestro Estado y que independientemente de los errores que cualquiera administración puede cometer, en Oaxaca las cosas son mucho mejores para la entidad misma, incluso, para la población. Pero aún falta mucho, eso no lo podemos negar.
En este sentido debemos empezar a dialogar, a entablar acuerdos para la conformación de una plataforma electoral que la encabece un gobierno popular. Estamos a tiempo de empezar a tejer acuerdos, podemos iniciar una ruta de trabajo que nos permita definir quién debe y quién puede ser la candidata o candidato ganador, que no sólo les convenga a nuestros partidos políticos, sino fundamentalmente a la población.
Debemos trabajar, por ejemplo, de manera muy cercana con la gente que es mayoritariamente campesina, pero particularmente indígena, y es con este grupo social con quien el o la candidata de ese proyecto, debe comprometerse a seguir dando respuesta a sus necesidades ancestrales que aunque en la actual se les ha atendido, se siguen arrastrando. La deuda con ellos aún no se salda.
Estoy seguro que no me equivoco si digo que necesitamos al frente del gobierno estatal la conjunción de dos grandes personajes de nuestra historia. Necesitamos que nuestra candidata o candidato cuenten con el temple de un Benito Juárez y la visión social del presidente Lázaro Cárdenas.
Los conservadores de hoy no significan otra cosa que volver al pasado. Pregonan como los conservadores de 1857, que ellos garantizan “los verdaderos intereses del pueblo”. La historia de Oaxaca, particularmente la reciente, nos muestra que ellos en el poder, sólo garantizan sus intereses y los de su casta política, la de sus herederos.
Es fundamental mirar hacia el frente, que el futuro no nos alcance y a tiempo podamos, cuando llegue, que Oaxaca y su población cuente con un mejor futuro, y por lo tanto, contemos con un personaje que si bien puede militar en la izquierda o no, debe tener de manera particular, como ingrediente personal, vocación democrática.
Por ello, efectivamente debemos observar hacia adelante y tener claro lo que viene, porque como se dijo en el reciente encuentro municipalista de la Izquierda Democrática Nacional (IDN), expresión política del PRD, “la unidad no se va a alcanzar con buenos propósitos; debemos trabajar con madurez y responsabilidad”.
Hoy es tiempo de que el poder se ejerza de manera contundente, pero con sencillez, humildad, visión social y, sobre todo, con honestidad que nos permita cerrarle el paso a la corrupción, Por eso, para poder alcanzar este anhelo, nuestra condición fundamental debe ser la unidad.
*Diputado federal por PRD de Oaxaca