Por Horacio Corro Espinosa
Ayer en la tarde, mis hijos y yo, nos fuimos a la lucha libre organizada por el Super Molina, o sea, el Dr. Roberto Molina, en Xoxoxcotlán. Municipio gobernado por el peor de los presidentes que ha tenido la entidad oaxaqueña, José Julio Antonio Aquino.
Se anunciaba como la lucha estelar al Huracán Ramírez, Súper Molina y Súper Águila, contra Tony Cisneros, Chokma y La peste amarilla (el más odiado de Xoxo). Desde que apareció en escena La peste amarilla, mis dudas quedaron aclaradas, porque la gente comenzó a gritar “Bajen a José Julio, fuera José Julio” etc., etc. Yo creí que los niños no estaban informados de los movimientos políticos, pero eran los que más fuerte gritaban en contra del presidente, digo, de La peste amarilla.
Ahí estaban cientos de niños, que por cierto, había más adultos que, mientras unos desdeñaban a los rudos, otros los admiraban o viceversa, alrededor del cuadrilátero. Hubo tapados que por error de cálculo, se quedaron sin capucha.
Creo que en Oaxaca no siempre hay oportunidad de ver lucha libre en vivo, más que a
través de los cristales de aparador de las mueblerías. Pero curiosamente, en estos días, hay mucho tapado que solitos se han destapado. Me refiero a los destapados de la política que han tapizado, con sus nada agraciados rostros, sus intenciones para ser presidente municipal o diputado local.
Todos estos tapados, con tal de ser tomados en cuenta y asegurar un hueso en la próxima administración municipal, quede quien quede, pusieron al descubierto su rostro y su nombre. Al hacer esto, como los perros marcan su territorio con sus orines, han puesto sobre el escenario sus llaves magistrales, sus espectaculares patadas voladoras y sus manchicuepas magníficas, para que ningún otro de sus compañeros se acerque a su territorio.
Lo curioso del asunto, es que todos estos dizque candidatos, creen que el electorado ya olvido sus historias. Creen que poner una foto mentirosa, la gente va a suponer que es una buena persona y eso sumará puntos a su vida semiprivada, familiar, la de su oficina, etc.
Lo que sí es seguro, es que la gente comenzará a investigar ¿cómo es la clase de vida a la que está acostumbrado?, ¿si su ambiente es modesto, discreto, lujoso, o fantasioso? ¿Dónde educa a sus hijos, si los tiene, y si los educa en el país o en el extranjero? ¿Qué opinan de él sus colaboradores, no sus compadres, aduladores, achichincles y lamebotas, sino los que están a una cierta distancia? ¿Es con ellos afable, o altanero? ¿Su inteligencia es rápida, o lenta? ¿Su humor es constante, o voluble? ¿Es hosco, o jovial? ¿Es flexible, o violento?
De todos los candidatos plásticos que vemos en las calles, me gustaría saber, no lo que mandan sus jefes de prensa ni de cuánto traen en su cartera, sino que presenten su estudio psicológico para estar seguros que de verdad quieren trabajar por el municipio o por la entidad oaxaqueña.
En serio, muchos de los que asoman su cara en este momento para parecernos simpáticos, están tapados del cerebro. Algunos de estos son de los que desde ahorita ya andan repartiendo puestos en la administración de mañana. Lo triste del asunto es que hay gente que les cree y los sigue.
En fin, hay de tapados a tapados.
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