* ¡Vivan Oaxaca, sus tradiciones y su gente!; ¡Viva la Octava de la Guelaguetza!
* Las titulares de SECTUR y BANOBRAS, Gloria Guevara y Georgina Kessel, junto al Gobernador Gabino Cué, participan de la máxima fiesta oaxaqueña
Oaxaca, Oax.- En punto de las 10:00 horas arriban las 24 delegaciones y el pueblo oaxaqueño acude a compartir su guelaguetza. Es la Octava del Lunes del Cerro, la fiesta de la hermandad y el apoyo mutuo entre los habitantes de la entidad, donde la música y el baile narran las tradiciones de la tierra oaxaqueña.
El Cerro del Fortín nuevamente se llena de fiesta y algarabía. Cuando se escuchan las notas musicales, la representante de la Diosa Centéotl, Evelyn Acosta López, hace su aparición en el escenario.
Ataviada de ropa típica de Loma Bonita –su municipio natal- saluda a sus hermanos y hermanas de las otras regiones y, como ya es costumbre, sube a presidir la fiesta de los oaxaqueños en compañía del gobernador Gabino Cué Monteagudo, quien ya se encuentra en la sección B acompañado por la secretaria de Turismo, Gloria Guevara Manzo y la directora del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), Georgina Kessel, entre otros invitados.
La chirimía de los Valles Centrales anuncia la llegada del convite. Detrás, lindas mujeres cargando canastas multicolores y enormes marmotas nombradas con los barrios tradicionales de la Verde Antequera. Son las Chinas Oaxaqueñas que al ritmo del Jarabe del Valle y ondeando sus faldas de satín, abren la fiesta de la cultura y el folclor de las regiones del estado.
Suena la Banda de Música de la Secretaría de Seguridad Pública del estado y la sierra mazateca se hace presente con San Jerónimo Tecóatl, que muestra ante México y el mundo su tradicional Lavada de Manos. Mujeres de tez sobria y alegres vestimentas que guardan el misticismo de la neblina que cubre sus montañas, hoy comparten sus costumbres con oaxaqueños y visitantes.
Con la representación de la Boda Solagueña, el municipio de San Andrés Solaga, enclavado en la sierra Juárez, también participa en la Octava de la Guelaguetza, que en este año 2012 cumple ocho décadas del homenaje racial tributado en 1932 a la ciudad capital.
Miles de almas reunidas en la Rotonda de la Azucena aplauden la participación de la delegación de San Pedro y San Pablo Ayutla, los habitantes de las cumbres del Zempoaltépetl, los jamás conquistados, quienes se dirigen al público en su lengua natal, ayuük y ofrendan a la tierra su bebida tradicional: el tepache, para después, en un ambiente de fiesta y solemnidad, interpretar el famoso jarabe mixe.
Llega el turno de Santo Tomás Ocotepec, comunidad de la mixteca oaxaqueña que presenta el Baile de la Aguja, pieza musical donde la mujer mixteca muestra su habilidad y sensibilidad al encontrar con los ojos cerrados una aguja, guiándose solo por el sonido del violín. Se dice que esta danza refleja la comunicación y compañerismo entre las parejas para afrontar la vida juntos.
Acompañado de su esposa Mané Sánchez Cámara y su hija Mané, el mandatario contempla a las embajadoras de la región del Istmo de Tehuantepec, personificada por el municipio de Asunción Ixtaltepec, tierra de hombres galantes y mujeres vestidas en flores y bordados de oro sobre terciopelo. Hacen honor a su patrona la Virgen de la Asunción y recuerdan a Jesús Chú Rasgado, creador de Ná ela, popularizada como Nayla.
Del valle eteco arriba Santo Tomás Mazaltepec y el Fandango Zapoteco, reflejo de las arraigadas costumbres de las familias durante la “pedida” de mano de una mujer y la celebración del matrimonio. La ofrenda que se lleva a la casa de la novia y corresponde a un homenaje a su pureza y consiste en pan, chocolate, tortillas, hierbas de poleo y el característico guajolote.
Ágiles y armónicos, los representantes de la Heroica Ciudad de Tlaxiaco hacen suyo el Auditorio Guelaguetza con su magistral interpretación de los Jarabes de Tlaxiaco, Los Enanos y La Sarna ponen en alto el nombre de la región Ñuu Savi, recibiendo los aplausos y vivas de las más de 11 mil personas que abarrotan el recinto en la primera edición de la Octava del Lunes del Cerro.
La fiesta continúa, a pesar de un sol resplandeciente que sólo es amortiguado por sombreros de palma, que portan turistas y oaxaqueños, al igual que el Ejecutivo estatal e invitados especiales, quienes se mantienen expectantes y los ondean al escuchar las notas de la Canción Mixteca de José López Alavés.
Luego de 30 años de ausencia, San Jerónimo Tlacochahuaya vuelve a la Guelaguetza. Gallardos guerreros con penachos coloridos presentan la Danza de Pluma bajo los acordes de un vals de la autoría del maestro Romualdo Blas, hecho especialmente para esta comunidad del Valle de Tlacolula.
Altivas y elegantes las mujeres de Juchitán de Zaragoza provocan júbilo con sus los Sones de Juchitán. Resplandecientes, recorren el escenario con su contoneo lento y cadencioso que manifiesta el pensamiento y carácter de las mujeres y hombres del Istmo de Tehuantepec.
La delegación de Tututepec de Melchor Ocampo sorprende con la representación de su mayordomía, juegos y chilenas. Un baile en honor a las “ánimas” y a “Tata chú”, donde muestran la gracia y candor de la mujer costeña, quienes con su vestimenta alusiva a la Diosa de la Fertilidad agradecen e imploran una cosecha productiva.
Santiago Jocotepec enaltece el papel de sus mujeres con La compañera del Chinanteco. Oriundas del Distrito de Choapan, ataviadas con un huipil blanco bordado a mano con hilo de lana multicolor, un enredo fijado con ceñidor rojo y huaraches de cuero sencillo, muestran al público las labores que realizan en su comunidad y el importante papel que tienen en su familia.
“Es el turno de la delegación del alto Papaloapan” se escucha en el sonido local, generando una gran ovación por parte de cada uno de los asistentes que esperan ansiosos la llegada de la Flor de Piña. Esplendorosas, coloridas y sonrientes las 36 jovencitas provenientes de San Juan Bautista Tuxtepec muestran su agilidad y alegría al interpretar con gran soltura cada paso de la coreografía creada en los años 50 por la maestra Paulina Solís, que festeja la cosecha de la piña.
La presentación casi concluye, han pasado más de tres horas. Cada delegación entrega su guelaguetza, ofrece al público y a sus hermanos de las regiones los productos de su zona. Se trata del ritual ancestral de dar y recibir, donde la solidaridad de los pueblos se hace presente en honor a la Deidad del Maíz, personificado por Centéotl.
Las parejas de San Pedro Pochutla agitando sus sombreros anuncian su llegada. Con fuerte zapateado y ritmo interpretan sus sones y chilenas, dejando salir uno que otro verso picaresco que arranca sonrisas y rubor a más de una mujer presente en la máxima fiesta de Oaxaca.
Así, ondeando en lo alto sus sombreros de palma y paliacates, los integrantes de la delegación de la Costa despiden a los turistas nacionales y extranjeros que asisten a la primera edición de la Octava del Lunes del Cerro, y gritan emocionados: “¡Nos vemos en el 2013! ¡Viva Oaxaca, vivan sus tradiciones y su gente! ¡Viva la Octava de la Guelaguetza!”.