Las casas se construyen de abajo hacia arriba
Miguel Ángel Schultz
Con la votación y participación masiva de la sociedad en los pasados comicios del domingo primero de julio, el pueblo de México ha recuperado su dignidad. No fueron suficientes, ni las despensas, ni el almuerzo de tamales, ni el tinaco, los bultos de cemento o los mil pesos; para dar su voto a los candidatos de los partidos contendientes.
Los partidos ya no fueron los que compraron a las y los electores, ni éstos se envilecieron, sometiéndose así al yugo de la partidocracia que ha saqueado la riqueza de México.
El hecho de dejar de vender el voto, aunque parece acto insignificante, tiene enorme importancia en la conciencia política de México y en la recomposición del tejido social.
Con la victoria de Andrés Manuel López Obrador se ha recuperado la dignidad del pueblo, con un aproximado del 53 por ciento de los votos emitidos, porque ahora tiene, el pueblo, el derecho a exigir que los que ocupen un cargo de elección cumplan con sus obligaciones, incluyendo al presidente. Los candidatos o candidatas que piensen que son dueños y amos de su representación popular, están en un grave error.
López Obrador es el virtual presidente de México, candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, que integran los partidos Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); Encuentro Social (PES) y del Trabajo (PT), ha alcanzado prácticamente el control del Congreso de la Unión, conformado por las cámaras de diputados y de senadores, así como de las legislaturas estatales, y la mayoría de las nueve gubernaturas puestas en juego el domingo anterior.
La coalición de Andrés Manuel, de acuerdo a estimaciones preliminares, puede alcanzar de 261 a 314 diputados federales de un total de 500, del Senado, conformado por 124, de 61 a 76 senadores, según proyección de Consulta Mitofsky.
Del combate a la corrupción, el presidente electo hizo el eje de sus propuestas de su campaña, que en México ha llegado a niveles de escándalo, por lo que ha dicho, Andrés Manuel, que limpiará de corrupción el gobierno y el país, como se barren las escaleras, de arriba hacia bajo, lo que sin lugar a dudas es verdad, pero también es verdad que la casas se construyen de abajo hacia arriba.
Sin embargo, López Obrador no lo podrá hacer sólo, sino que tiene que ser acompañado por todos y todas debido a que la descomposición de México es monumental, provocada por la partidocracia que venía repartiéndose la riqueza de la nación como despojos de una res, devorada por una jauría de lobos hambrientos.
Hay que decir mil veces, para que todos lo escuchen: el domingo el pueblo de México salió a participar masivamente en los comicios. No sólo millones votaron, también millones cuidaron las casillas y vigilaron las elecciones del pasado domingo.
En Oaxaca, como en el país, se venció el miedo, pese a la gran cantidad de políticos asesinados en los últimos meses, 132 según el conteo de consultoría Etellekt, de los cuales 26 fueron en Oaxaca; aún con esto, la sociedad salió a participar masivamente en las elecciones.
Como dato, hay que decir que en la última hora del sábado 30 de junio y primeras horas del primero de julio, helicópteros sobrevolaron la ciudad de Oaxaca, lo que recordó los días aciagos del año 2006, durante la revuelta popular de aquel infausto año, sin embargo, pudo más el deseo del cambio que el miedo desenterrado.
Tienes razón Andrés Manuel, al decir que las escaleras se barren de arriba hacia abajo, pero las casas se construyen de abajo hacia arriba. Abajo está la sociedad, el pueblo, quienes rompieron el yugo de la partidocracia, y quienes con su participación masiva evitarán que el sistema de corrupción de repita.
Conscientes debemos estar que los buenos hábitos cuestan trabajo y las mañas se aprenden rápido, evitemos tener que decir: estábamos mejor cuando estábamos peor.
@MiguelAschulz